• La receta para aumentar tu sueldo sin quemarte

    Al empezar nuestras carreras, casi todos tenemos un único objetivo en mente: incrementar nuestro sueldo.

    Recuerdo cuando recién comenzaba mi camino profesional: solo pensaba en cuánto me iban a pagar, y cómo llegar al siguiente nivel. Analizaba las oportunidades que se me presentaban a través del lente del sueldo, y no de la cultura, proyección, o aprendizaje que podría obtener.

    Como conté anteriormente, esto me funcionó por un tiempo, pero eventualmente encontré que el problema que necesitaba resolver era otro.

    Perseguir un aumento es lo que la sociedad nos ha enseñado a hacer. Y está bien, tiene su lugar. A todos nos gusta comer 3 veces al día, y las buenas cosas. Así que en esta publicación te quiero dar las ideas que necesitas para 1) saber en lo que te estás metiendo, y 2) decidas si es lo que quieres.

    Para incrementar tu sueldo, primordialmente, necesitas ser bueno en lo que haces

    Es tan simple como eso. La barrera de entrada está baja cuando lo ves desde esta perspectiva.

    ¿Eso que te gusta, y que sabes hacer tan bien? Continúa haciéndolo, y vuélvete el mejor profesional — el referente — de tu craft.

    Una vez que seas el mejor en lo que haces, viene la parte donde muchas personas terminan frustradas.

    También necesitas un buen track record

    No basta con saber hacer las cosas bien; con ser el mejor. También necesitas demostrar que lo puedes hacer a lo largo del tiempo.

    Cualquier persona puede ser buena en algo por un corto periodo de tiempo. Solamente los profesionales y expertos logran mantener ese nivel de calidad por muchas iteraciones.

    Necesitas:

    • Haber ejecutado tu craft en muchas circunstancias, favorables y adversas
    • Demostrar que puedes adecuar cómo resuelves problemas en diferentes contextos
    • Que estás dispuesto a aprender del proceso, y que no te estancas cuando las cosas se ponen difíciles

    También necesitas referencias de personas que validen tus habilidades. Que no hayas quemado puentes a tu salida de otras organizaciones, y una reputación que respalde tu profesionalismo.

    Necesitas que tu carrera no sea una llamarada, sino un fuego constante.

    Y eso es todo. Si tienes esas dos cosas, pronto tendrás un aumento. Listo. ¿Simple, no? ¿Pensaste que había una receta secreta?

    Pues no la hay. Lo que sí hay es un conjunto de consideraciones que de no hacerlas te pueden poner en una situación profesional bastante peligrosa.

    La primera es…

    Tu nivel de responsabilidad aumenta con tu sueldo

    Un sueldo no es nada más que una abstracción de lo que la compañía cree que vales para ella. Y la forma en que una empresa determina tu valor es por el nivel de responsabilidad que te puede confiar.

    Piénsalo de esta manera:

    • Alguien que va iniciando en su carrera, se encarga de hacer lo que otros les dicen. Comúnmente son posiciones que tienen “junior” o “analista” en el nombre.
    • Con un poco más de experiencia, sigues resolviendo problemas que otras personas te traen, pero necesitas menos supervisión. En este punto te quitan ese sufijo del nombre.
    • Luego, cuando comienzas a poder identificar problemas por tu propia cuenta, y no solamente los resuelves, sino que los digieres para que otras personas los puedan solucionar por tu cuenta, te agregan el “senior” a tu puesto.
    • Después de senior, pueden seguir posiciones que tienen “staff” en el título. Las posiciones de staff significa que la empresa tiene confianza en ti — no solamente en tus habilidades para identificar, delegar y resolver problemas, sino también en que sabes la importancia de estos problemas para el negocio.

    Un staff obviamente tiene un mayor salario que un analista. Pero su nivel de responsabilidad también lo es.

    Es muy probable que la “distancia” técnica entre un analista y un staff no sea tan grande como te imaginas. Al final de cuentas siguen siendo personas aprendiendo lo mejor que pueden. La diferencia primordial entre ambos siendo que si el analista comete un error, las consecuencias potenciales no van a ser tan grandes en comparación de lo que podría enfrentar un staff. El radio de la explosión es mucho más grande.

    Si el analista comete un error, puede afectarse un proceso operativo. Si un staff lo hace, el negocio completo se puede ver afectado.

    ¿Qué significa esto?

    Para incrementar tu sueldo, necesitas incrementar y cambiar tus habilidades

    Las personas creativas tendemos a creer que lo que nos va a garantizar crecimiento profesional es lo que en algún momento nos encantó — nuestro craft.

    Pero es una realidad innegable que las posiciones que mejor pagan, requieren que recubras tus habilidades técnicas de una capa de habilidades blandas que no necesariamente son tan importantes cuando de implementar tu craft se trata.

    • Un diseñador tiene que aprender a comunicarse efectivamente con clientes.
    • Cualquier freelancer necesita aprender a vender, hacer cotizaciones, y cobrar.
    • Un desarrollador de software necesita conocer el negocio para el cual está trabajando para poder ofrecer soluciones relevantes.

