• Tuve una crisis de identidad porque ya no quería programar

    Terminé mi onsite para un rol de ingeniería en Airbnb, confiando en que las habilidades que demostré durante las entrevistas me perfilaban como un buen candidato. La charla que tuve al final con quien sería mi manager me dejó con la expectativa de que recibiría una oferta pronto. No sabía que estaba a punto de enfrentarme con una crisis de identidad.

    Di un paso fuera del hermoso lobby de 888 Brannan St. no sin antes tomar un par de fotos.

    Para cuando mi segundo pie terminó de apoyarse en la acera afuera de la oficina, en vez de sentirme emocionado por la idea (por más vaga que fuera) de que pronto podría trabajar Airbnb — una empresa con alcance global, cuyo producto usaba, y equipo admiraba —, me sentí desanimado y sin ganas de hacerlo.

    Inmediatamente después, un abrumador sentimiento de peligro me envolvió. Un ataque de ansiedad — justo ahí, a unos pasos de las oficinas de las que acababa de salir. Corrí al departamento que la empresa había reservado para mí a tan solo unas calles de distancia, y me intenté calmar como pude. No sabía lo que estaba pasando, pero se sentía real, peligroso, y con consecuencias graves que no lograba dimensionar.

    Una serie de eventos en mi vida personal (que probablemente sean relevantes, pero no para esta publicación) hicieron que eventualmente volviera a buscar ayuda terapéutica. Así fue como, 6 meses después de ese ataque de ansiedad, afuera de las oficinas de Airbnb, y en plena pandemia, encontré a Francisco, mi terapeuta, y comencé, poco a poco, a entender lo que me había pasado — y su origen.

    Mi crisis de identidad

    Lo que me pasó afuera de las oficinas de Airbnb puso en movimiento una serie de cambios radicales en mi vida. Durante este proceso de años, acompañado de Francisco, fui entendiendo poco a poco que lo que me detonó aquel ataque de ansiedad fue una crisis de identidad.

    Cuando entrevisté para Airbnb, llevaba un poco más de una década escribiendo código para la plataforma iOS. Cuando inicié, en 2009, la industria del desarrollo móvil estaba explotando. Todas las empresas querían tener aplicaciones móviles, y estaban dispuestas a pagar un prémium por talento. Además, gracias a que la barrera de entrada para desarrollar iOS era más alta, no había tanta competencia. Era lo que se conoce como un mercado de candidatos.

    Además, en la ciudad en que yo vivía había muy pocas personas haciendo lo mismo que yo. A mi ego le gustaba esto.

    Al salir de las oficinas de Airbnb, y darme cuenta de que una parte de mi subconsciente estaba seriamente considerando dejar de programar y dedicarme a otra cosa, mi identidad se vio directamente amenazada. Iba a dejar de ser “Oscar Swanros: iOS Engineer”. ¿Quién sería, si no era uno de los pocos ingenieros iOS en Colima que trabajaba remoto para startups de San Francisco y Europa?

    A mi ego no le gustó esto, y me hizo correr a refugiarme al departamento a unas cuadras del HQ de Airbnb, haciéndome creer que algo muy malo estaba por pasar.

    Las etapas del desarrollo humano de Erik Erikson

    Erik Erikson era un psicoanalista danés que en 1950, en su libro Childhood and Society, definió 8 etapas de desarrollo humano. De acuerdo a Erikson, todas las personas pasamos por una serie de etapas que nos presentan una problemática a resolver, y nuestra personalidad se forma a través de la victoria o derrota en cada una de ellas.

    Curiosamente, fue Erikson también quien acuñó la frase “crisis de identidad”.

    La propuesta de Erikson asocia, generalmente, cada etapa del desarrollo humano con un rango de edades:

    Crisis de identidad vista a través de las etapas del Desarrollo Erik Erikson
    Etapas del Desarrollo Erik Erikson

    Erikson dice en su teoría del desarrollo humano que fallar el reto de cada una de las etapas hace que tener éxito en las etapas subsecuentes sea más complicado. Pero también dice que es posible resanar etapas pasadas en un futuro, si se hace el trabajo necesario.

    La etapa 5, que se desarrolla entre los 12 y los 18 años, presenta la problemática de definir tu identidad personal o vivir en confusión por el resto de tu vida. Curiosamente, es al rededor de estas edades que muchos decidimos las carreras que queremos estudiar, e incursionamos en nuestras industrias.

    Mi identidad como Oscar Swanros: iOS Engineer se creó y comenzó a echar raíces por ahí de 2009, a mis 16 o 17 años. Decidí que quería escribir código para el iPhone, y todas las decisiones que tomé a partir de ese momento partieron de esa premisa.

    La influencia del ambiente en tu identidad personal

    Las decisiones que tomamos en nuestra adolescencia se terminan convirtiendo en parte de quienes somos. A veces de maneras explícitas, pero sutiles.

    Si estudiaste una ingeniería, por ejemplo, seguro en tu grupo del salón no faltaron los memes, chistes y comparaciones de por qué los ingenieros son mejores que los licenciados. En su momento puedes no prestarle importancia a ese mensaje, pero inconscientemente estás cimentando más y más la noción de que alguien como tú pertenece a un grupo selecto, y que hacer cosas “que puede hacer un licenciado” va en contra de quién eres.

    Retar tu identidad también puede presentar un cambio de estatus socioeconómico, y de cómo te perciben las personas que te rodean.

    En esencia, una crisis de identidad no solamente te obliga a explorar quién eres y por qué haces lo que haces. Además, te obliga a poner todos estos cambios en contexto del ambiente en el que estás acostumbrado a desenvolverte.

    No solo es encontrarte a ti mismo de nuevo. Es encontrar un nuevo lugar en donde encajas.

    Pasar por una crisis de identidad es más común de lo que crees

    Es normal creer que eres la única persona que estás pasando por esto. Nadie te culparía por sentir vergüenza al hablar de esto. La sociedad en la que vivimos no nos ha acostumbrado a hablar de estas cosas de manera abierta.

    Pero una crisis de identidad es un problema tan común y prevalente que ha sido usado incontables veces como tema a tratar en películas, series, y medios en la cultura popular.

    Hal, el papá de Malcolm, dejó su empleo para convertirse en pintor. Walter White, curiosamente interpretado por el mismo actor, dejó su trabajo como maestro de química en una preparatoria para convertirse en narcotraficante.

    Todas las películas de Matrix se tratan de Thomas Anderson lidiando con esto.

    Misma historia para Moana, Elsa de Frozen, Mulán, y hasta Woody en Toy Story.

    Así que no: no eres la primera persona que pasa por esto, ni serás la última.

    ¿Qué se hace ante una situación así, entonces? Te quiero compartir el framework que me ha funcionado durante los últimos años para hacer las pases con quien soy poco a poco, para que logres desenmarañar tu situación.

    Solo una advertencia: no va a suceder de la noche a la mañana. Yo llevo en este proceso 4 años, y contando.

    Paso 0: Haz las pases con tus circunstancias

    Dependiendo de la etapa de la vida en la que estés, puede ser que tengas más o menos oportunidades de retar y cambiar la identidad que adoptaste.

    Si llevas poco tiempo en tu industria para cuando te diste cuenta de que ya no te motiva programar, será mucho más sencillo que cambies tu dirección de carrera. En la etapa de la vida en la que aún estás intentando definir tu identidad, cambiar de camino es algo esperado y será un proceso natural.

    Pero si estás en tu etapa Generativa (la 7 de 8), y es ahí cuando comienzas a cuestionarte tu identidad, te vas a enfrentar a un reto mucho más grande. Puede ser que tengas una familia o responsabilidades más fuertes, donde cualquier decisión que tomes va a tener un impacto directo en otras personas.

    Independientemente de esto, ante una crisis de identidad, lo primero que tienes que hacer es aceptar las circunstancias.

    La Oración de la Serenidad captura perfectamente lo que hay que hacer: buscar la serenidad para aceptar las cosas que no puedes cambiar, obtener el valor para cambiar aquellas que sí, y procurar la sabiduría para reconocer la diferencia.

    Opción 1: Explora otros aspectos de tu trabajo

    Morgan Housel explica que los humanos estamos calibrados para buscar estatus, no felicidad. Si tu identidad y estatus están ligados al código que escribes (o lo que sea tu craft), puede ser que estés peleando una batalla que ya está perdida.

    Hoy en día, no solo estás compitiendo contra personas recientemente despedidas de Google, Amazon, y Meta. También estás compitiendo con la IA que cada vez es más eficiente, creando texto, código, imágenes — y hasta videos —, cada vez con mayores matices de entendimiento.

    Buscar activamente dejar de depender de tu craft para obtener un sentido de identidad en tu trabajo puede abrirte nuevas oportunidades. Aquí algunas pautas para que reflexiones:

    • Si trabajas desarrollando software, en lugar de enfocarte en el código que escribes, enfocarte en los problemas que resuelves y cómo estos benefician a tus usuarios.
    • Podrías buscar otras áreas del negocio, o de la industria en la que trabajes, que te motiven a aprender otras cosas nuevas y explorar fuera de tu zona de confort desde un deseo de crecimiento.
    • También siempre existe la posibilidad de que ayudes a las personas que vienen detrás de ti a que no cometan los mismos errores que tú. ¿Cómo podrías involucrarte más en el crecimiento profesional de las personas con menos experiencia que tú? ¿Podrías convertirte en mentor de alguna de ellas?

    Opción 2: Explora fuera de tu trabajo

    Puede sonar trillado, pero tener hobbies y actividades, y hasta responsabilidades, fuera de mi trabajo, ha tenido un impacto positivo directo en mi salud mental y niveles de satisfacción. También me ha ayudado a encontrar un balance más sano con mi sentido de identidad.

    Si tengo un día malo en el trabajo, sé que sigo siendo una buena pareja para mi novia, un buen dueño para mis perros, un buen vecino en mi edificio, un buen hijo, hermano, y amigo.

    Como muchas cosas, decirlo es más fácil que hacerlo, así que aquí hay algunos ejemplos más prácticos de cómo he logrado desanclarme de mi trabajo como mi principal fuente de identidad y satisfacción.

    • Primero, estoy evitando usar mi teléfono y dispositivos electrónicos para ocio inconsciente. Estos días, el Screen Time de mi teléfono reporta un uso promedio menor a los 40 minutos diarios, y la mayoría de eso son momentos breves durante el día donde necesito responder un mensaje, tomar una foto, o atender algo en particular. No es tiempo que se me fue de las manos.
    • Quiero aprender a leer por placer, no solamente por aprender. Así que ahora, en vez de libros sobre productividad, negocios y desarrollo de software, estoy aprendiendo a disfrutar de leer novelas. Comencé por The Silent Patient y The Analyst. Ya tengo en la mira los que siguen.
    • También comencé a darle oportunidad a ver deportes en vivo (F1, Tenis), y tomar clases de cosas completamente nuevas, como el curso de barista al que voy a asistir más tarde este mes.

    Pero el impacto más positivo que he visto para mí ha sido lo más simple del mundo: decir que sí. A oportunidades, a salidas, aunque mi rutina se vea un poco más afectada, a conocer más gente, a platicar con desconocidos, a hacer amigos.

    Algunas otras ideas a probar: emprende un negocio, convoca a una noche de juegos con tu grupo de amigos que hace mucho tiempo no ves, agenda una sesión recurrente para recibir un masaje. O si tienes familia, ¿por qué no intentar activamente ser el mejor padre o pareja?

