Sé alegre y vive la vida

Científicos descubrieron un mosaico de hace 2 400 años: un esqueleto sonriente con pan en una mano y vino en la otra, junto a un mensaje simple — sé alegre y vive la vida. El mensaje, muy aspiracional, toma otro significado cuando te das cuenta de que los que lo crearon llevan muertos más tiempo de lo que ha existido la religión católica. Suena más a advertencia, que a consejo new age.

Nadie escarmienta en cabeza ajena, se sabe. Pero, wey, ¿cuánto tiempo y esfuerzo y frustración nos ahorraríamos si tuviéramos la capacidad de confiar de vez en cuando en la sabiduría de los que vinieron antes que nosotros? Y no quiero decir de forma dogmática, sino desde el reconocimiento de que lo que nos está tocando vivir no es nada nuevo y miles de millones de personas han resuelto problemas fundamentalmente similares a los nuestros y han compartido sus aprendizajes por miles de años.

Constantemente les recuerdo a las personas con las que trabajo: la tecnología; el proyecto; el deadline; todo es circunstancial, y puede cambiar en cualquier momento. Lo que no va a cambiar es que vamos a necesitar trabajar con otras personas para hacer el trabajo, y que compartimos, por lo menos, 2 000 años de bagaje y evolución y condicionamiento de nuestro comportamiento que no va a cambiar por simple fuerza de voluntad.

Por más intelectual y racional que creas que eres, no dejas de ser humano — un animal emocional, social y tribal.

Sé alegre y vive la vida suena muy de mamador, lo acepto. Pero tiene algo de verdad. Haciendo suficiente zoom out, te das cuenta de que muchas de las cosas por las que se te anda acabando el mundo a cada rato son realmente nada consecuentes. Ojalá todos los problemas fueran tan complejos como lo que nos toca resolver en la chamba. Nuestra vida sería taaaaaan sencilla si los problemas que realmente importan, así como en la oficina, se pudieran resolver nada más con tantita empatía y compasión…

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