• Un día en la vida de un Engineering Manager

    El despertador suena a las 5:30 de la mañana. Es lunes.

    Me levanto y me aseo, me dirijo a la sala para sentarme a escribir mis Morning Pages y enviar mi correo diario. A las 6:45 saco al perro, caminamos un poco más de 30 minutos por lo regular. Regreso para desayunar con mi novia, y después me baño y arreglo para ir a trabajar.

    Aunque trabajo de manera remota, y podría trabajar desde casa, cuando nos mudamos a Guadalajara decidí rentar un espacio privado en un coworking.

    A las 8:45 salgo camino a mi oficina. Regularmente, uso la bicicleta, pero últimamente me estoy llevando el auto por si llueve.

    Son las 9 am, y ya estoy instalado en mi espacio de trabajo. Abro Slack, y comparto mi mensaje de buenos días con mi equipo y mis colegas.

    Estoy listo para trabajar.

    9 am: La primera llamada de la semana

    En la llamada estamos los managers y los ingenieros más senior del grupo, además de nuestro director, quien lleva la agenda.

    Es parte de nuestra rutina tener esta llamada todos los lunes. Aquí, nos aseguramos de que estamos en sintonía sobre qué es lo que tenemos que lograr durante los siguientes 5 días. Revisamos quién va a estar fuera, así como si hay algún nuevo mensaje que deberíamos de bajar a nuestros respectivos equipos.

    10 am: 1on1s

    Son las 10 am.

    Los lunes, además de las llamadas de rutina con el equipo completo, priorizo llamadas 1on1 con dos de los miembros más senior de mi equipo. Cada una de ellas dura entre 30 y 45 minutos.

    Aprovechamos para platicar más en profundidad de los proyectos que tenemos entre manos, de las metas a las que nos comprometimos, y de oportunidades que podemos encontrar para el equipo y nuestras iniciativas.

    Una parte integral de estas llamadas, es que me comparten sus preocupaciones y observaciones generales de cómo estamos haciendo las cosas. Siendo las personas más senior del equipo, sus opiniones y observaciones son altamente matizadas, y me ayudan a entender más “a nivel cancha” qué es lo que está pasando — tanto dentro del equipo, como fuera.

    Estas llamadas también son una gran oportunidad de estrechar los lazos de confianza entre nosotros. Esto es clave para mantener una relación sana.

    11 am: Hora de hablar con el equipo completo

    El reloj marca un poco más de las 11 am, y yo estoy justamente terminando de revisar qué fue lo que sucedió durante el fin de semana. Ahora tengo una visión mucho más clara de la prioridad para los siguientes días.

    Estoy listo para tener mi llamada semanal con mi equipo completo. Abro la agenda, y comienzo a agregar los detalles de los temas de los que les quiero hablar. Vamos a abrir un nuevo puesto en el equipo, la guía de los OKRs de la compañía está disponible ya, y se está hablando de un viaje de integración a Nueva York en los próximos meses, pero aún no tengo detalles concretos.

    11 personas nos conectamos a la llamada, y comenzamos. Rompo el silencio con mi frase usual, “How’s everyone doing? Did you do anything fun over the weekend?”

    Después de 40 minutos de platicar, alinearnos y desbloquearnos mutuamente, usamos los 5 minutos restantes para compartir nuestras metas personales de la semana. En un ejercicio de responsabilidad compartida, todo el equipo vamos al Canvas de nuestro canal de Slack, y debajo de nuestro nombre compartimos los 3 o 4 objetivos que queremos lograr esta semana.

    Nos vamos desconectando conforme vamos terminando de escribir.

    12 pm: Tiempo para trabajo concentrado

    Paul Graham en su ensayo Maker’s Schedule, Manager’s Schedule hace alusión a la distinción entre el tipo de trabajo de alguien que es manager y alguien que hace cosas (¡que no quiere decir que los managers no hagamos cosas!)