    Lo importante es que te des cuenta de que nada de esto va a suceder por sí solo. Tienes que tomar un rol activo en moldear cómo pasas tus días.

    Volviendo a la Oración de la Serenidad, esta es una de las cosas que puedes cambiar: busca el valor para hacerlo.

    Tienes que sostener tu identidad de manera ligera

    Julia Galef explica en su libro The Scout Mindset la idea de “sostener tu identidad de manera ligera”. Este concepto es especialmente relevante para alguien pasando por una crisis de identidad.

    Sostener tu identidad de manera ligera significa pensar sobre ella como un hecho, no como una fuente central de orgullo y significado en tu vida. Es una descripción de quién eres, no una bandera ondear con orgullo.

    Cambia la historia que te cuentas a ti mismo, de “soy un programador” a “mi trabajo es programar”. De “soy un diseñador” a “mi trabajo es diseñar”. Y compleméntalo con vivir tu vida fuera de los confines de las responsabilidades de tu trabajo.

    Al hacerlo, estarás diciéndole a tu psique que tu sentido de identidad está seguro, independientemente de a qué te dediques.

    Si practicas sostener tu identidad de manera ligera, poco a poco te darás cuenta de que tu vida también se vuelve más ligera y sencilla.

    Es más sencillo hablar de sobrellevar una crisis de identidad que hacerlo

    Es más fácil listar que aplicar los consejos que te comparto en este artículo. Pero piénsalo, si no fuera difícil que uno separara su identidad de su trabajo, Pixar no habría tenido argumentos para crear Toy Story, y Neo probablemente nunca hubiera perseguido al conejo blanco.

    Al final de cuentas, el camino de desarrollo personal que cada uno de nosotros decide tomar es eso: personal. Y está perfectamente bien si al leer este artículo no te identificaste con nada de lo que dije. De hecho, hasta te envidio un poco. Porque pasar por una crisis de identidad es uno de esos momentos que terminan siendo cruciales en la vida de las personas, y no es sencillo sobrellevarlo.

    Pero si leíste esto y te sentiste visto o vista: está bien. Respira. Esto es solo el comienzo, y como dije arriba, no eres la primera ni la última persona que va a pasar por esto. De las herramientas que te compartí arriba toma las que apliquen, ignora las que no, y, definitivamente, háblalo con tu terapeuta.

    Y nos vemos en la siguiente sesión grupal de Soft Skills para Devs.

  • Las 4 fases del conocimiento

    La semana pasada participé en un taller donde aprendimos el valor de escuchar sin intentar resolverle los problemas a otras personas. En la explicación que dio el facilitador, compartió un concepto que me voló la cabeza: las fases del conocimiento. Durante el taller, usó esta idea para recalcar la importancia de mantenerse receptivo ante los sentimientos de los otros.

    No lo había escuchado nunca, pero se me hizo una forma extremadamente práctica de entender cómo es que el conocimiento se vuelve parte de nuestra vida. Y hoy te quiero compartir ese concepto para que lo utilices cada que quieras aprender algo nuevo.

    El conocimiento puede existir en 4 fases dentro de nosotros: Punto Ciego, Aprendizaje, Aplicación y Encarnación.

    Las fases del conocimiento: Punto Ciego, Aprendizaje, Aplicación y Encarnación

    Cada una de estas 4 fases se vive de manera consciente o inconsciente.

    1. Punto Ciego: Inconsciente. No sabes lo que no sabes. Asumes y supones, pero no te cuestionas el porqué de las cosas. Simplemente, aceptas la realidad tal cual. Vives de dogmas y vas por la vida sin preocuparte por los efectos de tus acciones en los demás.
    2. Aprendizaje: Consciente. Por alguna razón, te diste cuenta de tu punto ciego y buscas expandir tu conocimiento. Estudias, investigas, encuentras maneras de desbloquearte.
    3. Aplicación: Consciente. Comienzas a cristalizar tus aprendizajes de la fase pasada. Tomas lo que aprendiste, y lo aplicas para terminar de asimilar el conocimiento. Esto, a su vez, genera más preguntas.
    4. Encarnación: Inconsciente. Lograste dominar tu craft y ahora puedes ejecutar sin pensar; tu conocimiento es inconsciente. Tu conocimiento se vuelve sabiduría. Vuelves a no saber por qué sabes lo que sabes, y esto te expone a nuevos puntos ciegos. El ciclo se repite.

    Si tienes la suficiente astucia, te darás cuenta de que este no es un proceso lineal, sino cíclico. Cuando logras encarnar el conocimiento, en tu mente se libera espacio para poder ponerle atención a otros aspectos de tu vida. Es ahí donde descubrirás más puntos ciegos, y podrás comenzar el camino de nuevo.

    Esta forma de pensar también encaja perfectamente con el efecto Dunning-Kruger (el inverso del síndrome del impostor): “mientras menos sabes, más crees que sabes.” Te hice una gráfica.

    Las 4 fases del conocimiento
    Las 4 fases del conocimiento

    La próxima vez que rechaces una idea, pregúntate:

    • ¿Es este mi punto ciego?
    • ¿Hay algo más que pueda aprender de este tema?
    • ¿Podré aplicar lo que aprenda de esto?

  • La diferencia entre programar y ser desarrollador de software

    La diferencia entre programar y desarrollar es sutil pero importante. Para resaltarla, veamos cómo esta misma diferencia se manifiesta en una industria que podría parecer no tiene nada en común.

    Cuando los doctores trataban enfermedades, no pacientes

    El Doctor Jay Katz escribió en su libro de 1984 The Silent World Between Doctor and Patient:

    Los médicos se sentían obligados a atender las necesidades físicas y emocionales de sus pacientes y a hacerlo por su propia autoridad, sin consultar con sus pacientes sobre las decisiones que debían tomar. La idea de que los pacientes también puedan tener derecho a compartir la carga de las decisiones con sus médicos nunca formó parte del espíritu de la medicina.

