La soledad está cambiando cómo trabajamos


Luis Velasquez en HBR
:

La soledad se ha vinculado con un mayor agotamiento, una disminución de la productividad y un aumento de la rotación—lo que cuesta a las empresas de EE. UU. hasta 154 mil millones de dólares al año. Más allá del impacto financiero medible, los líderes perciben que algo ha cambiado pero les cuesta ponerle nombre. Después de todo, las metas se siguen cumpliendo, la gente sigue asistiendo a las reuniones y los canales de Slack siguen activos. Sin embargo, la energía se siente más baja, la colaboración más transaccional y la iniciativa es más difícil de sostener.

Crear un lugar de trabajo con menos soledad empieza por reconocer que la soledad no es solo un problema personal: es una fuerza sistémica invisible que erosiona silenciosamente la confianza, la creatividad y el desempeño, impulsada por una ruptura más amplia de la conexión.

Si los líderes no actúan temprano, los efectos negativos de la soledad se acumulan. Lo que comienza como un retiro silencioso puede convertirse rápidamente en una desalineación profunda y, eventualmente, en pérdida de productividad. La solución no son más herramientas ni intervenciones de team-building; es integrar intencionalmente la conexión en la forma en que las personas trabajan juntas.

He estado pensando mucho en este aspecto del trabajo. La semana pasada publiqué

El impacto que sí importa no escala, ni se puede medir
, y reflexionando creo que me doy cuenta de que lo que estoy describiendo en ese artículo es un sentimiento de aislamiento—de soledad:

El trabajo en software es interesante, y ciertamente es un privilegio poder ganar un sustento interactuando con una piedra que piensa. Pero después de varios años como Engineering Manager, y más recientemente, como parte del staff del centro de buceo, algo se ha vuelto bastante aparente: extraño sentir que tengo la capacidad de efectuar el cambio de manera directa. Extraño tener evidencia de que mi aporte importa. Extraño no tener que hacer malabares mentales para tener idea del valor e impacto real de mis contribuciones en otras personas.

Recientemente he tenido una oportunidad increíble: la de recordar que también se puede, y es extremadamente satisfactorio, ayudar directamente a alguien.

Recibir un “muchas gracias, nunca creí que me iba a poder sentir cómoda buceando” o un “gracias por ayudarme a entender mejor este problema” supera, por mucho, cualquier sentimiento de satisfacción que he tenido después de entregar un reporte a tiempo, resolver un PR, hacer una propuesta de infraestructura, o de tener código corriendo por todo el mundo.

Trabajar con personas. Uno a uno. Ahí está.

Tal vez no escale. Tal vez no sea lo más óptimo. Y no se puede automatizar.

Pero, ¿sabes qué? Después de tanto tiempo de aceptar y tener que confiar en que mi contribución aporta de alguna manera para hacer la diferencia para alguien en algún lugar, voy a tomar cualquier oportunidad de asegurarme de que hice todo lo posible por ayudarle directamente a alguien. Dentro o afuera del agua.

Algo que le he compartido a varios colegas recientemente es que me ha parecido bastante interesante cómo sí siento que mi chamba como Engineering Manager se hace mucho más sencilla cuando estamos físicamente en el mismo lugar. Me pregunto qué diría de esto el Oscar de hace 10 años que vivía y moría por programar, y que lo último que quería era ir a la oficina para evitar “distracciones”.

Puedo ayudarte a diseñar una carrera más clara, más tuya y más sostenible. Conoce cómo.

Vuélvete miembro para dejar comentarios, y desbloquear otros beneficios.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *