Según la teoría mimética de René Girard, muchas de nuestras decisiones y comportamientos son influenciados por aquellos a nuestro alrededor. Somos seres sociales que tendemos a imitar lo que vemos en nuestro entorno.
Esto no siempre es negativo, pero es vital ser conscientes de ello.
¿Estás imitando comportamientos y valores que realmente te representan? O, por el contrario, ¿estás siguiendo la corriente sin cuestionarlo?
Hoy te invito a reflexionar sobre las influencias en tu vida. Sobre todo, cuando pensamos en cómo esto influye en nuestro estilo de liderazgo.
Identifica qué comportamientos y valores has adoptado y decide cuáles quieres mantener y cuáles no. Ser consciente de esto es el primer paso para liderar con autenticidad y construir una vida alineada con tus verdaderos valores.
Admirar a un líder no es solo reconocer sus logros, sino también entender qué los hace especiales.
Piensa en Martin Luther King, cuya valentía y capacidad para inspirar a millones sigue siendo un faro de esperanza y cambio.
Considera también a los líderes cercanos, aquellos en tu entorno inmediato. Quizás tu jefe anterior, quien, a pesar de su estilo más demandante, dejó una marca imborrable en tu forma de ver el liderazgo.
Al observar a estos líderes, no solo mires sus acciones, sino también sus motivaciones y principios.
La próxima vez que encuentres a alguien que te inspire, pregúntate:
¿Qué cualidades de su liderazgo puedes adoptar? ¿Cómo puedes implementar esas cualidades en tu vida diaria para ser el líder que tu equipo necesita?
Durante los siguientes días vamos a hablar de liderazgo, comenzando por los estilos de liderazgo.
¿Recuerdas al mejor líder que alguna vez tuviste? ¿Cuáles eran sus características que te hicieron gravitar hacia él o ella?
Ahora piensa en alguno de tus compañeros al que no le haya ido tan bien con la misma persona. ¿Por qué crees que fue?
La respuesta seguramente es que no hubo concordancia entre el estilo de liderazgo que tu líder tenía, y el que tu compañero necesitaba. Afortunadamente, contigo sí hubo match, y por eso consideras esa experiencia como la mejor de tu carrera.
Ser líder —y saber ser liderado— es más un arte que una ciencia.
Porque no se trata de ver cómo replicas lo que te funcionó anteriormente nada más.
Sí, necesitas práctica y tener repeticiones. Pero también necesitas un algo que te hace entender las necesidades de las personas que te están siguiendo. De igual manera, si te toca seguir, en vez de ser seguido, necesitas tener tu ego lo suficientemente controlado para entender que no se trata de ti (como me pasó a mí, que te conté en el correo de hace unos días).
A lo que voy es: hay diferentes estilos de liderazgo. Hay líderes que inspiran, hay otros que ponen el ejemplo, que exigen, o que obligan. Todo está dentro de un espectro. Dentro de ese mismo espectro, hay personas que reaccionan mejor a cada uno de ellos.
Es importante que tengas esto en cuenta. Sobre todo cuando estés en alguna situación en la que sientas que no estás haciendo ese match con tu líder (o con tu equipo).
Algunas preguntas para reflexionar:
¿Qué te hace falta, que no está haciendo tu líder? O, ¿qué no estás haciendo por lo cual no está sucediendo ese match?
¿El estilo de liderazgo que está presente, te funciona? ¿Cómo lo cambiarías?
¿Cómo puedes abrir la conversación con la otra persona para comenzar a llegar a un punto medio donde ambos entiendan lo que necesita el otro?
A final de cuentas, una relación de liderazgo-seguidor es, en esencia, una relación. Y toda relación es, en esencia, de dos. ¿Cómo la vas a nutrir hoy?
La calidad de tu vida está determinada por la calidad de tus problemas.
¿Los problemas que crees que tienes actualmente son los adecuados?
En nuestro proceso de crecimiento profesional — y personal — vamos a encontrarnos en situaciones donde vamos a sentir que tenemos problemas. Nos sentiremos incómodos.
Dependiendo de la etapa de la carrera en la que estés, este puede ser un buen problema para tener. Sobre todo si estás haciendo algo que realmente te gusta.
Sentirte incómodo en esta situación puede sentirse contradictorio. ¿Por qué estaría bien sentirse incómodo haciendo algo que nos gusta, o que realmente queremos hacer?
Porque es el proceso de crecer, aprender, y salir de tu zona de confort.
Ahora, te puedes quedar con la idea de que tienes un problema, o puedes darle la vuelta y pensar: “me siento incómodo, pero está bien, porque me puedo sentir cómodo haciendo algo que no me gusta, o incómodo haciendo algo que realmente me encanta”.
Muchas veces, cuando estamos buscando crecer, llegar a nuevas metas, no sabemos realmente cómo se va a sentir cuando por fin lo logramos.
Tenemos una idea.
Creemos que vamos a ser felices, habiendo llegado esa meta, lo que he aprendido durante el tiempo y que hoy lo tengo muy consciente es que muchas veces lo que creemos que vamos a sentir cuando lleguemos a esa meta no va a ser lo que realmente vamos a sentir.
Muy probablemente nos vamos a sentir abrumados. Nos vamos a sentir fuera de lugar.
¿Estuviste trabajando años hacia una promoción, hacia un aumento en tu trabajo, hacia más responsabilidad en tu trabajo?
Cuando llegues a tu meta, muy probablemente no vas a saber qué hacer porque todo el tiempo que has invertido y todo el esfuerzo que has invertido ha sido en llegar.
Hay que aprender a reconocer cuando nos estamos sintiendo incómodos y tener la capacidad de extrapolar la experiencia y saber que va a pasar en algún momento, porque no nada más se trata de llegar a la meta y decir “ya lo hice, ¿qué más viene?”
Más bien se trata de ver cómo hacemos que esto sea sostenible.
Es fácil quedarte con la idea de que nada más estás trabajando por dinero. Que lo único que importa es que te llegue tu cheque a fin de mes.
Y sí, tal vez hay algunas personas que estén en esa situación. Que no tienen espacio para aspirar a más en sus vidas.
Sin embargo, el mero hecho de que estés leyendo este correo, significa que tienes cierto nivel de privilegio que no puedes negar.
Significa que, por defecto, tienes las posibilidades — y las ganas — de no solamente ganar dinero, sino de crecer. No solo profesionalmente, sino en todos los aspectos.