    Imagínate despertar de una operación que no pediste, sin una parte de tu cuerpo, porque el médico asumió que 1) querías curarte de una enfermedad que no sabías que tenías, y 2) que lo que decidieron hacer era la única manera de hacerlo.

    Hoy en día, eso (casi) nunca sucede. Y la razón es que hace unos 50 años se crearon leyes de protección al paciente, tomando en cuenta el argumento de Katz: que los pacientes tienen puntos de vista completamente diferentes a los de la ciencia acerca de lo que constituye un tratamiento que valga la pena, y, por tanto, deben de ser consideradas en su plan de tratamiento. Escribió:

    Es peligroso afirmar que en la práctica de su arte y su ciencia, los médicos pueden confiar en sus intenciones benévolas, en su capacidad para juzgar qué es lo correcto o en su capacidad para realizar sus tareas con humanidad, paciencia, prudencia y sabiduría. No es tan fácil. La medicina es una profesión compleja y las interacciones entre médicos y pacientes también lo son.

    La práctica moderna de la medicina no trata enfermedades, sino pacientes. Esto significa que la persona que va a ser tratada está involucrada en la creación del plan de tratamiento desde un inicio. Conoce los pros y contras, y está informada de las implicaciones del procedimiento al que se va a someter.

    La relación doctor-paciente es muy similar a la del desarrollador-negocio.

    Por un lado, hay expertos en una ciencia, técnicamente adeptos, entrenados (y condicionados) para reconocer patrones y resolverlos con herramientas y procedimientos especializados. Del otro, síntomas evidentes y necesidades aparentes que pueden (o no) requerir de intervención técnica.

    La ciencia de la medicina está aún presente en las interacciones de los doctores con sus pacientes. Pero está recubierta por capas y capas de habilidades clave, como:

    1. Comunicación: Los médicos necesitan comunicar de manera clara y comprensible diagnósticos y tratamientos a los pacientes.
    2. Empatía y modales: Es esencial que los médicos muestren empatía y un buen trato para confortar y entender mejor a sus pacientes.
    3. Conocimiento ético y legal: Los médicos deben estar informados sobre las leyes y principios éticos que rigen la atención médica y la confidencialidad del paciente.

    ¿Volverías a consulta con un doctor que la única solución que te ofrece es una operación, y se niega a considerar otras opciones? ¿Tratarías con un doctor que no te da la información con tacto y paciencia, y se ocupa de que entiendas el significado de lo que te está diciendo?

    De programar a resolver problemas

    Algunas personas me voltean los ojos cuando hablo de que las dinámicas entre lo que hacemos en la industria del software y la medicina son muy similares. Sí, las consecuencias de las decisiones que tomamos nosotros, y las de los médicos, son muy diferentes. Sin embargo, propongo aprender de los modelos mentales que les ayudaron a otras personas, en otras profesiones, a resolver cierto tipo de problemas que también nosotros podemos encontrar, aunque en diferente nivel de complejidad.

    Programar es la tarea mecánica de escribir código y decirle a una máquina qué hacer. Desarrollar software se trata de resolver problemas — a veces a través de la escritura de código. Y para resolver problemas, tenemos que tratar con personas.

    Hoy, más que nunca, es vital para las personas que trabajamos en la industria de la tecnología reconocer que tenemos que recubrir nuestras habilidades técnicas con capas de habilidades blandas.

    Este es solo el inicio de la divergencia entre programar y desarrollar

    El 2 de junio de 2021 escribí:

    Con el aspecto técnico resuelto (parcialmente) por inteligencias artificiales, las discusiones técnicas dejarán de ser la parte más importante del desarrollo. Los programadores ahora se dedicarán a tener discusiones sobre la ética y seguridad del código generado por la computadora. Las tareas técnicas serán resueltas, en su mayoría, gracias a la ley de Moore. Desarrollar software ya no se tratará de programar.

    Aún habrá trabajos para escribir código, pero requerirán una alta especialización. Las personas que sigan escribiendo código lo harán para crear la infraestructura que soportará al resto del ecosistema: compiladores, IA, generadores de código, redes, etc.

    Dos años y medio después, seguimos encaminados a ese futuro. Y cada vez más rápido.

  • Así fue mi 2023

    Continuando lo que espero se convierta en un hábito, aquí está mi reseña del año pasado, 2023. La del 2022 la puedes leer aquí.

    Los destaques

    2023 se trató de aprender a estar cómodo con la incomodidad. Durante todo el año, hubo varios eventos que pusieron a prueba mi capacidad de mantenerme calmado y presente, tanto personal como profesionalmente.

    En retrospectiva, no fue un año fácil. Tampoco fue un año normal (no anticipo y tampoco espero tener un año similar de manera regular).

    Pero por más vertiginoso que haya sido, le agradezco a mi yo del pasado por haber tomado decisiones que me permitieron planear y ejecutar grandes cambios en mi vida, así como sobrellevar los que no había anticipado ni planeado.

