• El liderazgo, más que una ciencia, es un arte

    El liderazgo, más que una ciencia, es un arte.

    Porque no se trata únicamente de ver cómo replicas lo que te funcionó anteriormente. Se trata de aprender a identificar el contexto dentro del cual estás ejecutando, tener una visión del mundo, y a través de tus acciones, plasmarla para provocar un cambio en las personas.

    La diferencia entre arte y ciencia

    La ciencia es fría y objetiva, y busca llegar a una verdad absoluta y reproducible. Se trata de establecer procesos para poder confirmar o desmentir alguna tesis, y así tener certezas fundamentales.

    Por otro lado, el arte se trata de expresión; de moldear y afectar el mundo que te rodea. De imprimir en otras personas tu visión de cómo deberían de ser las cosas. De comunicar algo.

    El arte busca provocar emociones, inspirar, desafiar perspectivas y ofrecer una interpretación subjetiva del mundo. La ciencia busca llegar a conclusiones objetivas sobre el mundo, lo cual es una imposibilidad cuando se trata de liderazgo.

    Cuando hay humanos involucrados en algo, puedes despedirte de la objetividad y de las verdades absolutas. Todos tenemos en mayor o menor medida algún sesgo que permea en nuestra toma de decisiones.

    Por eso digo que el liderazgo, más que una ciencia, es un arte.

    Si ves el liderazgo como una ciencia, puedes estar causando mucho daño

    Hay muchas corrientes artísticas, así como hay muchos estilos de liderazgo. El artista se puede dar el lujo de probar con diferentes estilos hasta encontrar con el que más se siente cómodo. El líder no.

    Así como el arte, un buen estilo de liderazgo se basa en la creatividad, la intuición y la expresión personal — tu visión de cómo deberían de ser las cosas. Los artistas utilizan medios como la pintura, la escultura, la música, la literatura y el teatro para expresar emociones, ideas y visiones únicas. Tú, como líder, utilizas medios sutiles para expresar tu arte: tu comunicación, cómo das y recibes retroalimentación, tu forma de expresar expectativas y alinear los incentivos de tu equipo.

    Experimentar es una parte crucial del método científico. Pero cuando se trata de liderazgo, no te puedes dar el lujo de hacerlo a diestra y siniestra, tratando a las personas a tu alrededor como ratas de laboratorio.

    Si en tu afán de probar diferentes estilos de liderazgo, dejas una estela de personas quemadas, lo estás haciendo mal.

    El liderazgo se trata de elevar a los demás a través de tu craft, no de forzarlos a que tomen tu punto de vista.

    El liderazgo, igual que el arte, es subjetivo

    El liderazgo como arte

    Lo que para uno puede parecer una simple broma, para otro puede ser lo más inspirador que haya visto en años.

    Todos tenemos formas diferentes de expresarnos, y sería un esfuerzo vacío esperar que a todos les gustara nuestro arte. Sucede lo mismo con el liderazgo.

    La única diferencia es que mientras si eres artista te puedes respaldar del “está bien que no te guste mi pieza”, cuando eres líder  tienes que buscar que tu craft sea bien recibido. Pues no se trata meramente de su apreciación, sino de su efecto en el día a día de las personas que lo van a consumir.

    Haciéndote consciente de esto, incrementas tus posibilidades de, entonces, convertirte en un líder que puede modular su estilo de liderazgo de acuerdo a su entorno. Ese es el verdadero skill de un líder: saber cómo comportarse en cada situación que se le presente.

    Para aprender sobre liderazgo, tienes que leer

    No todos los que leen son líderes, pero todos los líderes leen, dijo Harry Truman.

    Como líder, tienes que aprender sin experimentar.

    Si alguien más ya cometió un error, tienes que saber qué fue lo que hizo y evitar cometerlo. No te puedes dar el lujo de “aprender echando a perder”, experimentando como científico.

    Cuando eres líder, las consecuencias son muy altas, pues no estás echando a perder un insumo — estás haciendo sufrir a personas.

    Lee. Comienza por estos títulos:

    Ser líder no es un puesto ni un rol: es una forma de ver las cosas

    Hay personas que no necesitan de un puesto para ejercer liderazgo. Esos son los mejores líderes que puedes tener.

    Sin embargo, esto no significa que el liderazgo no sea algo que se puede aprender. Como cualquier arte, necesitas práctica y repeticiones. Pero también necesitas algo extra. Un sexto sentido, una capacidad de empatía, de compasión, y de interés genuino por las personas que te rodean.