Crecer, entre otras cosas, también es darte cuenta de que perseguir únicamente el dinero es una misión vacía. Y te lo está diciendo alguien que recientemente sanó su relación con el dinero, después de mucho estira y afloja.
No quiero decir que el dinero no es importante, ni una parte esencial de cualquier trabajo — todos tenemos que comer, y claro que no me gustaría trabajar gratis.
¿Alguna vez tu manager o líder de equipo te ha dicho exactamente cómo hacer tu trabajo, y experimentas una reacción emocional particular que no puedes identificar?
A mí me ha pasado, y te quiero compartir que aprendí de ella.
A esta emoción se le llama reactancia y sale a relucir cuando especialmente sentimos que nuestra libertad está siendo amenazada, por ejemplo cuando nos hacen micromanagement.
Todos experimentamos esta reacción de manera diferente, por ejemplo:
Resistencia a acatar instrucciones
Frustración o enojo
Procrastinación
Rebeldía
Algunos consejos que me han ayudado a manejar esta emoción:
👉 Reconoce tus emociones: Sé consciente de que estás experimentando reactancia. Si te sientes frustrado o resistente después de recibir instrucciones, es posible que estés experimentando este fenómeno.
👉 Comprende la intención: A veces, las personas que nos dan instrucciones tienen buenas intenciones. Intenta entender por qué te las están dando. ¿Tienen experiencia que tú no tienes? ¿Están tratando de evitar un problema que han visto antes?
👉 Comunícate abierta y honestamente: Si sientes que tu libertad está siendo amenazada, habla con la persona que te está dando instrucciones.
Explica cómo te sientes y propón alternativas que te permitan mantener autonomía.
Recuerda que tú también puedes dar feedback a tus líderes. Si sientes lo contrario, analiza si es momento de cambiar de ambiente de trabajo.
Manejar la reactancia me ha ayudado a:
Prevenir conflictos innecesarios
Facilitar la implementación de nuevas ideas
Mantener un alto nivel de motivación tanto personalmente como dentro de mi equipo.
Entender y manejar esta emoción no solo te permite recuperar tu sentido de autonomía, sino que también te equipa con las herramientas necesarias para prosperar y mejorar en tu campo.
De repente se siente que algo no hace clic, y todo cuesta más trabajo.
Y no termina ahí. Después viene, como si no fuera suficiente, un sentimiento de culpa por no poder hacer las cosas.
Y me pregunto ¿qué tan responsable soy y qué tanto estoy honrando mis propias metas y objetivos?
Lo que he aprendido con el tiempo y experiencia —porque no es la primera vez que me pasa esto— es que si me siento así es porque algo me faltó hacer.
Algo en mi rutina no se completó como debía.
Las rutinas no son para todos. Hay personas que necesitan la flexibilidad y novedad para sentirse bien. Yo no. Yo necesito estructura. Si no mi mente me hace las cosas más difíciles de lo necesario.
Pero la idea de tener una rutina también puede desanimar. Podrías pensar, ¿así van a ser todos mis días, de aquí en adelante?
Eh… qué flojera.
Por eso, en vez de rutinas, pienso en rituales.
Un ritual es algo que puedo hacer con un objetivo en específico. Por más simple que parezca, levantarte y asearte es un ritual. Tomar café en la mañana es un ritual. Vestirte y arreglarte es un ritual, aunque trabajes desde casa. Cada actividad le dice a tu cerebro que estás en cierto “modo”.
“Cuando me pongo los tenis, estoy en modo ejercicio.”
En una ocasión, platicando con mi terapeuta, le compartí mi enorme frustración por no ser “tan bueno” como algunos de mis compañeros de trabajo, y no tener el éxito que veo en ellos, y lo que me dijo en esa sesión me cambió la vida.
“Si tuvieras la oportunidad, ¿cambiarías tu vida completa por la de esa persona simplemente para ser igual de bueno programando?”
Allí comprendí que el “éxito” no es absoluto, ni significa lo mismo para todos.
El éxito para mí en aquel entonces estaba determinado por factores externos, como:
Status
Dinero
Ser el mejor en lo que hacía
Pero hoy para mí el éxito es:
Tener la capacidad de moldear mi entorno en función de que me permita tener tranquilidad
La opción de tomar decisiones sin apuros
Y ahora, de vez en cuando me pregunto, ¿cambiaría mi vida completa por la de esa persona, simplemente para poder estar al mismo nivel en este aspecto particular?
¿Alguna vez has intentado hablar sobre tus logros en términos de negocio — el Lenguaje del Valor —, y te sientes inadecuado o incómodo?
Si tu respuesta es que no, déjame entonces preguntarte: en tu currículum, ¿compartes ejemplos de cómo le ayudaste al negocio con tus habilidades? ¿O nada más tienes una lista habilidades relevantes para tu campo? Si eres desarrollador de software, pones una lista de lenguajes de programación. Si trabajas en diseño, listas herramientas de ilustración y composición de imágenes. ¿Verdad?
Ahí está.
Esto es un problema. Y te está impidiendo desarrollar tu potencial completo. Es más, te está impidiendo el acceso a las meras oportunidades que te ayudarían a potenciar tu carrera.
Porque no te estás vendiendo. En este artículo te quiero ayudar a resolver este problema.
Auto-Sabotaje: por qué no sabes cómo venderte
Muchas personas con habilidades especializadas somos alérgicos a la idea de “vendernos”. Preferimos hablar en terminologías con las que nos sentimos cómodos — nuestro nicho—, y no en el lenguaje del valor humano, o en el lenguaje que, aunque no lo queramos, termina impactando más nuestra carrera, lo queramos o no: el lenguaje de los negocios.
Desde un punto de vista psicológico, esto una forma de autosabotaje: minimizamos nuestro valor al no saber comunicarlo de manera efectiva. Y muchas veces lo hacemos de manera consciente. Evitamos salirnos de nuestra zona de confort.
Recuerdo una conversación con uno de mis mentores que cambió mi perspectiva. Me preguntó: “¿Por qué le tienes tanto miedo a venderte bien?” Mi respuesta fue rápida: “Porque no quiero echar mentiras.”
Sin embargo, él me mostró que hablar de mis habilidades y el valor que agrego a los equipos, en términos que los responsables de presupuestos entienden, no es echar mentiras — es traducir. Es entender que, para bien o para mal, las personas que contratan están viendo números y proyecciones de negocio, no herramientas.
Naturalmente, como yo no estaba acostumbrado a hablar en esos términos, cuando hablaba de “valor agregado” y en vez de “arquitectura de aplicaciones” sentía que estaba echando mentiras. Pero no: estaba hablando de exactamente lo mismo, solamente que desde otra perspectiva.