    Graham correctamente menciona que los managers vivimos en incrementos de tiempo de media una hora o menos. En temporadas de trabajo pesado, me ha tocado vivir en incrementos de 15 minutos — cada bloque destinado a una llamada, o a trabajar en una tarea en particular.

    Obviamente, 15 minutos no son ni de cerca suficientes para poder hacer algo complejo. Así que una de las competencias más importantes que he tenido que aprender a desarrollar es la de romper los problemas que se me presentan en problemas más pequeños, que pueda resolver en 15 minutos o menos.

    Pero hoy no tengo llamadas durante los próximos 90 minutos. Es una de esas situaciones raras donde tengo tiempo para dedicarle atención extendida a una o más tareas. Pero primero lo primero.

    ⌘-tab me lleva a Chrome, y ⌘-T abre una nueva pestaña. Escribo mail.google y presiono enter: hora de dejar mi bandeja de entrada limpia. Al rededor de 15 mensajes necesitan ser atendidos. Conforme voy leyendo, también capturo action items en mi aplicación de tareas.

    Abro OmniFocus y organizo lo que tengo que hacer por prioridad y duración estimada, y elijo unas cuantas: tengo que leer varios documentos, hacer check-in en Slack con un par de stakeholders, y terminar de configurar unos reportes en Jira.

    Cierro Slack, y comienza la concentración.

    1:30 pm: Una última llamada antes de ir a comer

    Toca mi llamada mensual con el manager de un equipo con el que estamos colaborando de manera cercana. Es uno de mis stakeholders, es decir, uno de mis clientes — el trabajo que mi equipo hace impacta directamente el del suyo.

    Los primeros 5 minutos platicamos de qué es lo que ha sucedido en nuestras vidas personales durante el último mes. Yo me certifiqué como buzo, él se fue a acampar con su familia.

    Después vienen 25 minutos de revisar compromisos y asegurarnos de que las metas que nos pusimos todavía son realistas.

    Todo bien. “See you later!”

    2 pm: Hora de la comida

    Soy bastante afortunado de que recorro la distancia entre mi oficina y mi departamento en 5 minutos en auto o bici, y en 10 caminando.

    Procuro aprovechar esto, y voy a casa a comer.

    Pero hoy, un ingeniero de mi equipo, que también vive por la zona, vino a trabajar al mismo coworking donde está mi oficina. Así que hicimos planes para salir a comer juntos. El lugar de comida Coreana que está a un par de cuadras está bastante bueno, y los dos andamos en mood, así que caminamos hacia allá.

    A las 2:05 nos toman la orden, y a las 2:15 ya estamos comiendo. Elegí un bibim ramen con panceta.

    3-5 pm: Otra cadena de llamadas

    La compañía para la que trabajo funciona principalmente en el huso horario EST. Esto quiere decir que para cuando yo estoy regresando a mi segunda ronda de llamadas del día, muchos ya se fueron (o se están yendo) a descansar.

    Por lo regular, las llamadas que tengo después de las 3 de la tarde son con personas que también trabajan desde México, en CST.

    Hoy, son 4 1on1s con miembros de mi equipo. Tengo en la agenda 30 minutos para cada uno, pero si no hay muchas cosas de qué hablar, por lo regular en 15 minutos ya estamos desocupados.

    Tal fue el caso de la última ingeniera con la que hablé, así que a las 4:45 pm ya no tengo otro compromiso en el calendario.

    Mi rutina del final del día laboral incluye darle otra limpiada a mi inbox. Una vez que está en ceros, me puedo ir.

    Hago clic en el botón de  en la esquina superior izquierda de mi monitor, y luego en “Sleep”. La computadora de trabajo se va a dormir, y yo no volveré a pensar en trabajo hasta mañana.

    5-9 pm: Familia y hobbies

    El camino de regreso a casa me ayuda a cambiar aires. Para cuando abro la puerta de mi departamento, ya se me olvidó cualquier pendiente de mi empleo.