    Encarnar el liderazgo se trata de ver las situaciones de una manera que busque elevar a todos.

    No se lidera objetos, sino personas. Y las personas somos complicadas. Debes tener esto siempre en tu mente. Como expliqué antes, es prácticamente imposible extirpar el factor humano del rol de liderazgo. Y tienes que estar consciente —y cómodo— con esto.

  • Aprende a tomar mejores decisiones

    Vivir es constantemente tomar decisiones. Vivir una vida satisfactoria es aprender a tomar mejores decisiones — más buenas que malas.

    Hay pocas cosas que no decides, y que más bien tu fisionomía te obliga a hacer: respirar, parpadear, por mencionar algunas. Si bien también puedes decidir no hacerlo, no va a pasar mucho tiempo antes de que tu cuerpo te lo comience a reclamar.

    Todo lo demás, lo haces porque lo estás decidiendo — consciente, o inconscientemente.

    Y no importa si tomas decisiones inconscientemente, también te van a afectar sus consecuencias. Así que, ¿por qué no buscar hacerlo de manera consciente?

    Hacerte consciente de las decisiones que tomas es tedioso al principio, pero positivo a largo plazo. Te ayuda a ejercitar tu sentido de agencia, y a comprender cómo puedes tomar aún mejores.

    No se trata de suerte, sino de disciplina. Para tomar mejores decisiones:

    1. Mantente alerta de tu entorno
    2. Mantente en tu carril
    3. Factoriza las consecuencias
    4. Practica

    Déjame explicarte.

    Las decisiones no se toman en un vacío

    Lo que podemos hacer, y por ende, las decisiones que podemos tomar, están dictados por nuestro entorno.

    No se pueden tomar decisiones en un vacío, pues tus posibilidades (o la falta de ellas) están determinadas por entorno en el que te desenvuelves.

    En la entrevista que le hice recientemente a Darwin Pinto, mi co-host en Inglés para Devs, hablábamos de cómo el deseo entra por los ojos. Y de cómo el léxico que tenemos determina las posibilidades y los horizontes a los que podemos aspirar.

    El mismo principio aplica para la toma de decisiones.

    Para tomar una buena decisión, necesitas considerar el contexto en el que la estás tomando. Hacerlo de otro modo es imprudente; estar lo más seguro posible (aunque estarlo al 100 % es imposible) de que entiendes el contexto.

    Charles Kettering, cabeza de investigación de General Motors de 1918 a 1923, sabiamente decía que “un problema bien explicado es un problema resuelto a la mitad”. Explica por qué, haz una lista de las variables que estás observando, y considera un margen de error. Aunque dicen que el riesgo es aquello que queda cuando crees haber considerado todo lo que puede salir mal, no está de más.

    Una vez que tomes una decisión, el resto no está en tus manos

    Una parte vital de aprender a tomar mejores decisiones, también es darte cuenta de que solamente controlas una parte del proceso.

    Y tienes que enfocarte en optimizar lo que sí puedes controlar. Porque una vez que tomas una decisión, los resultados son, mayormente, un efecto secundario.

    Si decides postularte para un puesto, no controlas si te lo van a dar o no. Puedes decidir prepararte lo mejor posible para ese examen, más no sabes las preguntas exactas que van a venir.

    Tomar decisiones se vuelve frustrante —y difícil— cuando además le adjudicas una carga emocional a los resultados que esperamos. Es por eso que es mejor aceptar que lo único que puedes hacer es buscar tomar decisiones lo más informadas, posibles, y conscientes.

    Como decía Dwight D. Eisenhower, “planear no sirve de nada, pero hacer planes lo es todo”. Si bien no puedes asegurarte de que todo va a salir como esperas, tener una idea de las posibilidades incrementa tu capacidad de tomar mejores decisiones futuras. Aunque las circunstancias hayan cambiado.

    Lo único que puedes hacer es tomar decisiones con base en tus valores y principios —bien fundamentados— y pasar a lo siguiente: hacerte responsable de las consecuencias.

    Tus decisiones, tus consecuencias, tus aprendizajes

    Así como el hecho de que no conozcas una ley no te exime de la responsabilidad de cumplirla, no tener claras las implicaciones de las decisiones que tomas no te protege de sus efectos.

    Cualquier decisión que tomas en tu vida tiene implicaciones, por más pequeñas que sean. Aceptar estas consecuencias es una muestra de madurez. Lo contrario demuestra una falla de carácter.