Y por más incómodo que fuera dejar de hablar de lo que yo era experto, hacerlo me abrió incontables puertas.
¿Qué es el Lenguaje del Valor?
Es una capa de traducción que te ayuda a comunicar lo que haces en términos que otras personas fuera de tu círculo de expertise puedan apreciar.
Algunos ejemplos:
Un desarrollador de software debería poder hablar en términos de cuánto dinero le está ahorrando a la empresa con sus contribuciones técnicas,
Un diseñador de marca debería de poder empatizar con las necesidades de su cliente, y comunicarle por qué sus propuestas le resuelven su problema,
Un arquitecto debería de poder entender qué es lo que realmente está buscando su cliente: diseño, seguridad, vanguardia, o una mezcla de todos — y saber cómo comunicarlo.
La clave es esta: tienes que traducir tu valor. Tienes que aprender a hablar el lenguaje de las personas que van a pagar por tu sueldo o por tu proyecto.
El Lenguaje del Valor no es manipulación
Como profesionales en cualquier industria, tenemos que comenzar a ver que vender nuestras habilidades no es manipulación, sino adaptación. No es cambiar lo que hacemos, sino cómo lo comunicamos.
La clave aquí es entender que en una organización, o en cualquier mesa de negociación, se hablan diferentes lenguajes. Aprender a hablarlos mejora nuestra posición, y nos permite colaborar de manera más efectiva.
Dominar el Lenguaje del Valor es esencial para tu desarrollo profesional. Esta habilidad no solo te beneficia diariamente como profesionista, sino que se convierte en un factor decisivo al buscar un aumento, un nuevo trabajo, una posición más avanzada, o un mejor cliente.
Hablar en términos de valor puede ser la llave que abre la puerta a oportunidades que transformarán tu carrera.
Cómo hablar el Lenguaje del Valor
Para dominar el Lenguaje del Valor, y aprender a venderte, te recomiendo lo siguiente.
Identifica y lista tus habilidades: Antes de poder traducir tus habilidades a un lenguaje más accesible, primero debes saber exactamente qué estás ofreciendo. Esto va más allá de las habilidades técnicas; piensa también en las habilidades blandas que has desarrollado. Por ejemplo, si eres bueno resolviendo conflictos dentro de tu equipo, eso es algo que también tiene gran valor.
Consejo: usa el método STAR (Situación, Tarea, Acción, Resultado) para describir situaciones específicas donde demostraste tus habilidades, sea de liderazgo, trabajo en equipo o resolución de problemas.
Encuentra un Traductor de Valor: Este puede ser un mentor, un colega de otra área o incluso un amigo que tenga habilidades para comunicar y entender tanto el mundo técnico como el empresarial. Ellos pueden ayudarte a encontrar las palabras y conceptos que transmitan tu valor de una manera comprensible para todos.
Ejemplo: Si eres un experto en optimización de bases de datos, un “Traductor de Valor” podría ayudarte a describir esta habilidad como “mejorar la eficiencia operativa reduciendo los tiempos de espera para los usuarios”.
Practica con Escenarios Reales: No basta con saber cómo traducir tus habilidades; debes practicar. Ya sea en entrevistas de trabajo, conversaciones con stakeholders o incluso en tus interacciones diarias con tu equipo, toma la oportunidad de hablar sobre tu valor. La próxima vez que tengas una revisión de desempeño o una conversación similar, intenta usar este nuevo lenguaje de “valor”. Prepara antemano cómo vas a describir tus contribuciones de manera que resuenen con tu audiencia, y después evalúa cómo fue recibido.
La próxima vez que hables con un gerente de proyecto, un cliente o modifiques tu currículum, en lugar de decir que “implementaste un algoritmo de búsqueda eficiente,” podrías explicar que “mejoraste la experiencia del usuario al hacer que la búsqueda de información en la aplicación sea más rápida y precisa.”
Recibe Retroalimentación y Ajusta: Después de cada intento de vender tu valor, busca retroalimentación. ¿Fue efectiva tu comunicación? ¿Hubo algo que pudiste haber dicho de una manera más clara? Utiliza estos aprendizajes para ajustar tu enfoque en el futuro.
Aquí hay una oportunidad de ejercer la Mentalidad de Crecimiento: La habilidad de “venderse” es como cualquier otra habilidad: se puede aprender y mejorar. Mantén una mentalidad de crecimiento y estarás vendiéndote como un profesional en poco tiempo.
Es una práctica
En definitiva, aprender a comunicar tu valor es mucho más que una técnica de negociación; es una inversión en tu crecimiento profesional y bienestar emocional. Al dominar el lenguaje del valor, no solo incrementas tus oportunidades para conseguir un mejor salario o avanzar a roles más prominentes. También ganas una nueva capa de autoconfianza, un sentido de propiedad sobre tu carrera que se traduce en un mayor cumplimiento personal y profesional.
Así que no lo postergues; empieza hoy a traducir tus habilidades técnicas en términos de valor.
No es solo un cambio de vocabulario; es una transformación completa que puede elevar tu carrera a nuevas alturas.
El burnout llega por donde menos te lo esperas. Probablemente haciendo lo que más te gusta, o algo que te da mucha satisfacción — algo para lo que eres bueno, y que te paga bien.
Eso mismo es lo que lo hace tan peligroso. ¿Cómo es que algo que aprecias, que sientes que le agrega valor a tu vida, puede ponerte en una situación tan complicada?
En este artículo quiero ayudarte a entender un poco más qué significa el burnout. La esperanza es que puedas prevenirlo — o detectarlo a tiempo, y cambiar el rumbo.
Pero primero…
¿Qué significa caer en burnout?
Que tu mente y cuerpo están rechazando alguna actividad porque ha caído en un exceso que no es posible sostener.
Piensa en tu comida favorita. Probablemente, la última vez que la comiste, dijiste “podría comer esto todos los días.” ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que lo que hoy consideras un manjar, te comience a dar asco?
La palabra “asco” es interesante. ¿Sabías que es una emoción? De hecho, está considerada como el límite superior de la aversión.
El asco es una reacción emocional — y física — de tu cuerpo rechazando algo.
Y así como lo puedes sentir con algo tan “básico” como la comida, también lo puedes sentir con algo tan “etéreo” como tu trabajo.
El burnout es tu cuerpo diciéndote que ya no puede comer más de lo mismo. Que ya no puedes continuar trabajando así.