    Al punto al que voy es que no puedes esperar aumentar tu sueldo sin tampoco mejorar tus habilidades de comunicación, liderazgo, y organización, entre otros.

    Perseguir a ciegas un aumento de sueldo puede ser contraproducente para tu carrera

    Habiendo dicho lo anterior, la reflexión a la que llego es que sí, un sueldo más alto puede sonar bueno. Pero, si adquirir un mayor sueldo significa que la empresa va a esperar más de ti, ¿qué significa esto para tu carrera?

    Partiendo de la premisa que lo que buscamos es crear carreras sostenibles, y de largo plazo, tenemos que parar y realmente analizar esta encrucijada.

    Laurence J. Peter, en 1970, describió un fenómeno al que se le denominó el “El Principio de Peter”, que dice: en una jerarquía, las personas tienden a ascender hasta su nivel de incompetencia.

    Muchas carreras siguen esta progresión:

    1. Eres bueno en lo que haces, así que te ascienden a un nivel senior. Tu sueldo sube.
    2. Hiciste buen trabajo como senior, y te ascienden a líder de equipo. Tu sueldo sube.
    3. Hiciste buen trabajo como líder de equipo, así que te hacienden a un puesto de gerencia. Tu sueldo sube.
    4. Pero nadie te explicó que las habilidades que te hacían bueno en lo que haces, no tienen nada que ver con ser bueno como gerente. Te estancas, y no puedes subir más.

    Al llegar a gerente, adquiriste responsabilidades que no sabes desempeñar. Ahí está tu nivel de incompetencia.

    Pero el sueldo es bueno, obviamente, así que intentas resistir.

    Sin embargo, cada vez te sientes más frustrado —más quemado— porque ya no estás haciendo lo que te gusta, para lo que eres bueno, y lo que sí te toca hacer es algo que no dominas, y se siente igual que una carrera cuesta arriba.

    Te puedes imaginar cómo termina esto. Pero hey, tienes el sueldo que querías.

    Considera tus objetivos personales

    En algo que sí estoy muy de acuerdo es que se trabaja para vivir, no se vive para trabajar.

    Dependiendo de la situación de cada quien, puede ser que las matemáticas sí funcionen y encontrarse de repente en un nivel de incompetencia no pesa tanto como las responsabilidades o aspiraciones fuera del empleo. Y está perfecto.

    Pero se tiene que hacer de manera consciente.

    Si eres un padre de familia que decide “tomar una por el equipo” y trabajar en algo que no le gusta para poder mantener su familia, y eso funciona para ti, felicidades. Esto es nada más otra muestra de que hay cosas más importantes en la vida que el empleo, aunque no deje de ser una parte integral.

    Mejor busca cómo crecer en la organización correcta, en el camino adecuado, y el sueldo llegará

    Propongo que en vez de poner el sueldo como una única métrica de éxito y valor en nuestras vidas, veamos de manera más holística todo lo que compone nuestra carrera profesional.

    Ganar bien está excelente. Y aún más si también:

    • Te sientes motivado intelectualmente
    • Estás en un ambiente seguro
    • Tu trabajo te da satisfacción personal y profesional
    • Constantemente estás aprendiendo

    Perseguir únicamente el número puede ser una tarea satisfactoria al principio. Lo puedes medir, comparar, y gozar. Pero llega un punto donde más dinero no te va a hacer necesariamente más feliz.

    En la empresa correcta, aumentar tu sueldo no viene a expensas de sacrificar tu carrera profesional y salud mental, o de encontrarte, de repente, siendo el ejemplo perfecto del Principio de Peter.

    Así que, la próxima vez que busques incrementar tu sueldo como único objetivo, te pido que consideres los matices que con ello vienen.

    Que tomes una decisión informada.

  • Cómo venderte por lo que vales

    ¿Alguna vez has intentado hablar sobre tus logros en términos de negocio — el Lenguaje del Valor —, y te sientes inadecuado o incómodo?

    Si tu respuesta es que no, déjame entonces preguntarte: en tu currículum, ¿compartes ejemplos de cómo le ayudaste al negocio con tus habilidades? ¿O nada más tienes una lista habilidades relevantes para tu campo? Si eres desarrollador de software, pones una lista de lenguajes de programación. Si trabajas en diseño, listas herramientas de ilustración y composición de imágenes. ¿Verdad?

    Ahí está.

    Esto es un problema. Y te está impidiendo desarrollar tu potencial completo. Es más, te está impidiendo el acceso a las meras oportunidades que te ayudarían a potenciar tu carrera.

    Porque no te estás vendiendo. En este artículo te quiero ayudar a resolver este problema.

    Auto-Sabotaje: por qué no sabes cómo venderte

    Muchas personas con habilidades especializadas somos alérgicos a la idea de “vendernos”. Preferimos hablar en terminologías con las que nos sentimos cómodos — nuestro nicho—, y no en el lenguaje del valor humano, o en el lenguaje que, aunque no lo queramos, termina impactando más nuestra carrera, lo queramos o no: el lenguaje de los negocios.

    Desde un punto de vista psicológico, esto una forma de autosabotaje: minimizamos nuestro valor al no saber comunicarlo de manera efectiva. Y muchas veces lo hacemos de manera consciente. Evitamos salirnos de nuestra zona de confort.