    Me gusta creer que trabajo para vivir, y no que vivo para trabajar. Así que es bastante importante para mí mantener un buen balance entre mi vida y empleo, priorizando la primera.

    Estoy bastante orgulloso de que por fin he desbloqueado un nivel de balance en el que, genuinamente, no pienso en mi empleo después de las 5 pm.

    Las siguientes 4 horas estarán dedicadas a atender a los perros, leer alguno de los varios libros que estoy leyendo simultáneamente, escribir, hacer de cenar, y ver uno o dos episodios de nuestra serie en turno. Ahorita estamos viendo por segunda o tercera vez Modern Family.

    A las 8:30 saco mi iPad para poner algún video en YouTube mientras lavo los platos sucios. Ayer hubo carrera de la F1, así que pongo el resumen de Kym Illman y después la reacción de los pilotos. Descalificaron a George Russell, y a Checo le volvió a ir de la patada. Creo que no termina la temporada con RedBull.

    Me seco las manos, guardo mi iPad, y me voy a dar un baño para antes de dormir.

    9 pm: Final del día

    Los dos somos personas que preferimos levantarnos temprano que desvelarnos, entonces procuramos dormirnos temprano. Es raro el día que estamos despiertos después de las 10 de la noche.

    Hoy, estamos acostados a las 9. Me quito mi Apple Watch y lo pongo en su cargador, conecto mi teléfono no sin antes abrir Audible, y presionar play. Comienza el siguiente capítulo de Harry Potter y el Prisionero de Azkabán, pero sé que no lo terminaré de escuchar porque en 5 minutos estaré dormido.

    Hasta mañana.

    Esta es una ficcionalización de un día regular de trabajo. Los eventos, y descripciones de situaciones relacionadas con mi empleo son solamente ejemplos ilustrativos.

  • Cómo aprender cosas nuevas

    Aprender es el acto de incorporar nuevos hechos, conceptos y habilidades a tu cerebro. Esto te ayuda a comprender mejor el mundo que te rodea, y a crear una mejor imagen de tu realidad.

    Pero para poder aprender, no solamente necesitas consumir más ideas; también necesitas crear espacio para ellas.

    Para aprender, vacía tu taza

    Cómo aprender cosas nuevas

    En una ocasión, un estudiante viajó un largo camino para ver a un sabio maestro Zen, esperando que le mostrara el camino a la iluminación. Para el maestro, rápidamente fue obvio que el estudiante estaba lleno de sus propias opiniones y conocimiento; lo interrumpía constantemente con sus propias ideas.

    El maestro sugirió que tomaran una taza de té, para romper la tensión.

    Comenzó a servirle una taza a su invitado. Cuando la taza estaba llena, continuó vertiendo té hasta que se derramó sobre la mesa, el piso, y sus ropas. El estudiante gritó, “¡Para! La taza está llena, ¿qué no ves?”

    “Exacto”, dijo el maestro sonriendo. “Tú eres como esta taza — tan llena de tus propias ideas, que no le cabe nada más. Regresa conmigo cuando hayas vaciado tu taza.”

    El ciclo de aprender

    El conocimiento existe en 4 fases dentro ti: Punto Ciego, Aprendizaje, Aplicación y Encarnación. Cada una de estas 4 fases se vive de manera consciente o inconsciente.

    1. Punto Ciego: Inconsciente. No sabes lo que no sabes. Asumes y supones, pero no te cuestionas el porqué de las cosas. Simplemente, aceptas la realidad tal cual. Vives de dogmas y vas por la vida sin preocuparte por los efectos de tus acciones en los demás.
    2. Aprendizaje: Consciente. Por alguna razón, te diste cuenta de tu punto ciego y buscas expandir tu conocimiento. Estudias, investigas, encuentras maneras de desbloquearte.
    3. Aplicación: Consciente. Comienzas a cristalizar tus aprendizajes de la fase pasada. Tomas lo que aprendiste, y lo aplicas para terminar de asimilar el conocimiento. Esto, a su vez, genera más preguntas.
    4. Encarnación: Inconsciente. Lograste dominar tu craft y ahora puedes ejecutar sin pensar; tu conocimiento es inconsciente. Tu conocimiento se vuelve sabiduría. Vuelves a no saber por qué sabes lo que sabes, y esto te expone a nuevos puntos ciegos. El ciclo se repite.