El burnout es diferente para cada quien
No a todos nos pega de la misma manera, ni tampoco tiene el mismo origen.
Para unos, el burnout es cuestión de cuánto tiempo pasan haciendo algo. Para otros, es el nivel de intensidad con el que hacen las cosas, independientemente de cuánto tiempo inviertan en ello.
También he visto personas caer en burnout por la monotonía, o por no poder ejercitar su músculo creativo. Por no poder hacer algo que realmente les dé una satisfacción intrínseca.
Y así como no hay una sola receta para “llegar” al burnout, tampoco hay una receta para salir de él. Cada quien está en su propio camino.
Mike: De dos maneras. Gradualmente, y luego de repente.
Es exactamente con el burnout. Una noche más, dando el 110 %, parece inofensiva si se ve desde nivel cancha. Total, mañana duermes un poco más tarde, aunque esto ocasione que probablemente tengas que trabajar un poco más para compensar.
No hay gran problema.
Pero cuando lo ves en grande escala, a largo plazo, te das cuenta de que 3 años de ese ritmo han sido mala idea. Porque, primero, tomaste decisiones lentamente, un día a la vez. Y luego, de repente, ya estás quemado. Llegó el burnout, y es hora de enfrentar el problema.
Es extremadamente difícil recuperarse. ¿Por qué?
El burnout es un reto a tu identidad. Cuando llevas mucho tiempo haciendo algo, y el sistema en el que trabajas te recompensa de buena manera por hacerlo, ¿por qué habrías de parar?
Te comienzas a comprar la idea de que tu identidad es tu trabajo. Que eres la única persona que podría razonablemente hacer lo que te están pidiendo. Que no hay nadie mejor para ello. Después de todo, llevas mucho tiempo recibiendo feedback positivo por ello — feedback que, en el peor de los casos, se ve únicamente como más dígitos en tu cuenta de banco.
Y un día, levantas la cabeza y ya no encuentras satisfacción en lo que haces. Aun con todo el dinero en el banco.
¿Valió la pena? Probablemente, la respuesta sea no — por eso estás quemado. Es tu mente y cuerpo diciéndotelo a gritos.
Lo que toca ahora es reevaluar qué fue lo que te llevó a este punto en primer lugar. Ver de frente tu comportamiento, tus acciones, tus incentivos — tu identidad.
Para prevenirlo requieres autoconocimiento
Autoconocimiento de tus capacidades, sí, pero también de tus límites. De lo que te gusta, y de lo que no. De lo que estás dispuesto a tolerar, y por cuánto tiempo. También se trata de tener la agencia para poder cambiar las cosas cuando detectes que ya no están funcionando.
Es un reto: aceptar que tenemos un límite de cuánto podemos hacer, en una sociedad que premia la productividad cuantificable, y no la productividad sostenible. Porque significa que estás nadando contra corriente, y probablemente no vas a encajar con el resto de tus compañeros.
En Wall Street hay un adagio que dice, “si no vienes a trabajar el sábado, ni te molestes por venir el domingo”.
¿Aguantarías?
¿Qué estás haciendo actualmente en tu vida, aunque no trabajes en Wall Street, que siga la misma filosofía?
En 2024, encontrar trabajo en la industria de la tecnología es más difícil que nunca. Y creo que es porque ya no existe una tal “industria de la tecnología.”
Déjame explicarte, empezando por entender qué es (o era). En este artículo, te hablaré de:
Cómo nació la industria de la tecnología
Cómo funcionaba en su momento
Por qué era más sencillo encontrar empleo antes
La influencia de la pandemia en el mercado
El nacimiento de las empresas edtech y bootcamps
Cómo cambiaron los objetivos de las empresas
El impacto de la IA, y lo que nos depara el futuro
Comencemos
Cómo nació la industria de la tecnología
Para el 2009, cuando yo comenzaba mi carrera profesional, el iPhone había desatado la competencia por alcanzar la siguiente frontera de la tecnología: los dispositivos móviles.
Gracias al iPhone nacieron gigantes de la industria como Instagram, Snapchat, WhatsApp y Uber. También gracias a esta revolución, se aceleró el crecimiento de Facebook, Google, y Amazon.
Al mismo tiempo, durante los primeros años de la década del 2010, tomó vigor la revolución que eventualmente dio origen a lo que conocimos como “industria de la tecnología”.
¿Cuál era la característica principal de esta industria? Que tenía un único objetivo: crecer a toda costa.
Crecer a toda costa
De 2009 a 2018, no se necesitaba tener un negocio para hacer dinero. Necesitabas una idea —no necesariamente buena— y alguien que te diera dinero para implementarla. La cultura startup se cimentó, y muchísimos emprendedores comenzaron a “bajar dinero” para desarrollar un producto —lo que fuera— que encontrara product market fit.
Primero desarrollaban una solución —o una tecnología—, y luego veían si había espacio para ello en el mercado.
Y la forma de encontrar ese espacio en el mercado era buscar crecer a toda costa. Mientras más usuarios adquirieran, y la retención se mantuvieran estable o al alza, estaban haciendo las cosas bien.
Así funcionó el ecosistema por mucho tiempo. Porque los incentivos estaban alineados para que así fuera.
Después de la crisis económica de 2008, Estados Unidos buscó hacer que fluyera el dinero, bajando las tasas de interés de los préstamos. De repente, pedir dinero prestado para invertir era muy barato. De esta forma, personas acaudaladas, y con buen apalancamiento, pudieron “apostar” por diferentes jugadores, esperando que uno de ellos eventualmente saliera a la bolsa o fuera adquirido por algún competidor.
A esto se le llama “tener un exit”. Twitter eventualmente salió a la bolsa, mientras que Facebook compró Instagram por mil millones de dólares en 2014, aunque no hubiera generado un solo dólar de retorno durante los años que operó de manera independiente. Pero tenían buena tecnología, y product market fit. WhatsApp. Uber y Snapchat — muchas de las aplicaciones que hoy das por sentada tienen una historia similar.
Encontrar empleo en la industria de la tecnología era más sencillo
Trabajar en una startup, donde probablemente tienes una deuda encima en vez de un modelo de negocios sostenible, es una carrera contra el tiempo.
Se vive al día. Y para sobrevivir necesitas ingenieros e ingenieras excelentes en su craft, que puedan pivotar cuando sea necesario.
Así que las reglas del juego estaban claras para las personas que querían trabajar en esta industria: preocúpate por ser el mejor en tu craft y desarrollar tus habilidades técnicas, porque por eso te van a pagar — aunque la empresa para la que trabajes no esté generando un solo dólar de retorno.
