El burnout llega por donde menos te lo esperas. Probablemente haciendo lo que más te gusta, o algo que te da mucha satisfacción — algo para lo que eres bueno, y que te paga bien.
Eso mismo es lo que lo hace tan peligroso. ¿Cómo es que algo que aprecias, que sientes que le agrega valor a tu vida, puede ponerte en una situación tan complicada?
En este artículo quiero ayudarte a entender un poco más qué significa el burnout. La esperanza es que puedas prevenirlo — o detectarlo a tiempo, y cambiar el rumbo.
Pero primero…
¿Qué significa caer en burnout?
Que tu mente y cuerpo están rechazando alguna actividad porque ha caído en un exceso que no es posible sostener.
Piensa en tu comida favorita. Probablemente, la última vez que la comiste, dijiste “podría comer esto todos los días.” ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que lo que hoy consideras un manjar, te comience a dar asco?
La palabra “asco” es interesante. ¿Sabías que es una emoción? De hecho, está considerada como el límite superior de la aversión.
El asco es una reacción emocional — y física — de tu cuerpo rechazando algo.
Y así como lo puedes sentir con algo tan “básico” como la comida, también lo puedes sentir con algo tan “etéreo” como tu trabajo.
El burnout es tu cuerpo diciéndote que ya no puede comer más de lo mismo. Que ya no puedes continuar trabajando así.
El burnout es diferente para cada quien
No a todos nos pega de la misma manera, ni tampoco tiene el mismo origen.
Para unos, el burnout es cuestión de cuánto tiempo pasan haciendo algo. Para otros, es el nivel de intensidad con el que hacen las cosas, independientemente de cuánto tiempo inviertan en ello.
También he visto personas caer en burnout por la monotonía, o por no poder ejercitar su músculo creativo. Por no poder hacer algo que realmente les dé una satisfacción intrínseca.
Y así como no hay una sola receta para “llegar” al burnout, tampoco hay una receta para salir de él. Cada quien está en su propio camino.
De esta forma se llega al burnout
Ernest Hemingway, en su obra maestra de 1926, escribió este intercambio entre sus personajes:
Will: ¿Cómo quebraste?
Mike: De dos maneras. Gradualmente, y luego de repente.
Es exactamente con el burnout. Una noche más, dando el 110 %, parece inofensiva si se ve desde nivel cancha. Total, mañana duermes un poco más tarde, aunque esto ocasione que probablemente tengas que trabajar un poco más para compensar.
No hay gran problema.
Pero cuando lo ves en grande escala, a largo plazo, te das cuenta de que 3 años de ese ritmo han sido mala idea. Porque, primero, tomaste decisiones lentamente, un día a la vez. Y luego, de repente, ya estás quemado. Llegó el burnout, y es hora de enfrentar el problema.
Es extremadamente difícil recuperarse. ¿Por qué?
El burnout es un reto a tu identidad. Cuando llevas mucho tiempo haciendo algo, y el sistema en el que trabajas te recompensa de buena manera por hacerlo, ¿por qué habrías de parar?
Te comienzas a comprar la idea de que tu identidad es tu trabajo. Que eres la única persona que podría razonablemente hacer lo que te están pidiendo. Que no hay nadie mejor para ello. Después de todo, llevas mucho tiempo recibiendo feedback positivo por ello — feedback que, en el peor de los casos, se ve únicamente como más dígitos en tu cuenta de banco.
Y un día, levantas la cabeza y ya no encuentras satisfacción en lo que haces. Aun con todo el dinero en el banco.
¿Valió la pena? Probablemente, la respuesta sea no — por eso estás quemado. Es tu mente y cuerpo diciéndotelo a gritos.
Lo que toca ahora es reevaluar qué fue lo que te llevó a este punto en primer lugar. Ver de frente tu comportamiento, tus acciones, tus incentivos — tu identidad.
Para prevenirlo requieres autoconocimiento
Autoconocimiento de tus capacidades, sí, pero también de tus límites. De lo que te gusta, y de lo que no. De lo que estás dispuesto a tolerar, y por cuánto tiempo. También se trata de tener la agencia para poder cambiar las cosas cuando detectes que ya no están funcionando.
Es un reto: aceptar que tenemos un límite de cuánto podemos hacer, en una sociedad que premia la productividad cuantificable, y no la productividad sostenible. Porque significa que estás nadando contra corriente, y probablemente no vas a encajar con el resto de tus compañeros.
En Wall Street hay un adagio que dice, “si no vienes a trabajar el sábado, ni te molestes por venir el domingo”.
¿Aguantarías?
¿Qué estás haciendo actualmente en tu vida, aunque no trabajes en Wall Street, que siga la misma filosofía?