    En orden vagamente cronológico, aquí algunos destaques de este año:

    • Me contagié de COVID. Hasta donde sé, solo he tenido COVID-19 una vez en mi vida.
    • Continué invirtiendo en mejorar mi salud financiera y relación con el dinero. Me siento orgulloso de cómo he logrado sanar todas esas heridas cognitivas y emocionales que me estaban haciendo vivir frustrado y con miedo, económicamente hablando.
    • Mi novia se mudó a vivir conmigo.
    • Luego nos mudamos a Guadalajara. Mi intención original era irme a CDMX, pero elegimos Guadalajara como un punto intermedio. Después de todo, la ciudad en la que terminaría no era una prioridad tan grande como irme de Colima.
    • Vi a Taylor Swift y Kurt en concierto (por separado). Aunque este año no hubo tantos conciertos como el año pasado, a los que fui fueron experiencias increíbles.
    • Retomé la terapia de manera regular. Regresé a la terapia Cognitiva Conductual con el mismo terapeuta que conocí durante pandemia.
    • Hice un esfuerzo más consciente por tomar vacaciones en forma, en vez de solo tener días sin trabajar. Hice varios viajes por placer, completamente desconectado del trabajo. Aprendí bastante sobre mí mismo en el proceso, y por fin pude conocer lo que es regresar de vacaciones sin preocuparme por cómo iba a pagarlo.
    • Este año tuve que hacerle cara al cambio. El cambio da miedo, y más cuando llegar por factores externos. Durante 2023, la única constante que las cosas cambiaban a cada rato. Personalmente, la ciudad, relaciones con amigos y familia, hábitos, rutinas, clima. Laboralmente, cambié de manager en 4 ocasiones, y terminé el año con 3 veces más reportes que con los que inicié.

    Los libros que leí

    Gravité mucho más hacia temas abstractos, lecturas menos tácticas. Aquí hay una lista de algunos de los libros que leí durante los últimos 12 meses, más o menos en orden cronológico:

    Mientras hacía esta recapitulación de las lecturas del año, noté algo interesante: leí más o menos la misma cantidad de libros que el año pasado, pero guardé digitalmente menos pasajes e ideas de ellos. En su lugar, subrayé más.

    Vuelos

    Uno de mis hobbies es aprender sobre aviones y aeronáutica — desde niño. Así que, naturalmente, soy un poco obsesivo con saber todos los detalles de cada avión al que me subo.

    Desde el año pasado, comencé a usar Flighty para llevar el registro de mis viajes. Aquí está la información de este año:

    • Tomé 23 vuelos, en 4 aerolíneas
    • Cubriendo una distancia de 35,658 km
    • Visité 8 aeropuertos diferentes en dos países (México y Estados Unidos)
    • Mi ruta más popular fue GDL → MEX
    • La aeronave que más utilicé fue el Boeing 737-800
    • La aerolínea que más usé fue Aeroméxico

    Mi salud mental/estabilidad emocional

    Continúo usando Daylio para llevar el seguimiento de mi salud mental y bienestar general. Estoy orgulloso de que este año llevé un registro mucho más detallado que el año pasado, con una entrada por cada día del año.

    Recientemente, Apple lanzó su propia aplicación de journaling. La comencé a usar casualmente, y me gusta mucho la integración que tiene con el sistema y las otras aplicaciones. Por lo pronto, Daylio sigue siendo mi aplicación principal, pero no descarto que Journal tome más prominencia en mi día a día.

    Mi resumen de 2023:

    • Registré 416 entradas y un total de 1843 actividades en el diario.
    • El mejor día de la semana, en promedio, fue el domingo.
    • Mi mejor mes, enero.
    • Mi estabilidad anímica fue de 84/100, 3 puntos menos que el año pasado. Tiene sentido, en retrospectiva.
    • De acuerdo al análisis, la actividad que más influencia tiene sobre mi estado de ánimo es una buena noche de dormir.

    Además, esto es lo que he hecho para promover mi salud mental y estabilidad emocional:

    No estoy expuesto a redes sociales. A finales del año pasado cerré mis cuentas de Twitter. Cuando Apollo dejó de funcionar en junio, también dejé de usar Reddit. Hoy en día la única red social que tengo y mantengo activamente es LinkedIn. Fuera de eso, no estoy expuesto a ningún tipo de contenido de redes sociales, más que por el ocasional enlace que me envían por iMessage, Telegram, o WhatsApp. Además, Facebook, Twitter, Instagram, Reddit y TikTok están bloqueados en la red de mi casa (uso eero Plus, y únicamente mis dispositivos tienen estas restricciones), así que si estoy en mi casa, aunque me manden contenido de redes sociales, no los puedo ver.

    Los últimos 3 o 4 meses del año, hice un esfuerzo puntual por dejar de usar mi teléfono. Esto a raíz de que me di cuenta (gracias a Screen Time) que por ahí de mitad de año, mi promedio de uso diario del teléfono andaba en las 3 o 4 horas. Me pareció inaceptable pasar tanto tiempo al día viendo un rectángulo de cristal. El último mes del año, mi uso del teléfono se ha reducido a un promedio de un poco más de una hora diaria, algunas semanas llegando a ser menos de 30 minutos.

    Separé mi espacio de trabajo de mi espacio de recreación y vivienda. Prácticamente, durante toda la pandemia, el espacio de trabajo dedicado (cuando tenía uno) estuvo en el mismo espacio físico que mi sala o comedor. Aprendí a la mala, que a la larga, trabajar y descansar en el mismo espacio físico no es bueno para mí. Cambiar de “modo trabajo” a “modo descanso” significaba dar 5 pasos de un sillón a otro. Una de las primeras cosas que busqué al mudarme, fue que mi espacio de trabajo estuviera fuera de mi hogar. Y ha funcionado de maravilla.

    Actividad física

    2023 fue… complicado. En general, no me siento tan cómodo con mi rendimiento en el año, y me costó mucho trabajo mantener algún tipo de rutina de ejercicio.

    Ejercicio

    Toma en cuenta que únicamente representan mis workouts, no mi actividad total durante el día. Los dos tipos de entrenamiento principales durante mi año fueron caminata y entrenamiento funcional.

    Caminar se ha vuelto mi ejercicio más común. Es lo que cupo en mi estilo de vida durante el año de manera constante, para bien o para mal.

    En general, en 2023 casi hice el doble de caminatas — casi todas las métricas subieron un 98 % comparación del año pasado.