En esencia, de 2010 a 2019, la industria de la tecnología premió a las personas con excelencia técnica. Esto, aunque no tuvieran habilidades de crecimiento profesional, y muchas veces ni siquiera un interés por el problema que estaban intentando resolver.
La pandemia aceleró la muerte de la industria de la tecnología
En 2020, las cosas cambiaron.
Millones de personas que tenían empleos “tradicionales” se encontraron en una situación extremadamente difícil. Sin poder salir a la calle sin arriesgar su vida, muchísimas personas vieron a la industria de la tecnología como su salvación.
Para este punto, los que trabajábamos desarrollando software, como grupo, nos habíamos creado una reputación de tener sueldos estratosféricos y beneficios irreales por hacer un trabajo que aparentaba no requerir tanto esfuerzo.
Las personas que trabajamos en esto sabemos que sí hay complejidad en lo que hacemos. Pero para alguien que trabaja a rayo de sol usando su cuerpo, ganando una fracción de lo que nosotros ganábamos, la oportunidad era obvia.
Entonces se crearon las condiciones ideales para que naciera una nueva industria: la industria de la educación tecnológica, o edtech.
El efecto de las empresas edtech y bootcamps
De la noche a la mañana, apareció un nuevo demográfico listo para ser explotado: personas que querían aprender a programar porque 1) se habían quedado sin trabajo, y 2) habían visto a la gente que trabajábamos en tecnología hacer dinero a lo idiota durante los últimos 10 años.
Así nacieron docenas bootcamps y “comunidades” (que en realidad no eran más que empresas de colocación de talento) de la noche a la mañana.
Estas empresas vieron una oportunidad en un mercado que estaba sufriendo. Tomaron ventaja de ello prometiéndole a alguien que nunca en su vida había escrito una sola línea de código, que encontraría trabajo en una empresa de tecnología top con un entrenamiento de 8 semanas.
Durante los siguientes dos años, las empresas edtech presumían cuántos graduados colocados tenían. “Miles de personas ya encontraron trabajo en tecnología gracias a nuestro bootcamp”.
Y en efecto, estos miles de personas significaron una inyección de talento al mercado laboral. Esto rompió el equilibrio que había hecho que las cosas “funcionaran” hasta ese momento.
A inicios de los 2010, teníamos un mercado con una gran demanda por personas adeptas en ciertas tecnologías y una oferta de trabajo que lo podía sustentar. Diez años después, nos encontramos con una alta oferta de personas medianamente capacitadas, y una demanda de trabajo que estaba a punto de desplomarse.
Las empresas pasaron de buscar crecimiento, a buscar rendimientos
En 2020 y 2021, el gobierno de Estados Unidos imprimió trillones de dólares para evitar que la economía colapsara por los efectos de la pandemia. Este movimiento fue criticado, pero algunos dicen que era necesario.
Eventualmente, las consecuencias nos alcanzaron. La inflación se disparó en 2022 gracias al exceso de dinero en circulación. El gobierno tuvo que tomar medidas para controlarla, y subieron las tasas de interés de nuevo. Pedir dinero prestado ahora era más caro.
Inflación en EE. UU. y su relación con la industria de la tecnología.
Los inversionistas tuvieron que comenzar a “apretarse el cinturón” porque equivocarse ahora les saldría más caro. La presión también llegó a las empresas, principalmente a las startups, a través de la deuda que habían adquirido.
Virtualmente de la noche a la mañana, miles de empresas pasaron de buscar cómo crecer a toda costa, a buscar cómo comenzar a generar ganancias — sin, o con muy poco margen de error.
Y para generar ganancias hay dos opciones: vender más, o gastar menos. Y como en la mayoría de las empresas el costo más alto es el del personal, te puedes imaginar qué fue lo que pasó.
El mercado laboral tiene las mismas dinámicas que cualquier otro mercado.
Una demanda alta de un recurso que tiene poca oferta, genera precios altos.
Oferta alta de un recurso que tiene poca demanda, hace que los precios se vayan al suelo.
La tormenta perfecta se creó: las empresas comenzaron a ser más conscientes de sus gastos, al mismo tiempo que incrementó la oferta de personas medianamente capacitadas. Entonces los sueldos bajaron, y las personas que encontraron trabajo lo hicieron con sueldos de una fracción de lo que se veía en 2018.
En una línea de tiempo paralela, la inteligencia artificial se estaba haciendo cada vez más popular y poderosa. Así que ahora las personas buscando trabajo no solamente tienen que competir contra un ejército de egresados de bootcamps y con ingenieros de alto calibre que habían sido despedidos. También compiten con la IA, que hace que muchos de los procesos para los que anteriormente una empresa hubiera contratado a un programador, ahora estén automatizados.
¿Qué era, entonces, la industria de la tecnología?
En retrospectiva, creo que a lo que por mucho tiempo le llamamos “industria de la tecnología”, no era más que un conjunto de factores que hacía que fuera más valioso saber cómo hacer las cosas, que preocuparte por el qué.
En la industria de la tecnología, lo que importaba era tener habilidades técnicas suficientemente desarrolladas y sólidas en una tecnología particular, para que pudieras pivotar de ser necesario.
Nos pagaban por crear soluciones primero, y luego buscar problemas.
¿Qué significa esto para las personas buscando trabajo en tecnología en 2024?
Hoy en día las empresas sí tienen un problema: que necesitan generar dinero. Y lo van a hacer de la manera que les sea posible.
Creo que esto significa que las empresas…
Van a aprovechar la sobreoferta de desarrolladores medianamente capacitados, porque son más baratos.
Van a dejar de enfocarse en hacer tecnología, y más bien en resolver problemas de negocio fundamentales (comprar soluciones, en vez de desarrollarlas en casa).
Van a pagar los grandes sueldos y beneficios a personas que sepan hacer algo más que simplemente escribir código: a personas que tengan algo tangible que aportar al negocio.
El panorama laboral para las personas que únicamente saben programar se ve cada vez más complicado.
El ciclo se repite: la nueva versión de la industria de la tecnología
El ciclo que describí en los párrafos anteriores está sucediendo de nuevo, frente a nosotros. Solamente que ya no le llamamos “industria de la tecnología”. Le llamamos “la revolución de la IA”.
Piénsalo: los mismos incentivos están en juego. No importa para que desarrolles tu IA, importa que lo hayas hecho, y luego que busques cómo hacer dinero.