    Si tu ego no te deja apreciar que tienes un punto ciego, no podrás continuar aprendiendo.

    No importa que hayas logrado dominar el conocimiento… estarás en desventaja.

    Tu conocimiento puede jugarte en tu contra

    Como sociedad, le damos mucho énfasis a la idea de que aprender significa únicamente añadir conocimiento. Pero como la parábola Zen ejemplifica, para poder aprender algo nuevo, necesitas hacer espacio. Necesitas desaprender.

    Una vez que sabes algo, es fácil quedarte en un bucle de conocimiento. Los pensamientos repetitivos crean patrones que son difíciles de romper. Estos patrones, a su vez, crean una zona de confort que se resiste a la adquisición de nueva información. A este fenómeno se le conoce como sesgo cognitivo.

    Todos tenemos sesgos cognitivos. Y se vuelve más difícil asimilar nuevas ideas, pues significaría salir de nuestra zona de confort.

    Necesitas aprender a desaprender. Necesitas aprender a estar cómodo estando incómodo. Necesitas salir de tu zona de confort.

    No desaprender puede costar vidas

    En algún momento de la historia, los médicos no se lavaban las manos antes y después de atender pacientes. Esto ocasionaba muertes innecesarias.

    En 2024 eso sería considerado un delito. En el siglo XIX era simplemente como se hacían las cosas.

    Ignaz Semmelweis sugirió en 1847 que la tasa de mortalidad se reduciría 10 veces si los médicos se lavaran las manos entre paciente y paciente. Propuso que los cirujanos usaran una solución clórica para limpiarse después y antes de atender a sus visitas.

    Semmelweis puso el ejemplo, y sus pacientes dejaron de enfermar. Aunque aún no había “una ciencia” que avalara su propuesta (la teoría bacteriana de la enfermedad no se descubriría hasta 20 años después), sí había suficiente evidencia empírica para soportar su teoría: lavarse las manos entre pacientes salvaba vidas.

    A pesar de esto, miembros del gremio médico decidieron ignorarlo. No solo eso, sino que lo rechazaron y buscaron desacreditarlo públicamente. En ocasiones, las justificaciones de su rechazo eran por ideas que ni siquiera tenían que ver con la medicina. Uno de sus argumentos, por ejemplo, era que “las manos de un caballero no podrían transmitir enfermedades”.

    A este fenómeno social (rechazar nueva información a pesar de tener evidencia contundente) se le conoce hoy en día como el efecto Semmelweis. Es la reacción de descartar ideas que no concuerden con nuestro sistema de creencias — por más evidencias o pruebas que existan.

    Para aprender, mantén tu sistema de creencias consciente

    Las decisiones que tomas se originan de un sistema de creencias intrínseco. Este sistema de creencias también da forma a tu sentido de identidad. También, hace que tu taza llegue llena a algunas discusiones.

    En How to Win Friends and Influence People, Dale Carnegie te recuerda: cuando tratamos con personas, recordemos que no estamos tratando con criaturas lógicas. Estamos tratando con criaturas emocionales, criaturas erizadas de prejuicios y motivadas por el orgullo y la vanidad.

    Lo mismo aplica al tratar contigo mismo.

    La próxima vez que sientas el impulso de rechazar una idea, pregúntate: ¿la estás rechazando porque no hay suficiente evidencia? ¿O porque esa idea no cabe dentro de tu sistema de creencias, y tu sentido de identidad se siente en peligro?

    ¿Y qué vas a hacer al respecto?

    Bienvenido a tu nuevo punto ciego. Que tu ego no te lo haga más difícil.

