• Solo por hoy

    Últimamente en mi vida personal he buscado adoptar una mentalidad inspirada de un mantra muy usado en círculos de recuperación: “un día a la vez.”

    Cuando las cosas se ponen difíciles, podemos caer en pensamientos fatalistas y creer que así va a ser siempre.

    Lo que los programas como los de 12 pasos de AA te enseñan es que no, no es cierto.

    Porque “solo por hoy” tienes que enfrentar el problema.

    “Solo por hoy” tienes que hacer ejercicio.

    “Solo por hoy” tienes que mantenerte ocupado.

    “Solo por hoy” tienes que mantenerte sobrio.

    Mañana es incierto. Lo único que tienes es hoy.

    Así que solo por hoy, mantente en la dirección en la que quieres —en la que necesitas— ir.

  • Velocidad vs. dirección

    Es probable que tengas urgencia de que las cosas sucedan. Es probable que tengas ansias por terminar, por avanzar, por ganar… por llegar.

    La cosa es que la velocidad no es lo más importante cuando se trata de construir una carrera sostenible; de procurar tu salud mental, y estabilidad a largo plazo.

    Porque la velocidad no te dice si vas en la dirección correcta.

    Y la realidad es que si te enfocas únicamente en ir más rápido, podrías estar yendo más rápido hacia un lugar a donde no quieres ir.

    ¿Por qué harías eso?

    Mejor enfócate en la dirección. Procura mantenerte en ella, independientemente de la velocidad a la que vayas.

    Tarde pero seguro, dicen. Pero no, no es tarde. Porque cada quien llega a la hora que tiene que llegar.

  • ¿Y si dejas que las cosas sucedan?

    Si les das la oportunidad, otras personas van a decidir por ti.

    No necesariamente por malicia o “por chingar”. Pero el efecto puede ser el mismo.

    Recuerda que tienes la capacidad de tomar tus propias decisiones. La responsabilidad de ejercer tu sentido de agencia, que es una de las cosas principales que te hace humano.

    Ir por la vida “dejando que las cosas sucedan” es una receta para que otras personas decidan por ti. Y es en esencia una renuncia a uno de tus mayores dones.

    Como dije en mi último video, “el problema no es hacerte la pregunta, el problema es qué vas a hacer con la respuesta”.

    ¿Sientes que no estás yendo hacia donde quieres ir? ¿Qué decisiones no tomaste que ocasionaron esto?

    Toma el control. No dejes — haz que las cosas sucedan.

  • Decir que sí es decir que no

    Todo en esta vida se trata de una concesión.

    Decir que sí a algo, significa decirle que no a otra cosa. Compromisos, cosas, espacio.

    Tomar una oportunidad significa que estás dejando ir otras. Porque solamente puedes hacer una cosa, y estar en un lugar, a la vez. Se le conoce como “costo de oportunidad”, y es un fenómeno psicológico que está bien documentado.

    Es por eso que cuando decidas hacer algo, te recomiendo estar consciente de que inherentemente estarás decidiendo no hacer otra cosa.

    Es una realidad con la que tienes que estar cómodo. Pero no te digo esto para que pienses de más las cosas, porque puedes terminar por no hacer nada en primer lugar.

    Hazlo. Di que sí, pero de manera consciente.

    Toma el feedback, recalibra, e intenta de nuevo.

  • Busca salir de la rutina

    A veces la rutina es buena. Nos da estructura, predictibilidad.

    A algunos nos funciona eso.

    Para otros, es el infierno en la tierra.

    Pero incluso para los que nos funciona, no lo hace siempre. En lo personal, más de 3 semanas de rutina, y me comienzo a desesperar. 2 semanas es mi punto óptimo.

    Esto solo lo he aprendido haciéndome consciente de los efectos que mi entorno tiene en mí.

    Y es por eso que hoy en día prefiero pensar en términos de rituales, y no de rutinas.

    Esta semana, por ejemplo, salgo de mi rutina estando en CDMX por trabajo. Solamente el cambio de escenario, y ya siento que varios de los temas que traía atorados se están comenzando a mover.