La IA, en sí, es bastante útil. Pero creo que va a suceder lo mismo que sucedió hace unos años; tal vez más rápido. Las personas que llevan años desarrollando inteligencia artificial van a tener — están teniendo — por fin sus años de bonanza. Mientras que muchísimas personas están corriendo para subirse al tren y volverse competentes en el área.
Eventualmente, las dinámicas de mercado volverán a hacer lo suyo, y la oferta va a sobrepasar la demanda, y volveremos a comenzar con una nueva industria, un nuevo juguete, la siguiente gran creación (¿tal vez ahora sí sea VR?).
Qué nos depara el futuro
Los Increíbles es una de mis películas favoritas. Y en ella hay una línea que creo describe a la perfección el ciclo que te acabo de explicar.
Hacia el final de la película, cuando Síndrome por fin logra atrapar a Los Increíbles, vuelve a monologar:
… Y viejo y habiéndome divertido, todos mis inventos los venderé para que cualquiera pueda ser superhéroe. Todo el mundo se convertirá en súper.
Y cuando todos sean súper… nadie va a ser.
Cuando todo mundo sabe hacer algo, ese algo deja de ser especial. Si a eso le sumas las dinámicas de mercados, lo que está pasando tiene todo el sentido del mundo.
Esto significa que si te llama la atención trabajar con tecnología, hoy más que nunca tienes que desarrollar tus habilidades de crecimiento, comunicación, liderazgo — tus soft skills. Porque tus habilidades técnicas ya no van a ser suficientes.
Además, creo que vale la pena ver un poco más allá de la tecnología que quieres aprender, o en la que eres proficiente. Hoy en día la tecnología está tan democratizada, que ya tampoco es suficiente decir que quieres trabajar con una tecnología en particular. Ahora también tienes que preguntarte qué tipo de problemas quieres resolver con esa tecnología.
Desarrollar el sentido de resolución de problemas para negocios y personas, más allá de la tecnología con la que lo hagas. Esa será tu ventaja competitiva.
En este mundo, hay dos tipos de personas cuando se trata de navegar un cambio: las que ejercen la resiliencia, y las que lo sufren.
A Heráclito, antiguo filósofo griego que vivió entre los siglos VI y V a. C., se le atribuye la frase “la única constante es el cambio”. En la vida, trabajo, relaciones, esta idea se hace presente de manera constante. Creces, te mudas, renuncias, te despiden, te casas, te divorcias. El cambio está presente en todos y cada uno de los aspectos de la vida.
Lo que hace que la idea del cambio sea tan abrumadora, es que muchas veces no se sabe qué es lo que nos espera del otro lado. Sobre todo si no fuimos parte del conjunto de circunstancias que lo propiciaron. Muchas veces, no somos más que pasajeros.
Pero Heráclito tenía razón hace más de 2 400 años: el cambio es la única constante en esta vida, independientemente del rol que jugamos en ello. Y si esta premisa lleva siendo confirmada durante todo este tiempo, ¿por qué habríamos de asumir que va a ser diferente en un futuro?
Lo que no cambia, perece; hasta el agua estancada se pudre. Fue el mismo Heráclito, con su teoría de la transitoriedad, quien dijo: “nadie pisa el mismo río dos veces, porque no es el mismo río, ni la misma persona.”
¿Qué nos queda, entonces, si no aceptar que las cosas van a cambiar, y procurar que para cuando llegue el momento tengamos las herramientas necesarias para adaptarnos?
El ciclo emocional del cambio
Al iniciar el proceso de cambio, con él inicia el ciclo emocional que lo acompaña. De manera general, el ciclo emocional del cambio se puede representar en 5 fases:
Emoción desinformada: reconoces que va a haber cambio, y te emociona (positiva o negativamente), pero no sabes realmente qué esperar.
Pesimismo informado: ya tuviste la oportunidad de pensar un poco más sobre el cambio y sus implicaciones, y te preocupa que no puedas enfrentarlo.
El fondo de la desesperación: el cambio está sucediendo, y no te gusta. Robin Sharma le llama a esto “el medio caótico” (messy middle).
Emoción informada: los efectos del cambio no están siendo tan malos como pensabas (o sí), y comienzas a ver la realidad por lo que es.
Aceptación: se completó el cambio, y después de un tiempo vuelves a estar tranquilo y operando a tu capacidad normal.
Así como el duelo, estas fases no necesariamente suceden en este orden. Hay personas que empiezan por el final, hay otras que nos quedamos en el pesimismo informado por mucho tiempo. Hay personas que de plano son tan pragmáticas que se van directamente a la aceptación.
En un proceso terapéutico, nos enseñan que para poder entender nuestras emociones, primero tenemos que aprender a nombrarlas. Hay herramientas para ayudarte a reconocer qué es lo que estás sintiendo en determinado momento. El ciclo emocional del cambio es similar — una herramienta, o un modelo mental, que nos ayuda a nombrar lo que está sucediendo, para poder comprenderlo y aprender de ello.
Los modelos mentales, como la rueda de las emociones, o el ciclo emocional del cambio, son importantes porque nos sirven como mapas. Si bien ningún mapa es 100 % exacto, por lo menos nos ayuda a anticipar qué es lo viene. Y lo que viene, constantemente, va a ser el cambio.
Así que más nos vale estar preparados. Exploremos diferentes ideas de cómo lograrlo.
Resiliencia: aprendiendo a estar cómodos en la incomodidad
Las cosas externas no son el problema. Es tu valoración de ellas. Que puedes corregir ahora mismo. Si el problema es algo de tu propio carácter, ¿qué te impide enderezarlo ahora mismo?
En esencia, el emperador dice: el problema no es lo que pasó, sino el significado que le atribuyes a lo que pasó. Curiosamente, la Terapia Cognitivo-Conductual tiene bases muy similares:
A medida que vivimos nuestras vidas, interpretamos lo que sucede a nuestro alrededor: formamos creencias y entendimientos. Estos significados afectan cómo percibimos el mundo. A veces, nuestras creencias nos angustian y pueden llevarnos a formas de actuar poco útiles. El papel de un terapeuta de TCC (Terapia Cognitivo-Conductual) es ayudar a sus clientes a comprender y examinar sus creencias: ayudarles a dar sentido a los significados.
Mientras más pronto te des cuenta de que no tienes la capacidad de controlar lo que sucede a tu alrededor, pero sí de cómo reaccionas ante ello, mejor. Así también te será más sencillo asimilar los cambios que se te presenten en tu vida.