    • Registré 483 sesiones de caminata (vs. 243 en 2022)
    • Di 1,221,825 pasos (vs. 662,417 en 2022)
    • Recorrí 1,005.4 km (vs. 547.14 km en 2022)
    • Quemé 136,600 kcal (vs. 72 000 en 2022)

    Otros datos:

    • Lo más que caminé en una sola sesión fueron 11,418 pasos, el 25 de junio.
    • Mi caminata promedio duró 33:40 minutos.
    • En total pasé 272 horas con 34 minutos caminando.

    Por temporadas, también hice Yoga. Usé mi suscripción de Apple Health+ para tomar las clases, que me gustaron bastante. Sigo haciendo Yoga de vez en cuando.

    Desde que me mudé a Guadalajara, utilizo bicicleta para ir a mi oficina de manera regular. Es un trayecto de más o menos 8 minutos, cuesta arriba de ida, y unos 5 de regreso. No es mucho, pero lo hago un par de veces al día, de lunes a viernes.

    Tomando en cuenta todas mis sesiones de entrenamiento del año:

    • Pasé 11 días con 8 horas y 34 minutos haciendo ejercicio.
    • La duración promedio de la sesión de entrenamiento fue de 33:40 minutos.
    • Quemé 136,603 kcal.
    • 111 bpm es mi frecuencia cardiaca máxima promedio cuando entreno.

    Sobre mi salud en general

    Estos datos también los saqué directamente de Apple Health. Toma en cuenta que uso un Apple Watch todos los días, pero no para dormir:

    • Promedio de 64 cuentas por minuto en mi frecuencia cardiaca en descanso.
    • Quemé 8 000 kcal totales por semana.
    • Dormí 8.2 horas diarias.

    Este año, el problema con mis pies (espolón calcáneo en ambos) se hizo más prominente. Comencé a usar plantillas de manera regular para mitigar la molestia, y a tomar de manera crónica antiinflamatorios y relajantes de músculos todas las mañanas. El dolor se ha hecho más molesto, y me ha impedido retomar algunas rutinas de ejercicio que me gustaban bastante (saltar la cuerda, correr, etc.). No descarto recurrir a cirugía el próximo año.

    Otra cosa importante del 2023, es que dejé de tomar alcohol y refresco. Al momento de escribir esto, llevo 228 días sin consumir ninguno de los dos, y planeo continuar con la tendencia. En 2024 me gustaría incluir productos de harina a esa lista.

    Mes a mes

    Aquí una visión más granular de lo que pasó mes con mes.

    Enero: No sucedió mucho, fue un mes bastante normal. Un par de idas a la playa a Manzanillo, y un par de escapadas a Guadalajara para intentar romper la rutina. Me hice un chequeo de salud general.

    Febrero: decidí que ya no quería estar en Colima, y comencé a planear la migración a otro estado. Platicando con mi novia, decidimos que lo queríamos hacer juntos.

    Marzo: me di cuenta de que mi pasaporte había expirado intentando hacer el check-in para un viaje de trabajo a Nueva York. Semana de vacaciones en La Paz y Los Cabos con amigos de mi novia, mi highlight siendo el día completo que pasamos en Balandra. Regresando de las vacaciones, se mudó a mi casa. Regresé con mi terapeuta del año antepasado porque sentí que necesitaba un chequeo rápido. Todo bien.

    Abril: no quise que me pasara lo mismo con mi visa, así que la renové aunque aún tuviera un año de vigencia. Comenzamos a buscar zonas para vivir en Guadalajara.

    Mayo: estuve en Nueva York por prácticamente la mitad del mes, en viajes separados. El primero fue por trabajo, para participar en un evento de la compañía. Y el segundo, vimos a Taylor Swift en concierto.

    Junio: a mediados nos mudamos a Guadalajara. Rentamos un Airbnb por 30 días para poder establecernos en lo que buscábamos un departamento permanente. Afortunadamente, lo encontramos la primera semana, y el resto del mes lo dedicamos a planear la mudanza definitiva. Fuimos a CDMX a la boda de una de mis mejores amigas.

    Julio: la primera mitad del mes estuvimos en mudanza gradual del Airbnb al nuevo departamento. La segunda mitad, la dedicamos a amueblarlo y a ir a Colima unas cuantas veces para recoger cosas que nos habían hecho falta.

    Agosto: se trató de asentarnos en el nuevo espacio, rutina y ambiente.

    Septiembre: seguimos estableciéndonos en la rutina. Mi novia me hizo notar algunos comportamientos que yo estaba teniendo, que sonaban a que la ansiedad/depresión estaba volviendo a aparecer. Regresé a terapia semanal.

    Octubre: mes bastante callado, donde seguimos únicamente enfocándonos en descifrar nuestra nueva rutina.

    Noviembre: le regalé a mi mamá y hermano un viaje a CDMX por sus cumpleaños, y di una charla en un evento público de la empresa donde trabajo. Se casó una prima y fuimos a su boda, y vimos a Kurt en concierto.

    Diciembre: me autorregalé un viaje a Hawái por mi cumpleaños número 30 (!). Mi novia y yo estuvimos disfrutando de las playas de O’ahu por 11 días. Al regresar de vacaciones a mitad de mes, desafortunadamente la empresa para la que trabajo tuvo layoffs. El resto del mes lo dediqué a terminar pendientes, visitar familia, y prepararme para el siguiente año.

    Las personas

    Agueda, Francisco, Vanessa, Jonathan, Carlos, Ilse, Carlos M., Sean, Isabel, Martha, Gerardo, Darwin.

    Fueron claves durante mi año. Gracias totales a cada una de ellas.

  • Sobreviví un layoff, y esto es lo que aprendí de mí mismo en el proceso

    Desde que comenzaron los rumores de que habría un layoff, hasta que recibimos la noticia de cuántas personas serían afectadas, pasaron aproximadamente 18 horas. Las 18 horas con más ansiedad que recuerdo vivido desde que inició la pandemia.

    Los layoffs son una realidad de la industria, sobre todo recientemente. Tan solo en 2023, 1,167 empresas de tecnología cortaron, en conjunto, a más de 250 000 personas.