    Recuerdo una conversación con uno de mis mentores que cambió mi perspectiva. Me preguntó: “¿Por qué le tienes tanto miedo a venderte bien?” Mi respuesta fue rápida: “Porque no quiero echar mentiras.”

    Sin embargo, él me mostró que hablar de mis habilidades y el valor que agrego a los equipos, en términos que los responsables de presupuestos entienden, no es echar mentiras — es traducir. Es entender que, para bien o para mal, las personas que contratan están viendo números y proyecciones de negocio, no herramientas.

    Naturalmente, como yo no estaba acostumbrado a hablar en esos términos, cuando hablaba de “valor agregado” y en vez de “arquitectura de aplicaciones” sentía que estaba echando mentiras. Pero no: estaba hablando de exactamente lo mismo, solamente que desde otra perspectiva.

    Y por más incómodo que fuera dejar de hablar de lo que yo era experto, hacerlo me abrió incontables puertas.

    ¿Qué es el Lenguaje del Valor?

    Es una capa de traducción que te ayuda a comunicar lo que haces en términos que otras personas fuera de tu círculo de expertise puedan apreciar.

    Algunos ejemplos:

    • Un desarrollador de software debería poder hablar en términos de cuánto dinero le está ahorrando a la empresa con sus contribuciones técnicas,
    • Un diseñador de marca debería de poder empatizar con las necesidades de su cliente, y comunicarle por qué sus propuestas le resuelven su problema,
    • Un arquitecto debería de poder entender qué es lo que realmente está buscando su cliente: diseño, seguridad, vanguardia, o una mezcla de todos — y saber cómo comunicarlo.

    La clave es esta: tienes que traducir tu valor. Tienes que aprender a hablar el lenguaje de las personas que van a pagar por tu sueldo o por tu proyecto.

    El Lenguaje del Valor no es manipulación

    Como profesionales en cualquier industria, tenemos que comenzar a ver que vender nuestras habilidades no es manipulación, sino adaptación. No es cambiar lo que hacemos, sino cómo lo comunicamos.

    La clave aquí es entender que en una organización, o en cualquier mesa de negociación, se hablan diferentes lenguajes. Aprender a hablarlos mejora nuestra posición, y nos permite colaborar de manera más efectiva.

    Dominar el Lenguaje del Valor es esencial para tu desarrollo profesional. Esta habilidad no solo te beneficia diariamente como profesionista, sino que se convierte en un factor decisivo al buscar un aumento, un nuevo trabajo, una posición más avanzada, o un mejor cliente.

    Hablar en términos de valor puede ser la llave que abre la puerta a oportunidades que transformarán tu carrera.

    Cómo hablar el Lenguaje del Valor

    Para dominar el Lenguaje del Valor, y aprender a venderte, te recomiendo lo siguiente.

    Identifica y lista tus habilidades: Antes de poder traducir tus habilidades a un lenguaje más accesible, primero debes saber exactamente qué estás ofreciendo. Esto va más allá de las habilidades técnicas; piensa también en las habilidades blandas que has desarrollado. Por ejemplo, si eres bueno resolviendo conflictos dentro de tu equipo, eso es algo que también tiene gran valor.

    Consejo: usa el método STAR (Situación, Tarea, Acción, Resultado) para describir situaciones específicas donde demostraste tus habilidades, sea de liderazgo, trabajo en equipo o resolución de problemas.

    Encuentra un Traductor de Valor: Este puede ser un mentor, un colega de otra área o incluso un amigo que tenga habilidades para comunicar y entender tanto el mundo técnico como el empresarial. Ellos pueden ayudarte a encontrar las palabras y conceptos que transmitan tu valor de una manera comprensible para todos.

    Ejemplo: Si eres un experto en optimización de bases de datos, un “Traductor de Valor” podría ayudarte a describir esta habilidad como “mejorar la eficiencia operativa reduciendo los tiempos de espera para los usuarios”.

    Practica con Escenarios Reales: No basta con saber cómo traducir tus habilidades; debes practicar. Ya sea en entrevistas de trabajo, conversaciones con stakeholders o incluso en tus interacciones diarias con tu equipo, toma la oportunidad de hablar sobre tu valor. La próxima vez que tengas una revisión de desempeño o una conversación similar, intenta usar este nuevo lenguaje de “valor”. Prepara antemano cómo vas a describir tus contribuciones de manera que resuenen con tu audiencia, y después evalúa cómo fue recibido.

    La próxima vez que hables con un gerente de proyecto, un cliente o modifiques tu currículum, en lugar de decir que “implementaste un algoritmo de búsqueda eficiente,” podrías explicar que “mejoraste la experiencia del usuario al hacer que la búsqueda de información en la aplicación sea más rápida y precisa.”

    Recibe Retroalimentación y Ajusta: Después de cada intento de vender tu valor, busca retroalimentación. ¿Fue efectiva tu comunicación? ¿Hubo algo que pudiste haber dicho de una manera más clara? Utiliza estos aprendizajes para ajustar tu enfoque en el futuro.