    Si no estás factorizando en tu proceso los efectos posteriores, estás viendo nada más la mitad de la ecuación.

    Por ejemplo, decidir salir de fiesta sin tomar en cuenta cómo te vas a levantar al día siguiente no es algo inteligente. Pero si comprendes que probablemente te vas a despertar con una resaca horrible, y tomas una decisión informada, entonces estás encarnando el sentido de agencia.

    El mundo está constantemente dándote retroalimentación, positiva o negativa, de tus decisiones. Fallar en tomar esta retroalimentación en cuenta es un error imperdonable. Pues estás dejando ir información valiosa que directamente te ayuda a comprender mejor qué estás haciendo bien, y qué necesitas mejorar.

    Hasta una vela prendida tiene un efecto en su entorno — su calor, su aroma. ¿Por qué creerías que tus acciones no?

    La diferencia entre un animal y tú, es que tú tienes la capacidad de razonar y aprender. De comprender los efectos que las decisiones que tomas tienen a tu alrededor. No lo desaproveches.

    Ahora…

    Tomar mejores decisiones requiere práctica

    Y como cualquier práctica, se necesita disciplina.

    Disciplina para saber cuándo ajustar rumbo. Para cambiar la estrategia. Para recibir el feedback con calma, y sin reaccionar. Para integrarlo en tu siguiente decisión. Disciplina para considerar los efectos secundarios que puedes causar, y para saber que está bien no saberlo todo siempre y cuando hagas un esfuerzo real por tomar decisiones conscientes.

    Porque “cuando intentamos tomar algo por sí solo, lo encontramos atado a todo lo demás en el universo,” como dijo John Muir.

    Así que no intentes tomar decisiones que sabes que tienen un radio de explosión grande si no tienes suficiente práctica con decisiones pequeñas. No decidas endeudarte por 20 años sin primero haber adquirido y saldado una deuda de un año. No decidas casarte sin haber vivido con la persona antes. No apliques para una posición de gerencia sin antes haber desempeñado un rol de liderazgo con menos responsabilidad.

    Practica, por práctica. Así se decide tomar mejores decisiones.

  • Reactancia: lo que provoca el micromanagement

    Es probable que hayas experimentado una reacción emocional particular, aunque tal vez no sepas cómo se llama. Se llama reactancia, y es lo que ocurre cuando sientes que tu libertad está siendo amenazada.

    La reactancia puede surgir en una variedad de contextos, pero en el mundo profesional, aparece cuando alguien en una posición de autoridad, como tu manager o líder de equipo, te dice exactamente cómo hacer tu trabajo. Comúnmente esto es conocido como micromanagement. Seguramente habrás escuchado el término.

    La reactancia en acción

    Imagina que estás trabajando en un proyecto complejo. Has estado trabajando en él durante semanas, y has desarrollado un plan sólido para su implementación. Pero entonces, tu gerente, sin previo aviso, te dice que cambies tu enfoque y sigas un camino diferente sin una razón aparente. En lugar de considerar sus sugerencias de forma templada, sientes una ola de resistencia, frustración, o hasta enojo. Esto es la reactancia en acción.

    La reactancia es una respuesta natural a la amenaza percibida a nuestra autonomía. Como profesionales de la creatividad y el conocimiento, valoramos nuestra habilidad para resolver problemas y diseñar soluciones. Cuando alguien intenta imponer su camino, puede sentirse como una invasión a nuestra libertad para innovar y crear.

    De forma práctica, la reactancia se puede manifestar de diferentes maneras. Comúnmente, si estás experimentando reactancia, puede que sientas una fuerte resistencia a acatar las instrucciones y te sientas frustrado o hasta enojado. Puede también que comiences a procrastinar y dejar que el trabajo se apile. En casos extremos, la reactancia se puede manifestar como rebeldía, al sentirte obligado a hacer exactamente lo opuesto que te dijeron.

    La reactancia no se manifiesta igualmente para todos

    Es importante recordar que todos experimentamos esta reacción emocional de manera diferente. Al ser consciente de cómo se manifiesta en ti, puedes aprender a manejarla de manera más efectiva.

    Entonces, ¿cómo puedes manejar la reactancia?