    Me habían despedido de trabajos antes, pero un layoff pega diferente. Las ocasiones que me despidieron, por lo menos había una relación apreciable entre mi performance y la decisión de dejarme ir — claramente no lo estaba haciendo bien, y aunque no fue un momento agradable, pude entender el “por qué” y procesar mis emociones a través de ese lente.

    El prospecto de un layoff, en cambio, es que podrías no tener un empleo dentro de un par de horas, por factores que tú no tienes cómo controlar ni prever, y no puedes inferir qué futuro te espera. Es una moneda al aire.

    Hace poco me vi en la necesidad de enfrentar esta situación. Te quiero contar cómo lo viví, lo que aprendí de la experiencia, y darte algunos consejos de cómo sobrellevar la situación cuando te toque.

    Los rumores del layoff

    Los rumores de layoffs viajan rápido dentro de las empresas. Ya había terminado mi día de trabajo cuando por WhatsApp algunos compañeros me comentaron que sospechaban que al día siguiente sucedería uno.

    Comencé a hacer mi diligencia para intentar encontrar alguna confirmación oficial, pero no fue un esfuerzo muy productivo. Nadie sabía nada. Ni mi manager, ni su manager. Sin embargo, y sin entrar en detalles, varios factores apuntaban a que al día siguiente sucedería algo grande — y no pintaba bien.

    Después de un par de horas investigando sin tener más información que apuntara a algún lugar concreto, le dije a mi manager que me desconectaría y estaría al pendiente la mañana siguiente. Inmediatamente, fui con mi novia y le platiqué lo que estaba sucediendo. “Probablemente, haya un layoff mañana, y no sé si me va a tocar. Para que estés lista.”

    Intenté calmarme y distraerme. Fui al gimnasio, saqué a pasear a los perros. Para cuando me acosté, me sentía bastante tranquilo.

    Preparándome… por cualquier cosa

    A la 1  am, apenas un par de horas después de haberme ido a dormir, desperté de golpe, con palpitaciones. Estuve un poco menos de dos horas dando vueltas en la cama, imaginándome todos los posibles escenarios en los que me podría encontrar por la mañana. Hasta hice una lista mental de todas las personas que podría contactar en caso de que necesitara encontrar un nuevo empleo pronto.

    A las 3 am entendí que me iba a ser imposible dormir, así que me levanté. En la sala de mi departamento había una carga recién salida de la lavadora; me preparé un café, me puse mis audífonos y comencé a acomodarla. Luego desayuné, escuché otro podcast, vi una película y un documental, y a los primeros rayos de luz de la mañana salí a caminar con uno de mis perros.

    Cuando decidí que tenía que prepararme para lo que fuera a venir, lo primero que hice fue asumir que sucedería lo peor: me quedaría sin empleo ese día.

    Descargué mis recibos de nómina, en caso de que necesitara hacer algún trámite. También exporté mis performance reviews de los últimos dos años para sustanciar mi CV en caso de que tuviera que aplicar a nuevas vacantes pronto. Además, respaldé cualquier información personal que pudiera tener en mi computadora de trabajo en un disco duro externo.

    Una noticia importante sobre la empresa

    Tanto se ha escuchado en la industria de cómo las empresas ejecutan sus layoffs, que más o menos ya sabes qué esperar: por la mañana te va a llegar una invitación a una llamada con el CEO, donde se va a compartir “una noticia importante sobre la empresa”, e inmediatamente después te va a llegar un correo con más información.

    Eso fue justamente lo que sucedió.

    A las 8 am, cuando llegó una invitación para una llamada a las 10, mi computadora de trabajo estaba lista para ser devuelta prácticamente como nueva, en caso de ser necesario.

    Media hora antes del comunicado oficial, platiqué con uno de mis mentores — que también fue mi manager antes, y ahora es más un amigo — y, por 30 minutos, hablamos de viajes, playas, vacaciones y hoteles. Aunque sabíamos que activamente estábamos intentando distraernos para no pensar en lo que vendría pronto, nos seguimos mutuamente la corriente. Y tuvo éxito. 2 minutos antes de las 10, nos deseamos suerte, y cambiamos de llamada.

    El layoff

    Para las 10:15 am ya tenía la claridad que ansiaba tener. Sí, habría un layoff que impactaría a más del 10 % de la compañía. Pero yo no estaba dentro de la lista de personas afectadas.

    Las siguientes horas fueron una combinación extraña de sentimientos y emociones. Primero el alivio de aún tener empleo, luego la ansiedad de saber quién ya no, y la incertidumbre de qué significaría eso para los que nos quedamos. Luego, vino el ejercicio medio tétrico de revisar uno por uno los canales de Slack que frecuentaba, tratando de identificar quién simplemente no tenía Slack abierto, y quién ya no tenía acceso.

    Poco a poco, nombres familiares fueron apareciendo en LinkedIn compartiendo la noticia.

    Para el final del día, y después de múltiples llamadas con el equipo de liderazgo, donde se nos dio más claridad sobre lo que vendría después, fue cuando por fin empecé a entender las implicaciones de lo que había pasado.

    Me fui a dormir a las 5 pm.

    Lo que aprendí

    Todos tenemos una idea de cómo reaccionaríamos ante una mala noticia. Recientemente, aprendí que la que yo tenía no estaba para nada cercana a la realidad. El fenómeno psicológico de intentar anticipar cómo nos va a afectar emocionalmente una situación en el futuro se llama Affective Forecasting, y es uno de los puntos ciegos más grandes que sufrimos los humanos.

    Si hace un mes me hubieras preguntado cómo me afectaría emocionalmente sobrevivir un layoff, te hubiera respondido que sí, habría estado triste, pero no sería para tanto. Hoy te puedo decir, habiendo vivido exactamente eso, que no pude estar más en lo incorrecto.