    Aquí hay una oportunidad de ejercer la Mentalidad de Crecimiento: La habilidad de “venderse” es como cualquier otra habilidad: se puede aprender y mejorar. Mantén una mentalidad de crecimiento y estarás vendiéndote como un profesional en poco tiempo.

    Es una práctica

    En definitiva, aprender a comunicar tu valor es mucho más que una técnica de negociación; es una inversión en tu crecimiento profesional y bienestar emocional. Al dominar el lenguaje del valor, no solo incrementas tus oportunidades para conseguir un mejor salario o avanzar a roles más prominentes. También ganas una nueva capa de autoconfianza, un sentido de propiedad sobre tu carrera que se traduce en un mayor cumplimiento personal y profesional.

    Así que no lo postergues; empieza hoy a traducir tus habilidades técnicas en términos de valor.

    No es solo un cambio de vocabulario; es una transformación completa que puede elevar tu carrera a nuevas alturas.

  • Establece límites, antes de que termines quemado

    El burnout llega por donde menos te lo esperas. Probablemente haciendo lo que más te gusta, o algo que te da mucha satisfacción — algo para lo que eres bueno, y que te paga bien.

    Eso mismo es lo que lo hace tan peligroso. ¿Cómo es que algo que aprecias, que sientes que le agrega valor a tu vida, puede ponerte en una situación tan complicada?

    En este artículo quiero ayudarte a entender un poco más qué significa el burnout. La esperanza es que puedas prevenirlo — o detectarlo a tiempo, y cambiar el rumbo.

    Pero primero…

    ¿Qué significa caer en burnout?

    Que tu mente y cuerpo están rechazando alguna actividad porque ha caído en un exceso que no es posible sostener.

    Piensa en tu comida favorita. Probablemente, la última vez que la comiste, dijiste “podría comer esto todos los días.” ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que lo que hoy consideras un manjar, te comience a dar asco?

    La palabra “asco” es interesante. ¿Sabías que es una emoción? De hecho, está considerada como el límite superior de la aversión.

    El asco es una reacción emocional — y física — de tu cuerpo rechazando algo.

    Y así como lo puedes sentir con algo tan “básico” como la comida, también lo puedes sentir con algo tan “etéreo” como tu trabajo.

    El burnout es tu cuerpo diciéndote que ya no puede comer más de lo mismo. Que ya no puedes continuar trabajando así. 

    El burnout es diferente para cada quien

    No a todos nos pega de la misma manera, ni tampoco tiene el mismo origen.

    Para unos, el burnout es cuestión de cuánto tiempo pasan haciendo algo. Para otros, es el nivel de intensidad con el que hacen las cosas, independientemente de cuánto tiempo inviertan en ello.

    También he visto personas caer en burnout por la monotonía, o por no poder ejercitar su músculo creativo. Por no poder hacer algo que realmente les dé una satisfacción intrínseca.

    Y así como no hay una sola receta para “llegar” al burnout, tampoco hay una receta para salir de él. Cada quien está en su propio camino.

    De esta forma se llega al burnout

    Ernest Hemingway, en su obra maestra de 1926, escribió este intercambio entre sus personajes:

    Will: ¿Cómo quebraste?

    Mike: De dos maneras. Gradualmente, y luego de repente.

    Es exactamente con el burnout. Una noche más, dando el 110 %, parece inofensiva si se ve desde nivel cancha. Total, mañana duermes un poco más tarde, aunque esto ocasione que probablemente tengas que trabajar un poco más para compensar.

    No hay gran problema.

    Pero cuando lo ves en grande escala, a largo plazo, te das cuenta de que 3 años de ese ritmo han sido mala idea. Porque, primero, tomaste decisiones lentamente, un día a la vez. Y luego, de repente, ya estás quemado. Llegó el burnout, y es hora de enfrentar el problema.

    Es extremadamente difícil recuperarse. ¿Por qué?

    El burnout es un reto a tu identidad. Cuando llevas mucho tiempo haciendo algo, y el sistema en el que trabajas te recompensa de buena manera por hacerlo, ¿por qué habrías de parar?

    Te comienzas a comprar la idea de que tu identidad es tu trabajo. Que eres la única persona que podría razonablemente hacer lo que te están pidiendo. Que no hay nadie mejor para ello. Después de todo, llevas mucho tiempo recibiendo feedback positivo por ello — feedback que, en el peor de los casos, se ve únicamente como más dígitos en tu cuenta de banco.

    Y un día, levantas la cabeza y ya no encuentras satisfacción en lo que haces. Aun con todo el dinero en el banco.

    ¿Valió la pena? Probablemente, la respuesta sea no — por eso estás quemado. Es tu mente y cuerpo diciéndotelo a gritos.

    Lo que toca ahora es reevaluar qué fue lo que te llevó a este punto en primer lugar. Ver de frente tu comportamiento, tus acciones, tus incentivos — tu identidad.

    Para prevenirlo requieres autoconocimiento

    Autoconocimiento de tus capacidades, sí, pero también de tus límites. De lo que te gusta, y de lo que no. De lo que estás dispuesto a tolerar, y por cuánto tiempo. También se trata de tener la agencia para poder cambiar las cosas cuando detectes que ya no están funcionando.