Así como uno necesita sufrir dolor físico para construir músculos y huesos, uno necesita sufrir dolor emocional para desarrollar más resiliencia emocional, un sentido del yo más fuerte, mayor compasión, y en general, una vida más feliz.
En esencia, la única manera de sentirnos cómodos con el cambio es exponiéndonos a él, y aceptándolo por lo que es: algo que no controlamos. Lo único que controlamos es cómo reaccionamos ante él.
Cultivar la resiliencia — aprender a estar cómodos en la incomodidad — es la manera de enfrentar un cambio.
¿Deberíamos de ser siempre optimistas ante los cambios?
Cultivar la resiliencia no significa que todos los cambios son inherentemente buenos y que deberíamos de ser siempre optimistas ante ellos.
De hecho, hay cambios que nos pueden hacer mucho daño. Que nos van a hacer pasar momentos amargos, y que van a poner nuestro carácter a prueba.
Pero como dice el dicho, no hay mal que dure 100 años. Y al final de cuentas, no somos más que un cúmulo de experiencias a lo largo del tiempo. Buenas o malas, las experiencias que vivimos — los cambios por los que pasamos — forjan nuestro carácter, personalidad y visión del mundo. Y aunque no controlamos lo que nos pasa, sí podemos controlar cómo reaccionamos ante ello.
Es fácil darte cuenta del efecto que tuvo un cambio en ti — pero únicamente en retrospectiva. Y esa es una de las cosas que hacen el cambio un tema tan interesante y complicado: es solo hasta que pasaste por el proceso del cambio, que puedes saber cómo te afectó. Steve Jobs, en su famoso discurso de Stanford en 2005, dijo:
Por supuesto, era imposible conectar los puntos viendo hacia delante cuando estaba en la universidad, pero estaba muy muy claro viendo hacia atrás, 10 años después. De nuevo, no puedes conectar los puntos viendo hacia delante, solo hacia atrás. Así que tienes que confiar que los puntos van a conectarse de alguna manera en tu futuro.
La resiliencia también se trata de saber que, eventualmente, lo que sea que nos esté pasando va a hacer sentido.
No que necesariamente vayamos a estar de acuerdo, o que nos vaya a gustar — pero hará sentido.
Hablemos de dinero. Particularmente, desde la perspectiva de cómo es que logré sanar mi relación con él, y así, mis finanzas personales.
Pero primero, un poco de mi historia personal para contextualizar: en 2009 comencé a trabajar como desarrollador de Software. Durante los años que siguieron, la industria para la que trabajaba pasó por una época de bonanza de las que se ven solo una vez en la vida. Dupliqué mi sueldo año con año, por 4 o 5 años consecutivos. Me estaba yendo muy bien, pero por más dinero que hubiera en mi cuenta, sentía que nunca era suficiente. No estaba contento, ni sentía que lo disfrutaba más. Por mucho tiempo, la estrategia que seguí fue buscar ganar más — la lógica siendo que el problema de que me sintiera así es que no tenía suficiente.
Pero mientras más ganaba, más frustrado estaba. ¿Por qué no me siento mejor si gano más que hace un año? ¿Por qué el número que creí me resolvería todos los problemas, y que ahora veo en mi cuenta de banco, me hace sentir mal?
A mediados de 2021, me di cuenta que tenía que cambiar la estrategia. Buscar simplemente ganar más no era la solución, y para ese entonces ya tenía 3 o 4 años de experiencia consciente respaldando esa idea.
Entendí que lo que tenía que sanar era mi relación con el dinero, no la cantidad que tenía disponible.
Mi relación con el dinero era circunstancial
Las personas que trabajamos con software somos extremadamente afortunadas. Nuestras habilidades nos han puesto en posiciones privilegiadas donde, podemos asumir — o casi garantizar — que tendremos acceso a sueldos por mucho más altos que los del ciudadano promedio.
De acuerdo con Glassdoor, el sueldo base promedio para un desarrollador de software en México ronda los $51,000 MXN mensuales (o un poco más de $600,000 MXN al año). Esta cifra no contempla otros tipos de compensación, como bonos de rendimiento y RSUs, que harían que la cifra real estuviera más cerca o sobre el millón de pesos anuales. Mientras tanto, datos oficiales de gobierno dicen que, durante el segundo trimestre de 2023, el sueldo promedio para profesionistas y técnicos en México fue de $7,300 MXN mensuales — o casi siete veces menos que un desarrollador de software.
Con esta disparidad en mente, es evidente que las personas que trabajamos en software tenemos una ventaja significativa en la economía actual. Pero con este privilegio también viene una responsabilidad. La industria nos ha brindado un poder económico y una estabilidad que muchos otros no tienen, y es crucial reconocerlo y actuar con la seriedad y conciencia que se merece.
Y te preguntarás… ¿si trabajar en software es tan redituable, cómo es que necesitaste sanar tu relación con el dinero? ¿No se trata simplemente de tener más?
¡No! El dinero, he aprendido, es un tema emocional, no de números.
El problema con el discurso usual sobre finanzas personales
Si buscas “finanzas personales” en Google o YouTube, te van a salir cientos de miles de resultados. La gran mayoría de ellos te van a querer vender cómo maximizar tu dinero. Te van a sugerir instrumentos de inversión, y hacks para hacer que pagues menos impuestos. Números.
Pero casi nadie te va a decir que para tener una buena relación con el dinero, y así finanzas personales sanas, necesitas entender qué significa el dinero para ti.
Por ejemplo…
¿Escuchaste a tus papás hablar de dinero? ¿Era una energía positiva o negativa?
¿Con qué ideas sobre el dinero creciste sin darte cuenta, por como veías que las personas al rededor de ti se comportaban?
¿Alguna vez pasaste por una situación traumática que coloreó cómo te sentías con respecto al dinero por el resto de tu vida?
O peor aún… ¿era el dinero un tema tabú en tu casa, del cual no se hablaba?
Ganarle en la matemática no te va a servir de nada si no entiendes primero por qué tu relación con el dinero es como es. Yo lo experimenté en carne propia. Es cansado, frustrante, y una carrera que no se puede ganar.
Sanar mi relación con el dinero, y mejorar mis finanzas personales, requirió enfrentar la realidad
Cuando comencé a ganar lo que yo consideraba “un buen sueldo”, allá por 2015, decidí que era hora de sumergirme en el mundo de las inversiones. Devoré un par de libros sobre finanzas, y me compré algunos cursos que, por un rato, me hicieron creer que ya estaba capacitado para manejar mi dinero. Pero esa sensación de competencia no duró mucho.