    Lo que anticipaba simplemente como tristeza, es en realidad un cóctel, que viene y va, de frustración, incertidumbre, nerviosismo, pena, duelo, agobio, desesperación; mezclado con felicidad, agradecimiento, orgullo y optimismo. Y sí, sí fue para tanto.

    En retrospectiva, esta experiencia hizo darme cuenta de dos cosas. Primero, que me gusta mi trabajo, me siento capaz y contento con lo que hago, y me dolería perder la oportunidad de colaborar con las personas que tengo a mi alrededor. Bien dicen que uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde. En mi caso, el mero prospecto de poder perder mi empleo me detonó un ataque de ansiedad que me transportó a esos primeros meses de pandemia — horrible.

    Segundo, y más importante: que aún me queda mucho trabajo personal por hacer para continuar separando mi identidad personal de mi situación laboral. Entiendo que perder algo que valoras debería de provocarte una reacción — somos humanos, después de todo. Pero, personalmente, aspiro a desligar mi valor como persona de algo que en cualquier momento podría perder, incluso por factores externos y sin tener la más mínima injerencia. En esta ocasión, más que simplemente perder mi empleo, vi mi valor personal — relaciones, ego, status — directamente en riesgo.

    Consejos para sobrellevar el prospecto de un layoff

    Para cuando los rumores comiencen en tu compañía, puede ser demasiado tarde. Y probablemente entres en el mismo ciclo mental que yo, y todos con los que platiqué mientras sucedía, entramos recientemente: pánico, miedo, ansiedad, duelo anticipado.

    Pero si de algo sirve, aquí te dejo algunos consejos para sobrellevar el prospecto de layoffs en tu empresa. Estos son míos:

    Busca una red de apoyo emocional. Procura no aislarte durante este proceso, porque eso únicamente lo hará más difícil. Acércate con personas que sepas que tienen tu bienestar en mente, y que podrían apreciar las implicaciones de lo que significa pasar por una situación como esta. En mi caso, me apoyé con mi novia, dos amigos cercanos, y un puñado de personas dentro de la compañía. Aprecio que simplemente pasar por esto acompañado hizo que todo fuera un poco más sencillo para mí, por más desgastante que fue la experiencia en general.

    Asegúrate de tener una copia de cualquier evidencia que valide tus competencias, desempeño, o impacto en la empresa. Algo que como manager les digo a mis equipos, es que cualquier logro y aprendizaje que tengan dentro de la empresa es suyo: cuando ya no trabajen aquí, ese conocimiento, aprendizaje, orgullo, impacto se lo llevarán con ellos. De modo idealista, está muy padre. De manera práctica, necesitas una forma de comprobarlo. Mantén un diario de logros (o un brag document), y recopila retroalimentación constantemente de tus compañeros y tu manager. Estos deberías de tenerlos en un lugar que tú controles.

    Blíndate económicamente. No lo sé a ciencia cierta, pero puedo intuir que no la habría pasado con tanta angustia, si para este momento hubiera tenido un poco más de reservas de emergencia. Tal vez esté en lo incorrecto, y al pasar de nuevo por esta situación con más ahorros me sienta igual, o hasta peor — como dije arriba, creo que mi reto es cómo mi empleo moldea mi identidad. Además, el dinero también es un asunto emocional. Pero más vale prevenir.

    También le pedí a personas cercanas que aportaran sus perspectivas. Aquí están algunas de ellas:

    • Javier: Desde el punto de vista mental y emocional, soy mucho de reconocer que cada quien maneja estos procesos a su manera. Hay unos que necesitan tomarse tiempo de mental health, hay otros que mejor le dan al trabajo, otros usan actividades como ejercicio, leer, etc. Es muy importante saber qué es lo que te da ese centro, para poder recurrir a eso en momentos de crisis, y respetar el espacio de la gente que lo procesa de manera diferente.
    • Alex: Este es el momento de ser vulnerable, se vale llorar, gritar, golpear, blame, vent, etc. Si no permitimos que la emoción fluya, eventualmente nos va a explotar más tarde y va a ser más complicado. Escúchate, qué es lo que tú necesitas y sobre ello, hazlo, es el momento. Fortalecer o crear una red de apoyo con peers y hacer uso real de ella. Como manager, reconocer que la gente con la que trabajamos no es robot: que tenemos emociones y que de alguna u otra manera somos impactados. Lo comuniqué también con mi leadership, en este caso para dar visibilidad de no esperar la misma velocidad de trabajo de mi equipo, que la velocidad aminorará, que nuestros deadlines no serán alcanzados y serán empujados un poco más.

    ¿Qué sigue?

    Para como está la situación actual, creo que sería bastante ingenuo asumir que no se necesita estar preparado para un evento como este. Pero es difícil. En un mundo como en el que vivimos actualmente, el trabajo sigue ocupando una gran parte de nuestra vida. La idea — el prospecto — de perder algo a lo que le dedicas un tercio del tiempo que pasas despierto, es completamente abrumador.

    Además, como se mencionó arriba: cada quien lidia con esto como puede. No hay un playbook, o un set de pasos a cumplir para salir librado de una situación como esta. Lo laboral significa algo completamente diferente para cada quien: a algunos nos pega más que a otros. Así que creo que es responsabilidad de cada quien saber qué es lo que necesitamos para procesar el evento y metabolizar la experiencia.

    Finalmente, quiero aclarar que es prácticamente imposible capturar todo lo que pasa por nuestras mentes en situaciones como esta. Yo no tuve la oportunidad de reaccionar emocionalmente hasta que terminé de escribir este artículo, muchos días después: literalmente hice catarsis y me solté a llorar. Y fui de los afortunados que se quedaron — reconozco ese privilegio. Tan solo me puedo imaginar qué es lo que están pasando los que se fueron. A todos ellos, I’m here for you. ❤️

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