    Es un reto: aceptar que tenemos un límite de cuánto podemos hacer, en una sociedad que premia la productividad cuantificable, y no la productividad sostenible. Porque significa que estás nadando contra corriente, y probablemente no vas a encajar con el resto de tus compañeros.

    En Wall Street hay un adagio que dice, “si no vienes a trabajar el sábado, ni te molestes por venir el domingo”.

    ¿Aguantarías?

    ¿Qué estás haciendo actualmente en tu vida, aunque no trabajes en Wall Street, que siga la misma filosofía?

  • La “industria de la tecnología” ya no existe

    En 2024, encontrar trabajo en la industria de la tecnología es más difícil que nunca. Y creo que es porque ya no existe una tal “industria de la tecnología.”

    Déjame explicarte, empezando por entender qué es (o era). En este artículo, te hablaré de:

    1. Cómo nació la industria de la tecnología
    2. Cómo funcionaba en su momento
    3. Por qué era más sencillo encontrar empleo antes
    4. La influencia de la pandemia en el mercado
    5. El nacimiento de las empresas edtech y bootcamps
    6. Cómo cambiaron los objetivos de las empresas
    7. El impacto de la IA, y lo que nos depara el futuro

    Comencemos.


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    Cómo nació la industria de la tecnología

    Para el 2009, cuando yo comenzaba mi carrera profesional, el iPhone había desatado la competencia por alcanzar la siguiente frontera de la tecnología: los dispositivos móviles.

    Gracias al iPhone nacieron gigantes de la industria como Instagram, Snapchat, WhatsApp y Uber. También gracias a esta revolución, se aceleró el crecimiento de Facebook, Google, y Amazon.

    Al mismo tiempo, durante los primeros años de la década del 2010, tomó vigor la revolución que eventualmente dio origen a lo que conocimos como “industria de la tecnología”.

    ¿Cuál era la característica principal de esta industria? Que tenía un único objetivo: crecer a toda costa.

    Crecer a toda costa

    De 2009 a 2018, no se necesitaba tener un negocio para hacer dinero. Necesitabas una idea —no necesariamente buena— y alguien que te diera dinero para implementarla. La cultura startup se cimentó, y muchísimos emprendedores comenzaron a “bajar dinero” para desarrollar un producto —lo que fuera— que encontrara product market fit.

    Primero desarrollaban una solución —o una tecnología—, y luego veían si había espacio para ello en el mercado.

    Y la forma de encontrar ese espacio en el mercado era buscar crecer a toda costa. Mientras más usuarios adquirieran, y la retención se mantuvieran estable o al alza, estaban haciendo las cosas bien.

    Si no, había que pivotar: cambiar el producto, la estrategia, o el problema que estaban intentando resolver (aunque muchas veces no hubiera uno, en primer lugar). Twitter comenzó como una aplicación de podcasts llamada Odeo, Instagram como una aplicación para entusiastas del vino llamada Burbn. Y así muchísimas más.

    Así funcionó el ecosistema por mucho tiempo. Porque los incentivos estaban alineados para que así fuera.

    Después de la crisis económica de 2008, Estados Unidos buscó hacer que fluyera el dinero, bajando las tasas de interés de los préstamos. De repente, pedir dinero prestado para invertir era muy barato. De esta forma, personas acaudaladas, y con buen apalancamiento, pudieron “apostar” por diferentes jugadores, esperando que uno de ellos eventualmente saliera a la bolsa o fuera adquirido por algún competidor.

    A esto se le llama “tener un exit”. Twitter eventualmente salió a la bolsa, mientras que Facebook compró Instagram por mil millones de dólares en 2014, aunque no hubiera generado un solo dólar de retorno durante los años que operó de manera independiente. Pero tenían buena tecnología, y product market fit. WhatsApp. Uber y Snapchat — muchas de las aplicaciones que hoy das por sentada tienen una historia similar.

    Encontrar empleo en la industria de la tecnología era más sencillo

    Trabajar en una startup, donde probablemente tienes una deuda encima en vez de un modelo de negocios sostenible, es una carrera contra el tiempo.

    Se vive al día. Y para sobrevivir necesitas ingenieros e ingenieras excelentes en su craft, que puedan pivotar cuando sea necesario.

    Así que las reglas del juego estaban claras para las personas que querían trabajar en esta industria: preocúpate por ser el mejor en tu craft y desarrollar tus habilidades técnicas, porque por eso te van a pagar — aunque la empresa para la que trabajes no esté generando un solo dólar de retorno.

    En esencia, de 2010 a 2019, la industria de la tecnología premió a las personas con excelencia técnica. Esto, aunque no tuvieran habilidades de crecimiento profesional, y muchas veces ni siquiera un interés por el problema que estaban intentando resolver.

    La pandemia aceleró la muerte de la industria de la tecnología

    En 2020, las cosas cambiaron.

    Millones de personas que tenían empleos “tradicionales” se encontraron en una situación extremadamente difícil. Sin poder salir a la calle sin arriesgar su vida, muchísimas personas vieron a la industria de la tecnología como su salvación.