    • 1. Reconoce tus emociones: Primero, tienes que ser consciente de que estás experimentando reactancia. Si te sientes frustrado o resistente después de recibir instrucciones, es posible que estés experimentando este fenómeno.
    • 2. Comprende la intención: A veces, las personas que nos dan instrucciones tienen buenas intenciones. Intenta entender por qué te las están dando. ¿Tienen experiencia que tú no tienes? ¿Están tratando de evitar un problema que han visto antes?
    • 3. Comunícate abierta y honestamente: Si sientes que tu libertad está siendo amenazada, habla con la persona que te está dando instrucciones. Explica cómo te sientes y propón alternativas que te permitan mantener tu autonomía. Recuerda que tú también puedes dar feedback a tus líderes. Si sientes lo contrario, analiza si es momento de cambiar de ambiente de trabajo.

    Si lo ves de esta manera, el estar consciente de la existencia de, y saber cómo manejar la reactancia es una cualidad importantísima en cualquier profesional, sobre todo uno quiera poder hacer su craft por mucho tiempo. Significa que son capaces de prevenir conflictos innecesarios, facilitar la implementación de nuevas ideas y mantener un alto nivel de motivación tanto en ellos mismos como en su equipo.

    Lo importante es que reconozcas cómo se manifiesta en ti

    La reactancia es una reacción emocional que todos hemos experimentado, especialmente cuando sentimos que nuestra libertad está siendo amenazada. En el ámbito de los trabajadores del conocimiento, esta amenaza puede presentarse cuando alguien en una posición de autoridad, como un gerente, nos dice exactamente cómo hacer nuestro trabajo, un fenómeno conocido como micromanagement.

    La reactancia puede manifestarse de varias formas, desde resistencia y frustración hasta procrastinación y rebeldía. Sin embargo, al reconocer estas emociones, comprender las intenciones detrás de las instrucciones que recibimos y comunicarnos de manera abierta y honesta, podemos manejar efectivamente la reactancia.

    Para un profesional que quiere tener una carrera sostenible, la capacidad de manejar la reactancia puede prevenir conflictos innecesarios, facilitar la implementación de nuevas ideas y mantener un alto nivel de motivación, tanto personalmente como dentro del equipo. Por lo tanto, entender y manejar la reactancia no solo te permitirá recuperar u sentido de autonomía, sino que también te equipa con las herramientas necesarias para prosperar en tu campo.

  • La receta para aumentar tu sueldo sin quemarte

    Al empezar nuestras carreras, casi todos tenemos un único objetivo en mente: incrementar nuestro sueldo.

    Recuerdo cuando recién comenzaba mi camino profesional: solo pensaba en cuánto me iban a pagar, y cómo llegar al siguiente nivel. Analizaba las oportunidades que se me presentaban a través del lente del sueldo, y no de la cultura, proyección, o aprendizaje que podría obtener.

    Como conté anteriormente, esto me funcionó por un tiempo, pero eventualmente encontré que el problema que necesitaba resolver era otro.

    Perseguir un aumento es lo que la sociedad nos ha enseñado a hacer. Y está bien, tiene su lugar. A todos nos gusta comer 3 veces al día, y las buenas cosas. Así que en esta publicación te quiero dar las ideas que necesitas para 1) saber en lo que te estás metiendo, y 2) decidas si es lo que quieres.

    Para incrementar tu sueldo, primordialmente, necesitas ser bueno en lo que haces

    Es tan simple como eso. La barrera de entrada está baja cuando lo ves desde esta perspectiva.

    ¿Eso que te gusta, y que sabes hacer tan bien? Continúa haciéndolo, y vuélvete el mejor profesional — el referente — de tu craft.

    Una vez que seas el mejor en lo que haces, viene la parte donde muchas personas terminan frustradas.

    También necesitas un buen track record

    No basta con saber hacer las cosas bien; con ser el mejor. También necesitas demostrar que lo puedes hacer a lo largo del tiempo.

    Cualquier persona puede ser buena en algo por un corto periodo de tiempo. Solamente los profesionales y expertos logran mantener ese nivel de calidad por muchas iteraciones.

    Necesitas:

    • Haber ejecutado tu craft en muchas circunstancias, favorables y adversas
    • Demostrar que puedes adecuar cómo resuelves problemas en diferentes contextos
    • Que estás dispuesto a aprender del proceso, y que no te estancas cuando las cosas se ponen difíciles

    También necesitas referencias de personas que validen tus habilidades. Que no hayas quemado puentes a tu salida de otras organizaciones, y una reputación que respalde tu profesionalismo.

    Necesitas que tu carrera no sea una llamarada, sino un fuego constante.

    Y eso es todo. Si tienes esas dos cosas, pronto tendrás un aumento. Listo. ¿Simple, no? ¿Pensaste que había una receta secreta?