Unos años después había multiplicado mi sueldo unas cuatro veces. A pesar de esto, sentía que el dinero se esfumaba aún más rápido, y mi percepción general sobre mi situación financiera era más negativa que cuando inicié a ponerle atención a esta área de mi vida.
Por un tiempo seguí utilizando la misma estrategia de finanzas personales que había estado empleando hasta ese momento: buscar la manera de incrementar mi ingreso. Suponía que mi situación mejoraría con el siguiente aumento de sueldo. “Cuando por fin gane $50,000 al mes, ya no tendré estos problemas. No, cuando gane 60. No, 80.”.
En 2021, en plena pandemia, tuve una realización. Me di cuenta que una vez más me había comprometido financieramente por un impulso, sin pensar en las consecuencias. “Ya encontraré cómo lo resuelvo”, recuerdo haber pensado. Pero esta vez, algo me dijo que era momento de cambiar. No puedes seguir haciendo esto.
La mejor forma de predecir comportamiento futuro es observando comportamiento pasado. Así que decidí darle una buena revisada a cómo me venía comportando con el dinero, y puse manos a la obra. Había que cambiar muchas cosas.
Lo que hice para comenzar a sanar mi relación con el dinero
Decidí cambiar la forma en que estaba pensando resolver mi problema.
Cambiar las tácticas por una visión más holística de la situación. Lo que tenía bastante claro es que no sabía por qué, aunque cada vez ganaba más dinero, no me sentía mejor, más completo o más feliz. Muchas veces, era al contrario.
En mi caso, después de hablar con un par de asesores de finanzas personales, leer muchos libros, e intentar “descifrar el código”, entendí que lo que tuve que haber hecho era buscar cómo sanar mi relación con el dinero, y no elegir el vehículo de inversión que me diera mejor rendimiento.
Entendí que el problema no que no tuviera dinero, sino cómo ver lo mucho o poco que tenía positivamente. Mis experiencias pasadas, y la educación familiar sobre el dinero me dieron una perspectiva sesgada, impidiendo que lo disfrutara o me sintiera satisfecho con él.
Entendí que estaba intentando resolver un problema emocional y psicológico con tácticas, lógica y matemáticas.
Esto se manifiesta de manera diferente para cada uno, por supuesto. Pero te invito a reflexionar. ¿Qué narrativas e ideas con las que creciste pueden estar jugándote en tu contra? ¿Qué frases sobre el dinero creciste escuchando que ahora, sin darte cuenta, están interfiriendo con tu salud financiera?
Los recursos que me ayudaron a sanar mi relación con el dinero
Aquí te comparto los recursos que me ayudaron (y me siguen ayudando) a mejorar y mantener una relación positiva con el dinero, lo que da como resultado finanzas personales más sanas. Están en el orden sugerido de lectura.
Empecé leyendo The Psychology of Money de Morgan Housel. Si es tu primer acercamiento al mundo de las finanzas personales, y trabajas en esta industria, ese libro te ayudará a ganar un poco más de perspectiva sobre qué realmente significa invertir, más allá de tácticas, mercados, cuál es el “mejor instrumento”, etc. En este libro, Morgan Housel también habla sobre el aspecto social y psicológico que el dinero juega en nuestras vidas y sociedad.
No desaproveches la oportunidad de iniciar sin vicios, malas experiencias, habiendo intentado “ganarle al mercado”, etc. Lo he leído por lo menos 3 veces durante los últimos dos años, y cada vez encuentro pasajes que me resuenan de maneras diferentes.
El autor recientemente empezó un pódcast donde explora estos temas de manera más detallada. Te recomiendo comenzar con estos episodios:
También leí Die With Zero de Bill Perkins para terminar de asentar el punto de que para tener “éxito en las inversiones”, primero tienes que definir qué significa ese éxito para ti. (Spoiler alert: no es una cantidad de ceros en el banco) Este libro toca temas un poco más profundos y filosóficos, como la muerte, el legado que quieres dejar en la tierra, y el factor que juega el ego en la toma de decisiones financieras. El argumento del autor es bastante claro aquí, deberías de optimizar tu vida para que cuando mueras, tu cuenta de banco esté en ceros. Interesante
Si esta lectura se te hace muy rebuscada, o toca temas difíciles de digerir para ti, te recomiendo como alternativa que leas Your Money or Your Life. Este libro es un poco más táctico, pero la esencia de la idea principal está muy alineada a Die With Zero.
Una vez que tenía mi visión clara, volví a la estrategia
Finalmente, para definir las tácticas que realmente me funcionarían, me devoré el contenido de Ramit Sethi, en I Will Teach You to Be Rich. De manera práctica, las ideas de Ramit me ayudaron a salir de deudas, y comenzar a usar mi dinero de manera que me sintiera feliz, cómodo, y seguro. Actualmente, soy parte de su comunidad en línea, tomo las llamadas con él todos los meses, y participo en el canal de Slack.
Las ideas sobre finanzas personales de Ramit pueden ser poco ortodoxas o hasta parecer contrarias de primera impresión, pero resonaron mucho conmigo y realmente fueron las únicas que me ayudaron a reconfigurar mis tácticas y estrategias financieras. Si quieres primero dar una probada de la filosofía de Ramit antes de comprar leer el libro, puedes ver su conferencia en Google (43 min), una de sus entrevistas con Tim Ferriss (1:27), o su show en Netflix (8 episodios de ~1 h).
Ramit también tiene un pódcast donde entrevista a parejas y les ayuda con sus problemas de dinero. Es prácticamente terapia de pareja al rededor del dinero, en vivo. Se van bastante profundo.
Todos estos libros los he comprado y regalado varias veces a mis amigos cercanos. Y planeo seguir haciéndolo. Actualmente, en mi librero tengo varias copias de cada uno, listos para ser entregados en un abrir y cerrar de ojos a alguien que crea le pueden servir.
Buscar ganar un porcentaje extra no va a hacer una diferencia real en tu vida si primero no sanas tu relación con el dinero.
Por lo menos esa fue mi experiencia. Y si las charlas que he tenido con otras personas son indicador de algo, considero que muchas personas en esta industria estamos en la misma situación. Pero nos cuesta trabajo (o nos da pena) aceptarlo.
Para resumir, mi recomendación es que primero trabajes en sentirte más segura de que tu relación con el dinero está sana, que entiendes por qué y para qué estás invirtiendo (más allá de agregarle ceros a tu valor neto).