    Aunque también significó que no pude mandar este correo en la mañana. Pero igual lo hice. El ritual funciona.

    Así que… este es un recordatorio.

    De vez en cuando, sal de la rutina. Aunque te funcione.

  • ¿Cuál es tu plan de respaldo?

    “Voy a apostarlo todo, y a quedarme sin una red de emergencia. Porque solo así me obligaré a mí mismo a hacer las cosas bien.”

    De acuerdo con ese pensamiento cuando se trata de aprender a andar en bicicleta. Un raspón, te levantas, y listo.

    Pero, ¿lo quieres aplicar para cosas más trascendentales? ¿Y aparte, sabiendo que tienes personas que dependen de ti?

    ¿Por qué te pondrías tú mismo en una situación tan complicada?

    Deja de intentar ser el héroe; de glorificar el sacrificio. De ignorar voluntariamente los riesgos a los que te estás exponiendo, confiando en que “seguramente va a salir bien.”

    Apuesta por tu emprendimiento, pero no descuides las habilidades que te podrían conseguir un empleo si algo sale mal.

    Ahorra.

    Diversifica tus ingresos.

    Haz las cosas bien.

    Porque te lo prometo: a nadie le va a importar que hayas vencido todas las adversidades.

    Pero sí nos va a importar que estés bien.

  • Poco a poco

    “El bienestar se logra de a pasos pequeños, pero no es poca cosa.” Eso es lo que dijo Zeno, fundador de la escuela estoica, y lo mismo aplica para otros aspectos de nuestra vida.

    Una carrera se construye una decisión a la vez. Una relación se nutre momento a momento. A una meta se llega paso por paso.

    Poco a poco.

    Con paciencia.

    Porque en cada situación, por más extenuante que sea, debemos tener el temple y temperamento para dejar que las cosas sucedan a un ritmo sostenible.

    En 1945, F. D. Roosevelt expresó su deseo de que la conferencia de Yalta no durara más de 4 o 5 días. Churchill respondió: “No veo modo de que nuestros deseos de organizar al mundo se cumplan en 4 o 5 días. Hasta el Altísimo se tomó 7.”

    Claramente, no todos estamos buscando resolver un conflicto mundial.

    Pero a final de cuentas, como dicen, “cada cabeza es un mundo”.

  • Limita tus opciones

    Crecimos con la idea de que una de las mejores cosas que podríamos hacer es buscar tener el mayor número de opciones disponibles. “Por si algo pasa.”

    Nadie nos dijo que, al aumentar nuestras opciones, también aumentan nuestros puntos de comparación.

    En nuestra búsqueda de querer siempre lo mejor —para nosotros, nuestra familia, las personas que nos importan— terminamos siendo infelices. Porque mientras más puntos de comparación tenemos, más defectos le encontramos a lo que sí logramos.

    En The Paradox of Choice, Barry Schwartz argumenta que el exceso de opciones puede llevar a la parálisis en la toma de decisiones y a una menor satisfacción con lo que elegimos. En otras palabras, quienes tienen más opciones terminan siendo más infelices. Esto refleja lo que alguna vez dijo Theodore Roosevelt: “La comparación es el ladrón de la felicidad.”

    Esto no significa que debamos renunciar a nuestras aspiraciones o deseos. Ese extremo tampoco es sostenible.

    El equilibrio, según Schwartz, está en aprender a estar contentos con lo “suficientemente bueno” y dejar de perseguir siempre “lo mejor.”

    Reflexiona: ¿Qué aspecto de tu vida te está causando frustración, estrés, o infelicidad porque estás buscando “lo mejor,” cuando ya tienes algo suficientemente bueno? ¿Cómo cambiaría tu perspectiva si aprendieras a valorar lo que ya tienes?

  • Tienes que ser parte del proceso

    Si tienes grandes aspiraciones, no puedes esperar que las cosas sucedan como por arte de magia.