  • El liderazgo, más que una ciencia, es un arte

    El liderazgo, más que una ciencia, es un arte.

    Porque no se trata únicamente de ver cómo replicas lo que te funcionó anteriormente. Se trata de aprender a identificar el contexto dentro del cual estás ejecutando, tener una visión del mundo, y a través de tus acciones, plasmarla para provocar un cambio en las personas.

    La diferencia entre arte y ciencia

    La ciencia es fría y objetiva, y busca llegar a una verdad absoluta y reproducible. Se trata de establecer procesos para poder confirmar o desmentir alguna tesis, y así tener certezas fundamentales.

    Por otro lado, el arte se trata de expresión; de moldear y afectar el mundo que te rodea. De imprimir en otras personas tu visión de cómo deberían de ser las cosas. De comunicar algo.

    El arte busca provocar emociones, inspirar, desafiar perspectivas y ofrecer una interpretación subjetiva del mundo. La ciencia busca llegar a conclusiones objetivas sobre el mundo, lo cual es una imposibilidad cuando se trata de liderazgo.

    Cuando hay humanos involucrados en algo, puedes despedirte de la objetividad y de las verdades absolutas. Todos tenemos en mayor o menor medida algún sesgo que permea en nuestra toma de decisiones.

    Por eso digo que el liderazgo, más que una ciencia, es un arte.

    Si ves el liderazgo como una ciencia, puedes estar causando mucho daño

    Hay muchas corrientes artísticas, así como hay muchos estilos de liderazgo. El artista se puede dar el lujo de probar con diferentes estilos hasta encontrar con el que más se siente cómodo. El líder no.

    Así como el arte, un buen estilo de liderazgo se basa en la creatividad, la intuición y la expresión personal — tu visión de cómo deberían de ser las cosas. Los artistas utilizan medios como la pintura, la escultura, la música, la literatura y el teatro para expresar emociones, ideas y visiones únicas. Tú, como líder, utilizas medios sutiles para expresar tu arte: tu comunicación, cómo das y recibes retroalimentación, tu forma de expresar expectativas y alinear los incentivos de tu equipo.

    Experimentar es una parte crucial del método científico. Pero cuando se trata de liderazgo, no te puedes dar el lujo de hacerlo a diestra y siniestra, tratando a las personas a tu alrededor como ratas de laboratorio.

    Si en tu afán de probar diferentes estilos de liderazgo, dejas una estela de personas quemadas, lo estás haciendo mal.

    El liderazgo se trata de elevar a los demás a través de tu craft, no de forzarlos a que tomen tu punto de vista.

    El liderazgo, igual que el arte, es subjetivo

    El liderazgo como arte

    Lo que para uno puede parecer una simple broma, para otro puede ser lo más inspirador que haya visto en años.

    Todos tenemos formas diferentes de expresarnos, y sería un esfuerzo vacío esperar que a todos les gustara nuestro arte. Sucede lo mismo con el liderazgo.

    La única diferencia es que mientras si eres artista te puedes respaldar del “está bien que no te guste mi pieza”, cuando eres líder  tienes que buscar que tu craft sea bien recibido. Pues no se trata meramente de su apreciación, sino de su efecto en el día a día de las personas que lo van a consumir.

    Haciéndote consciente de esto, incrementas tus posibilidades de, entonces, convertirte en un líder que puede modular su estilo de liderazgo de acuerdo a su entorno. Ese es el verdadero skill de un líder: saber cómo comportarse en cada situación que se le presente.

    Para aprender sobre liderazgo, tienes que leer

    No todos los que leen son líderes, pero todos los líderes leen, dijo Harry Truman.

    Como líder, tienes que aprender sin experimentar.

    Si alguien más ya cometió un error, tienes que saber qué fue lo que hizo y evitar cometerlo. No te puedes dar el lujo de “aprender echando a perder”, experimentando como científico.

    Cuando eres líder, las consecuencias son muy altas, pues no estás echando a perder un insumo — estás haciendo sufrir a personas.