    Para este punto, los que trabajábamos desarrollando software, como grupo, nos habíamos creado una reputación de tener sueldos estratosféricos y beneficios irreales por hacer un trabajo que aparentaba no requerir tanto esfuerzo.

    Las personas que trabajamos en esto sabemos que sí hay complejidad en lo que hacemos. Pero para alguien que trabaja a rayo de sol usando su cuerpo, ganando una fracción de lo que nosotros ganábamos, la oportunidad era obvia.

    Entonces se crearon las condiciones ideales para que naciera una nueva industria: la industria de la educación tecnológica, o edtech.

    El efecto de las empresas edtech y bootcamps

    De la noche a la mañana, apareció un nuevo demográfico listo para ser explotado: personas que querían aprender a programar porque 1) se habían quedado sin trabajo, y 2) habían visto a la gente que trabajábamos en tecnología hacer dinero a lo idiota durante los últimos 10 años.

    Así nacieron docenas bootcamps y “comunidades” (que en realidad no eran más que empresas de colocación de talento) de la noche a la mañana.

    Estas empresas vieron una oportunidad en un mercado que estaba sufriendo. Tomaron ventaja de ello prometiéndole a alguien que nunca en su vida había escrito una sola línea de código, que encontraría trabajo en una empresa de tecnología top con un entrenamiento de 8 semanas.

    Durante los siguientes dos años, las empresas edtech presumían cuántos graduados colocados tenían. “Miles de personas ya encontraron trabajo en tecnología gracias a nuestro bootcamp”.

    Y en efecto, estos miles de personas significaron una inyección de talento al mercado laboral. Esto rompió el equilibrio que había hecho que las cosas “funcionaran” hasta ese momento.

    A inicios de los 2010, teníamos un mercado con una gran demanda por personas adeptas en ciertas tecnologías y una oferta de trabajo que lo podía sustentar. Diez años después, nos encontramos con una alta oferta de personas medianamente capacitadas, y una demanda de trabajo que estaba a punto de desplomarse.

    Las empresas pasaron de buscar crecimiento, a buscar rendimientos

    En 2020 y 2021, el gobierno de Estados Unidos imprimió trillones de dólares para evitar que la economía colapsara por los efectos de la pandemia. Este movimiento fue criticado, pero algunos dicen que era necesario.

    Eventualmente, las consecuencias nos alcanzaron. La inflación se disparó en 2022 gracias al exceso de dinero en circulación. El gobierno tuvo que tomar medidas para controlarla, y subieron las tasas de interés de nuevo. Pedir dinero prestado ahora era más caro.

    Inflación en EE. UU. y su relación con la industria de la tecnología.
    Inflación en EE. UU. y su relación con la industria de la tecnología.

    Los inversionistas tuvieron que comenzar a “apretarse el cinturón” porque equivocarse ahora les saldría más caro. La presión también llegó a las empresas, principalmente a las startups, a través de la deuda que habían adquirido.

    Virtualmente de la noche a la mañana, miles de empresas pasaron de buscar cómo crecer a toda costa, a buscar cómo comenzar a generar ganancias — sin, o con muy poco margen de error.

    Y para generar ganancias hay dos opciones: vender más, o gastar menos. Y como en la mayoría de las empresas el costo más alto es el del personal, te puedes imaginar qué fue lo que pasó.

    Layoffs. Layoffs por todos lados.

    El mercado laboral también es un mercado

    El mercado laboral tiene las mismas dinámicas que cualquier otro mercado.

    Una demanda alta de un recurso que tiene poca oferta, genera precios altos.

    Oferta alta de un recurso que tiene poca demanda, hace que los precios se vayan al suelo.

    La tormenta perfecta se creó: las empresas comenzaron a ser más conscientes de sus gastos, al mismo tiempo que incrementó la oferta de personas medianamente capacitadas. Entonces los sueldos bajaron, y las personas que encontraron trabajo lo hicieron con sueldos de una fracción de lo que se veía en 2018.

    En ese sentido, muchas personas que entraron a un bootcamp con la promesa de ganar mucho dinero, se sintieron decepcionadas.

    En una línea de tiempo paralela, la inteligencia artificial se estaba haciendo cada vez más popular y poderosa. Así que ahora las personas buscando trabajo no solamente tienen que competir contra un ejército de egresados de bootcamps y con ingenieros de alto calibre que habían sido despedidos. También compiten con la IA, que hace que muchos de los procesos para los que anteriormente una empresa hubiera contratado a un programador, ahora estén automatizados.

    ¿Qué era, entonces, la industria de la tecnología?

    En retrospectiva, creo que a lo que por mucho tiempo le llamamos “industria de la tecnología”, no era más que un conjunto de factores que hacía que fuera más valioso saber cómo hacer las cosas, que preocuparte por el qué.

    En la industria de la tecnología, lo que importaba era tener habilidades técnicas suficientemente desarrolladas y sólidas en una tecnología particular, para que pudieras pivotar de ser necesario.

    Nos pagaban por crear soluciones primero, y luego buscar problemas.

    ¿Qué significa esto para las personas buscando trabajo en tecnología en 2024?