    Si quieres llegar a la cima, tienes que poder mostrar el desgaste en tus manos, rodillas, codos.

    Porque el llegar es un instante; se termina antes de lo que puedes disfrutarlo. Pero el proceso — es arduo, difícil, y también satisfactorio.

    Las cicatrices y aprendizajes se quedan contigo cuando el momento ya desvanece.

    Y recuerda: tú decidiste estar aquí. Tú decidiste comprometerte. Nadie te obligó. ¿Por qué le huirías a la parte más emocionante de crecer, que es cometer errores?

    No. No le huyes.

    Abrazas las dificultades, y las transformas en aprendizajes.

    Porque eres parte del proceso.

  • ¿Qué tan adaptable eres?

    Todos tenemos cosas que queremos lograr en nuestra vida, en nuestra carrera. Ideales a los que aspiramos, y metas por cumplir.

    A veces tenemos tantas ganas de hacerlo que perdemos la perspectiva. Y nos clavamos tanto en nuestra visión de cómo “deberían” de ser las cosas, que comenzamos a tomar decisiones que nos alejan de lo que queremos hacer.

    La pregunta es, ¿qué tan adaptable eres?

    Hay muchas maneras de verlo: Tony Robbins dice que “tienes que comprometerte con tus decisiones, pero ser flexible con cómo las ejecutas”. “Firme con tus objetivos, pero flexible con tus circunstancias,” es otra frase que se me viene a la mente.

    “Planear es todo, pero los planes no sirven de nada”, dijo Eisenhower.

    “Estudia el camino, pero prepárate para desviarte.”

    Porque todos tenemos ideas de cómo deberían de ser las cosas. Sin embargo, rara vez van a encajar en la realidad sin concesiones.

    Recuerda: “strong opinions, loosely held.”

  • Primero explícalo, luego resuélvelo

    En las últimas semanas, he estado explorando una nueva técnica de productividad.

    Nueva para mí, por lo menos.

    Cuando te la cuente, vas a pensar que estoy bromeando de lo simple y obvia que es.

    Pero aquí va: primero explica el problema, antes de intentar resolverlo.

    Así de simple.

    Gracias a mis ejercicios de Morning Pages, me he dado cuenta de que las cosas son más simples cuando te tomas el tiempo de explicarlas.

    Que por lo menos el 50 % del peso de un proyecto, viene de la ambigüedad de las cosas que no están definidas.

    Charles Kettering lo dijo bien: “Un problema bien explicado, es un problema resuelto a la mitad.”

    De manera práctica: ¿cómo se ha visto esto en mi día a día? Simple: anotar en mi lista de cosas por hacer hasta la acción más pequeña, por más insignificante, que me ayudará a “agarrar vuelo” para resolver el problema.

    En mis proyectos de OmniFocus, encontrarás tareas como “crear un nuevo documento”, “leer el mensaje de Slack”, “encontrar un espacio en el calendario”.

    Estas tareas sirven para bajar la barrera de entrada para comenzar el proyecto. He encontrado que muchas veces, lo que quiero hacer únicamente se siente más complicado, pero no lo es. Y no es hasta que destilo el proyecto en tareas atómicas —tan simples como “abre una nueva pestaña de Chrome”— que genero el momentum necesario para terminar el proyecto.

    Así que el consejo de hoy es: primero explícalo, luego resuélvelo.

    Genera ese momentum.

  • No seas un pasajero

    Si de verdad te gustaría vivir esa vida que tanto sueñas, necesitas de dejar que las cosas simplemente sucedan.

    Porque mientras es sencillo “dejarse ir con la corriente”, y rezar para que el mundo esté de tu lado, no te estás haciendo ningún favor.

    Hay un adagio que dice, “como haces una cosa es como haces todas.”

    Si te acostumbras a decir mentiras pequeñas, no te va a costar trabajo decir mentiras grandes.

    Si haces las cosas que no son importantes “al ahí se va”, también vas a hacerlo así cuando se traten de cosas que realmente importan.