    Lee. Comienza por estos títulos:

    Ser líder no es un puesto ni un rol: es una forma de ver las cosas

    Hay personas que no necesitan de un puesto para ejercer liderazgo. Esos son los mejores líderes que puedes tener.

    Sin embargo, esto no significa que el liderazgo no sea algo que se puede aprender. Como cualquier arte, necesitas práctica y repeticiones. Pero también necesitas algo extra. Un sexto sentido, una capacidad de empatía, de compasión, y de interés genuino por las personas que te rodean.

    Encarnar el liderazgo se trata de ver las situaciones de una manera que busque elevar a todos.

    No se lidera objetos, sino personas. Y las personas somos complicadas. Debes tener esto siempre en tu mente. Como expliqué antes, es prácticamente imposible extirpar el factor humano del rol de liderazgo. Y tienes que estar consciente —y cómodo— con esto.

  • Aprende a tomar mejores decisiones

    Vivir es constantemente tomar decisiones. Vivir una vida satisfactoria es aprender a tomar mejores decisiones — más buenas que malas.

    Hay pocas cosas que no decides, y que más bien tu fisionomía te obliga a hacer: respirar, parpadear, por mencionar algunas. Si bien también puedes decidir no hacerlo, no va a pasar mucho tiempo antes de que tu cuerpo te lo comience a reclamar.

    Todo lo demás, lo haces porque lo estás decidiendo — consciente, o inconscientemente.

    Y no importa si tomas decisiones inconscientemente, también te van a afectar sus consecuencias. Así que, ¿por qué no buscar hacerlo de manera consciente?

    Hacerte consciente de las decisiones que tomas es tedioso al principio, pero positivo a largo plazo. Te ayuda a ejercitar tu sentido de agencia, y a comprender cómo puedes tomar aún mejores.

    No se trata de suerte, sino de disciplina. Para tomar mejores decisiones:

    1. Mantente alerta de tu entorno
    2. Mantente en tu carril
    3. Factoriza las consecuencias
    4. Practica

    Déjame explicarte.

    Las decisiones no se toman en un vacío

    Lo que podemos hacer, y por ende, las decisiones que podemos tomar, están dictados por nuestro entorno.

    No se pueden tomar decisiones en un vacío, pues tus posibilidades (o la falta de ellas) están determinadas por entorno en el que te desenvuelves.

    En la entrevista que le hice recientemente a Darwin Pinto, mi co-host en Inglés para Devs, hablábamos de cómo el deseo entra por los ojos. Y de cómo el léxico que tenemos determina las posibilidades y los horizontes a los que podemos aspirar.

    El mismo principio aplica para la toma de decisiones.

    Para tomar una buena decisión, necesitas considerar el contexto en el que la estás tomando. Hacerlo de otro modo es imprudente; estar lo más seguro posible (aunque estarlo al 100 % es imposible) de que entiendes el contexto.

    Charles Kettering, cabeza de investigación de General Motors de 1918 a 1923, sabiamente decía que “un problema bien explicado es un problema resuelto a la mitad”. Explica por qué, haz una lista de las variables que estás observando, y considera un margen de error. Aunque dicen que el riesgo es aquello que queda cuando crees haber considerado todo lo que puede salir mal, no está de más.

    Una vez que tomes una decisión, el resto no está en tus manos

    Una parte vital de aprender a tomar mejores decisiones, también es darte cuenta de que solamente controlas una parte del proceso.

    Y tienes que enfocarte en optimizar lo que sí puedes controlar. Porque una vez que tomas una decisión, los resultados son, mayormente, un efecto secundario.

    Si decides postularte para un puesto, no controlas si te lo van a dar o no. Puedes decidir prepararte lo mejor posible para ese examen, más no sabes las preguntas exactas que van a venir.

    Tomar decisiones se vuelve frustrante —y difícil— cuando además le adjudicas una carga emocional a los resultados que esperamos. Es por eso que es mejor aceptar que lo único que puedes hacer es buscar tomar decisiones lo más informadas, posibles, y conscientes.