    Hoy en día las empresas sí tienen un problema: que necesitan generar dinero. Y lo van a hacer de la manera que les sea posible.

    Creo que esto significa que las empresas…

    • Van a aprovechar la sobreoferta de desarrolladores medianamente capacitados, porque son más baratos.
    • Van a dejar de enfocarse en hacer tecnología, y más bien en resolver problemas de negocio fundamentales (comprar soluciones, en vez de desarrollarlas en casa).
    • Van a pagar los grandes sueldos y beneficios a personas que sepan hacer algo más que simplemente escribir código: a personas que tengan algo tangible que aportar al negocio.

    El panorama laboral para las personas que únicamente saben programar se ve cada vez más complicado.

    El ciclo se repite: la nueva versión de la industria de la tecnología

    El ciclo que describí en los párrafos anteriores está sucediendo de nuevo, frente a nosotros. Solamente que ya no le llamamos “industria de la tecnología”. Le llamamos “la revolución de la IA”.

    Piénsalo: los mismos incentivos están en juego. No importa para que desarrolles tu IA, importa que lo hayas hecho, y luego que busques cómo hacer dinero.

    La IA, en sí, es bastante útil. Pero creo que va a suceder lo mismo que sucedió hace unos años; tal vez más rápido. Las personas que llevan años desarrollando inteligencia artificial van a tener — están teniendo — por fin sus años de bonanza. Mientras que muchísimas personas están corriendo para subirse al tren y volverse competentes en el área.

    Eventualmente, las dinámicas de mercado volverán a hacer lo suyo, y la oferta va a sobrepasar la demanda, y volveremos a comenzar con una nueva industria, un nuevo juguete, la siguiente gran creación (¿tal vez ahora sí sea VR?).

    Qué nos depara el futuro

    Los Increíbles es una de mis películas favoritas. Y en ella hay una línea que creo describe a la perfección el ciclo que te acabo de explicar.

    Hacia el final de la película, cuando Síndrome por fin logra atrapar a Los Increíbles, vuelve a monologar:

    … Y viejo y habiéndome divertido, todos mis inventos los venderé para que cualquiera pueda ser superhéroe. Todo el mundo se convertirá en súper.

    Y cuando todos sean súper… nadie va a ser.

    Cuando todo mundo sabe hacer algo, ese algo deja de ser especial. Si a eso le sumas las dinámicas de mercados, lo que está pasando tiene todo el sentido del mundo.

    Esto significa que si te llama la atención trabajar con tecnología, hoy más que nunca tienes que desarrollar tus habilidades de crecimiento, comunicación, liderazgo — tus soft skills. Porque tus habilidades técnicas ya no van a ser suficientes.

    Además, creo que vale la pena ver un poco más allá de la tecnología que quieres aprender, o en la que eres proficiente. Hoy en día la tecnología está tan democratizada, que ya tampoco es suficiente decir que quieres trabajar con una tecnología en particular. Ahora también tienes que preguntarte qué tipo de problemas quieres resolver con esa tecnología.

    Desarrollar el sentido de resolución de problemas para negocios y personas, más allá de la tecnología con la que lo hagas. Esa será tu ventaja competitiva.

    Adelante.

  • Por qué te conviene aprender a cultivar y ejercer la resiliencia en tu vida diaria

    En este mundo, hay dos tipos de personas cuando se trata de navegar un cambio: las que ejercen la resiliencia, y las que lo sufren.

    A Heráclito, antiguo filósofo griego que vivió entre los siglos VI y V a. C., se le atribuye la frase “la única constante es el cambio”. En la vida, trabajo, relaciones, esta idea se hace presente de manera constante. Creces, te mudas, renuncias, te despiden, te casas, te divorcias. El cambio está presente en todos y cada uno de los aspectos de la vida.

    Lo que hace que la idea del cambio sea tan abrumadora, es que muchas veces no se sabe qué es lo que nos espera del otro lado. Sobre todo si no fuimos parte del conjunto de circunstancias que lo propiciaron. Muchas veces, no somos más que pasajeros.

    Pero Heráclito tenía razón hace más de 2 400 años: el cambio es la única constante en esta vida, independientemente del rol que jugamos en ello. Y si esta premisa lleva siendo confirmada durante todo este tiempo, ¿por qué habríamos de asumir que va a ser diferente en un futuro?

    Lo que no cambia, perece; hasta el agua estancada se pudre. Fue el mismo Heráclito, con su teoría de la transitoriedad, quien dijo: “nadie pisa el mismo río dos veces, porque no es el mismo río, ni la misma persona.”

    ¿Qué nos queda, entonces, si no aceptar que las cosas van a cambiar, y procurar que para cuando llegue el momento tengamos las herramientas necesarias para adaptarnos?