    Sucede lo mismo con tu capacidad de tomar decisiones que influencian tu vida. Si no eres capaz de tomar decisiones pequeñas, ¿por qué creerías que vas a poder hacerlo con decisiones grandes?

    El músculo de tomar decisiones es uno que se tiene que ejercitar. Y como cualquier otro músculo, el proceso va a doler — al principio. Después será parte de tu naturaleza. De quien eres.

    Cancela esa junta a la que no quieres ir. Organiza tu calendario para que haga sentido con tus prioridades. Manda ese correo que estás seguro de que no te contestarán, pero que en el fondo esperas que sí lo hagan.

    Necesitas comenzar a ejercer tu sentido de agencia. Comenzando por decisiones pequeñas. Porque cuando se trate de cosas más grandes, lo vas a necesitar.

    Apuesta por ti. Cree en ti. Y falla, ahorita que puedes.

  • Hay dos formas de ver las cosas

    Una es a través de los resultados, y otra es a través de la experiencia.

    Cuando juzgas las situaciones en las que te involucras por sus resultados, te pones a merced de factores externos. Por más que hayas hecho un esfuerzo sobrehumano, de ninguna manera tienes el control de todo.

    John Muir lo expresó de manera elocuente: “cuando intentamos tomar algo por sí solo, lo encontramos atado a todo lo demás en el universo.”

    Pero si buscas aprender de la experiencia, y ves el resultado como un efecto secundario, no hay manera de que salgas perdiendo. Independientemente de si fallas o aciertas, hay algo de la experiencia propia que puedes tomar.

    Una parte importantísima de crear una carrera sostenible es buscar aprender de las experiencias, más que de los resultados.

    Porque los resultados no dependen de nosotros. No los controlamos.

    Lo que sí controlamos es cómo ejecutamos.

  • Tienes todo el tiempo del mundo

    “Muchas personas sobreestiman lo que pueden hacer en un año, y subestiman lo que pueden hacer en 10,” dijo Bill Gates.

    Pasamos nuestros días adquiriendo compromisos como si tuviéramos únicamente un año para cumplir todas nuestras metas.

    Vamos agregando responsabilidades, expectativas, tiempo. Como si fueran recursos renovables y de capacidad infinita.

    Pero no. Todo tiene un límite. Cuánta presión podemos ejercer sobre nosotros antes de rompernos; cuántas expectativas podemos asumir antes de inevitablemente quedar mal con alguna; 24 horas al día, de las cuales un tercio pasamos dormidos.

    Las personas con grandes aspiraciones queremos comernos el mundo de un solo bocado. Y terminamos atragantándonos.

    Derek Sivers lo pone en perspectiva. Dice, “si tomamos en cuenta el promedio de vida actual de las personas, alguien que empieza a trabajar en sus veintes, va a tener 60 años para trabajar. Eso son 6 carreras de 10 años cada una.”

    Tienes tiempo. Bájale al sentido de urgencia.

  • Una cosa a la vez

    Si sientes que no estás avanzando, que no estás haciendo el progreso que deberías hacer, probablemente es porque estás queriendo hacer muchas cosas a la vez.

    Y, como decía mi abuela, “el que mucho abarca, poco aprieta”.

    Durante las últimas semanas he sido víctima de esto. Y es extremadamente frustrante.

    ¿Por qué me siento tan cansado de hacer tantas cosas, y al mismo tiempo siento que no hice nada?

    La atención es un recurso invaluable.

    Todas las empresas de internet lo saben: Instagram, YouTube, Netflix… todas tienen expertos refinando algoritmos diseñados para captar cada vez más de tu atención.

    Hoy, más que nunca, necesitas proteger tu atención. Utilizando herramientas que te ayuden a mantener el enfoque en lo que realmente importa.

    Apaga las notificaciones. Cierra Slack. Usa SelfControl.app para bloquear el acceso a los sitios que te distraen. Usa los enfoques de OmniFocus.

    Atención es dinero. Atención es poder.

    Focus.