    Como decía Dwight D. Eisenhower, “planear no sirve de nada, pero hacer planes lo es todo”. Si bien no puedes asegurarte de que todo va a salir como esperas, tener una idea de las posibilidades incrementa tu capacidad de tomar mejores decisiones futuras. Aunque las circunstancias hayan cambiado.

    Lo único que puedes hacer es tomar decisiones con base en tus valores y principios —bien fundamentados— y pasar a lo siguiente: hacerte responsable de las consecuencias.

    Tus decisiones, tus consecuencias, tus aprendizajes

    Así como el hecho de que no conozcas una ley no te exime de la responsabilidad de cumplirla, no tener claras las implicaciones de las decisiones que tomas no te protege de sus efectos.

    Cualquier decisión que tomas en tu vida tiene implicaciones, por más pequeñas que sean. Aceptar estas consecuencias es una muestra de madurez. Lo contrario demuestra una falla de carácter.

    Si no estás factorizando en tu proceso los efectos posteriores, estás viendo nada más la mitad de la ecuación.

    Por ejemplo, decidir salir de fiesta sin tomar en cuenta cómo te vas a levantar al día siguiente no es algo inteligente. Pero si comprendes que probablemente te vas a despertar con una resaca horrible, y tomas una decisión informada, entonces estás encarnando el sentido de agencia.

    El mundo está constantemente dándote retroalimentación, positiva o negativa, de tus decisiones. Fallar en tomar esta retroalimentación en cuenta es un error imperdonable. Pues estás dejando ir información valiosa que directamente te ayuda a comprender mejor qué estás haciendo bien, y qué necesitas mejorar.

    Hasta una vela prendida tiene un efecto en su entorno — su calor, su aroma. ¿Por qué creerías que tus acciones no?

    La diferencia entre un animal y tú, es que tú tienes la capacidad de razonar y aprender. De comprender los efectos que las decisiones que tomas tienen a tu alrededor. No lo desaproveches.

    Ahora…

    Tomar mejores decisiones requiere práctica

    Y como cualquier práctica, se necesita disciplina.

    Disciplina para saber cuándo ajustar rumbo. Para cambiar la estrategia. Para recibir el feedback con calma, y sin reaccionar. Para integrarlo en tu siguiente decisión. Disciplina para considerar los efectos secundarios que puedes causar, y para saber que está bien no saberlo todo siempre y cuando hagas un esfuerzo real por tomar decisiones conscientes.

    Porque “cuando intentamos tomar algo por sí solo, lo encontramos atado a todo lo demás en el universo,” como dijo John Muir.

    Así que no intentes tomar decisiones que sabes que tienen un radio de explosión grande si no tienes suficiente práctica con decisiones pequeñas. No decidas endeudarte por 20 años sin primero haber adquirido y saldado una deuda de un año. No decidas casarte sin haber vivido con la persona antes. No apliques para una posición de gerencia sin antes haber desempeñado un rol de liderazgo con menos responsabilidad.

    Practica, por práctica. Así se decide tomar mejores decisiones.

  • Reactancia: lo que provoca el micromanagement

    Es probable que hayas experimentado una reacción emocional particular, aunque tal vez no sepas cómo se llama. Se llama reactancia, y es lo que ocurre cuando sientes que tu libertad está siendo amenazada.

    La reactancia puede surgir en una variedad de contextos, pero en el mundo profesional, aparece cuando alguien en una posición de autoridad, como tu manager o líder de equipo, te dice exactamente cómo hacer tu trabajo. Comúnmente esto es conocido como micromanagement. Seguramente habrás escuchado el término.

    La reactancia en acción

    Imagina que estás trabajando en un proyecto complejo. Has estado trabajando en él durante semanas, y has desarrollado un plan sólido para su implementación. Pero entonces, tu gerente, sin previo aviso, te dice que cambies tu enfoque y sigas un camino diferente sin una razón aparente. En lugar de considerar sus sugerencias de forma templada, sientes una ola de resistencia, frustración, o hasta enojo. Esto es la reactancia en acción.