    El ciclo emocional del cambio

    Al iniciar el proceso de cambio, con él inicia el ciclo emocional que lo acompaña. De manera general, el ciclo emocional del cambio se puede representar en 5 fases:

    1. Emoción desinformada: reconoces que va a haber cambio, y te emociona (positiva o negativamente), pero no sabes realmente qué esperar.
    2. Pesimismo informado: ya tuviste la oportunidad de pensar un poco más sobre el cambio y sus implicaciones, y te preocupa que no puedas enfrentarlo.
    3. El fondo de la desesperación: el cambio está sucediendo, y no te gusta. Robin Sharma le llama a esto “el medio caótico” (messy middle).
    4. Emoción informada: los efectos del cambio no están siendo tan malos como pensabas (o sí), y comienzas a ver la realidad por lo que es.
    5. Aceptación: se completó el cambio, y después de un tiempo vuelves a estar tranquilo y operando a tu capacidad normal.

    Así como el duelo, estas fases no necesariamente suceden en este orden. Hay personas que empiezan por el final, hay otras que nos quedamos en el pesimismo informado por mucho tiempo. Hay personas que de plano son tan pragmáticas que se van directamente a la aceptación.

    En un proceso terapéutico, nos enseñan que para poder entender nuestras emociones, primero tenemos que aprender a nombrarlas. Hay herramientas para ayudarte a reconocer qué es lo que estás sintiendo en determinado momento. El ciclo emocional del cambio es similar — una herramienta, o un modelo mental, que nos ayuda a nombrar lo que está sucediendo, para poder comprenderlo y aprender de ello.

    Los modelos mentales, como la rueda de las emociones, o el ciclo emocional del cambio, son importantes porque nos sirven como mapas. Si bien ningún mapa es 100 % exacto, por lo menos nos ayuda a anticipar qué es lo viene. Y lo que viene, constantemente, va a ser el cambio.

    Así que más nos vale estar preparados. Exploremos diferentes ideas de cómo lograrlo.

    Resiliencia: aprendiendo a estar cómodos en la incomodidad

    En Meditaciones 8.47, Marco Aurelio reflexiona:

    Las cosas externas no son el problema. Es tu valoración de ellas. Que puedes corregir ahora mismo. Si el problema es algo de tu propio carácter, ¿qué te impide enderezarlo ahora mismo?

    En esencia, el emperador dice: el problema no es lo que pasó, sino el significado que le atribuyes a lo que pasó. Curiosamente, la Terapia Cognitivo-Conductual tiene bases muy similares:

    A medida que vivimos nuestras vidas, interpretamos lo que sucede a nuestro alrededor: formamos creencias y entendimientos. Estos significados afectan cómo percibimos el mundo. A veces, nuestras creencias nos angustian y pueden llevarnos a formas de actuar poco útiles. El papel de un terapeuta de TCC (Terapia Cognitivo-Conductual) es ayudar a sus clientes a comprender y examinar sus creencias: ayudarles a dar sentido a los significados.

    Mientras más pronto te des cuenta de que no tienes la capacidad de controlar lo que sucede a tu alrededor, pero sí de cómo reaccionas ante ello, mejor. Así también te será más sencillo asimilar los cambios que se te presenten en tu vida.

    Mark Manson, en The Subtle art of Not Giving a Fuck habla sobre la importancia de desarrollar resiliencia emocional:

    Así como uno necesita sufrir dolor físico para construir músculos y huesos, uno necesita sufrir dolor emocional para desarrollar más resiliencia emocional, un sentido del yo más fuerte, mayor compasión, y en general, una vida más feliz.

    En esencia, la única manera de sentirnos cómodos con el cambio es exponiéndonos a él, y aceptándolo por lo que es: algo que no controlamos. Lo único que controlamos es cómo reaccionamos ante él.

    Cultivar la resiliencia — aprender a estar cómodos en la incomodidad — es la manera de enfrentar un cambio.

    ¿Deberíamos de ser siempre optimistas ante los cambios?

    Cultivar la resiliencia no significa que todos los cambios son inherentemente buenos y que deberíamos de ser siempre optimistas ante ellos.

    De hecho, hay cambios que nos pueden hacer mucho daño. Que nos van a hacer pasar momentos amargos, y que van a poner nuestro carácter a prueba.

    Pero como dice el dicho, no hay mal que dure 100 años. Y al final de cuentas, no somos más que un cúmulo de experiencias a lo largo del tiempo. Buenas o malas, las experiencias que vivimos — los cambios por los que pasamos — forjan nuestro carácter, personalidad y visión del mundo. Y aunque no controlamos lo que nos pasa, sí podemos controlar cómo reaccionamos ante ello.

    Es fácil darte cuenta del efecto que tuvo un cambio en ti — pero únicamente en retrospectiva. Y esa es una de las cosas que hacen el cambio un tema tan interesante y complicado: es solo hasta que pasaste por el proceso del cambio, que puedes saber cómo te afectó. Steve Jobs, en su famoso discurso de Stanford en 2005, dijo:

    Por supuesto, era imposible conectar los puntos viendo hacia delante cuando estaba en la universidad, pero estaba muy muy claro viendo hacia atrás, 10 años después. De nuevo, no puedes conectar los puntos viendo hacia delante, solo hacia atrás. Así que tienes que confiar que los puntos van a conectarse de alguna manera en tu futuro.

    La resiliencia también se trata de saber que, eventualmente, lo que sea que nos esté pasando va a hacer sentido.

    No que necesariamente vayamos a estar de acuerdo, o que nos vaya a gustar — pero hará sentido.

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