    La reactancia es una respuesta natural a la amenaza percibida a nuestra autonomía. Como profesionales de la creatividad y el conocimiento, valoramos nuestra habilidad para resolver problemas y diseñar soluciones. Cuando alguien intenta imponer su camino, puede sentirse como una invasión a nuestra libertad para innovar y crear.

    De forma práctica, la reactancia se puede manifestar de diferentes maneras. Comúnmente, si estás experimentando reactancia, puede que sientas una fuerte resistencia a acatar las instrucciones y te sientas frustrado o hasta enojado. Puede también que comiences a procrastinar y dejar que el trabajo se apile. En casos extremos, la reactancia se puede manifestar como rebeldía, al sentirte obligado a hacer exactamente lo opuesto que te dijeron.

    La reactancia no se manifiesta igualmente para todos

    Es importante recordar que todos experimentamos esta reacción emocional de manera diferente. Al ser consciente de cómo se manifiesta en ti, puedes aprender a manejarla de manera más efectiva.

    Entonces, ¿cómo puedes manejar la reactancia?

    • 1. Reconoce tus emociones: Primero, tienes que ser consciente de que estás experimentando reactancia. Si te sientes frustrado o resistente después de recibir instrucciones, es posible que estés experimentando este fenómeno.
    • 2. Comprende la intención: A veces, las personas que nos dan instrucciones tienen buenas intenciones. Intenta entender por qué te las están dando. ¿Tienen experiencia que tú no tienes? ¿Están tratando de evitar un problema que han visto antes?
    • 3. Comunícate abierta y honestamente: Si sientes que tu libertad está siendo amenazada, habla con la persona que te está dando instrucciones. Explica cómo te sientes y propón alternativas que te permitan mantener tu autonomía. Recuerda que tú también puedes dar feedback a tus líderes. Si sientes lo contrario, analiza si es momento de cambiar de ambiente de trabajo.

    Si lo ves de esta manera, el estar consciente de la existencia de, y saber cómo manejar la reactancia es una cualidad importantísima en cualquier profesional, sobre todo uno quiera poder hacer su craft por mucho tiempo. Significa que son capaces de prevenir conflictos innecesarios, facilitar la implementación de nuevas ideas y mantener un alto nivel de motivación tanto en ellos mismos como en su equipo.

    Lo importante es que reconozcas cómo se manifiesta en ti

    La reactancia es una reacción emocional que todos hemos experimentado, especialmente cuando sentimos que nuestra libertad está siendo amenazada. En el ámbito de los trabajadores del conocimiento, esta amenaza puede presentarse cuando alguien en una posición de autoridad, como un gerente, nos dice exactamente cómo hacer nuestro trabajo, un fenómeno conocido como micromanagement.

    La reactancia puede manifestarse de varias formas, desde resistencia y frustración hasta procrastinación y rebeldía. Sin embargo, al reconocer estas emociones, comprender las intenciones detrás de las instrucciones que recibimos y comunicarnos de manera abierta y honesta, podemos manejar efectivamente la reactancia.

    Para un profesional que quiere tener una carrera sostenible, la capacidad de manejar la reactancia puede prevenir conflictos innecesarios, facilitar la implementación de nuevas ideas y mantener un alto nivel de motivación, tanto personalmente como dentro del equipo. Por lo tanto, entender y manejar la reactancia no solo te permitirá recuperar u sentido de autonomía, sino que también te equipa con las herramientas necesarias para prosperar en tu campo.

Ayudo a personas que trabajan con software a mejorar sus carreras profesionales.

Los miembros tienen acceso a Pathways, pueden comentar en las publicaciones, interactuar con la comunidad, y muchos otros beneficios. Conoce más.

Agrégame a tu lector RSS, o suscríbete a mi newsletter para recibir los nuevos artículos que publique.