    Pues no la hay. Lo que sí hay es un conjunto de consideraciones que de no hacerlas te pueden poner en una situación profesional bastante peligrosa.

    La primera es…

    Tu nivel de responsabilidad aumenta con tu sueldo

    Un sueldo no es nada más que una abstracción de lo que la compañía cree que vales para ella. Y la forma en que una empresa determina tu valor es por el nivel de responsabilidad que te puede confiar.

    Piénsalo de esta manera:

    • Alguien que va iniciando en su carrera, se encarga de hacer lo que otros les dicen. Comúnmente son posiciones que tienen “junior” o “analista” en el nombre.
    • Con un poco más de experiencia, sigues resolviendo problemas que otras personas te traen, pero necesitas menos supervisión. En este punto te quitan ese sufijo del nombre.
    • Luego, cuando comienzas a poder identificar problemas por tu propia cuenta, y no solamente los resuelves, sino que los digieres para que otras personas los puedan solucionar por tu cuenta, te agregan el “senior” a tu puesto.
    • Después de senior, pueden seguir posiciones que tienen “staff” en el título. Las posiciones de staff significa que la empresa tiene confianza en ti — no solamente en tus habilidades para identificar, delegar y resolver problemas, sino también en que sabes la importancia de estos problemas para el negocio.

    Un staff obviamente tiene un mayor salario que un analista. Pero su nivel de responsabilidad también lo es.

    Es muy probable que la “distancia” técnica entre un analista y un staff no sea tan grande como te imaginas. Al final de cuentas siguen siendo personas aprendiendo lo mejor que pueden. La diferencia primordial entre ambos siendo que si el analista comete un error, las consecuencias potenciales no van a ser tan grandes en comparación de lo que podría enfrentar un staff. El radio de la explosión es mucho más grande.

    Si el analista comete un error, puede afectarse un proceso operativo. Si un staff lo hace, el negocio completo se puede ver afectado.

    ¿Qué significa esto?

    Para incrementar tu sueldo, necesitas incrementar y cambiar tus habilidades

    Las personas creativas tendemos a creer que lo que nos va a garantizar crecimiento profesional es lo que en algún momento nos encantó — nuestro craft.

    Pero es una realidad innegable que las posiciones que mejor pagan, requieren que recubras tus habilidades técnicas de una capa de habilidades blandas que no necesariamente son tan importantes cuando de implementar tu craft se trata.

    • Un diseñador tiene que aprender a comunicarse efectivamente con clientes.
    • Cualquier freelancer necesita aprender a vender, hacer cotizaciones, y cobrar.
    • Un desarrollador de software necesita conocer el negocio para el cual está trabajando para poder ofrecer soluciones relevantes.

    Al punto al que voy es que no puedes esperar aumentar tu sueldo sin tampoco mejorar tus habilidades de comunicación, liderazgo, y organización, entre otros.

    Perseguir a ciegas un aumento de sueldo puede ser contraproducente para tu carrera

    Habiendo dicho lo anterior, la reflexión a la que llego es que sí, un sueldo más alto puede sonar bueno. Pero, si adquirir un mayor sueldo significa que la empresa va a esperar más de ti, ¿qué significa esto para tu carrera?

    Partiendo de la premisa que lo que buscamos es crear carreras sostenibles, y de largo plazo, tenemos que parar y realmente analizar esta encrucijada.

    Laurence J. Peter, en 1970, describió un fenómeno al que se le denominó el “El Principio de Peter”, que dice: en una jerarquía, las personas tienden a ascender hasta su nivel de incompetencia.

    Muchas carreras siguen esta progresión:

    1. Eres bueno en lo que haces, así que te ascienden a un nivel senior. Tu sueldo sube.
    2. Hiciste buen trabajo como senior, y te ascienden a líder de equipo. Tu sueldo sube.
    3. Hiciste buen trabajo como líder de equipo, así que te hacienden a un puesto de gerencia. Tu sueldo sube.
    4. Pero nadie te explicó que las habilidades que te hacían bueno en lo que haces, no tienen nada que ver con ser bueno como gerente. Te estancas, y no puedes subir más.

    Al llegar a gerente, adquiriste responsabilidades que no sabes desempeñar. Ahí está tu nivel de incompetencia.

    Pero el sueldo es bueno, obviamente, así que intentas resistir.

    Sin embargo, cada vez te sientes más frustrado —más quemado— porque ya no estás haciendo lo que te gusta, para lo que eres bueno, y lo que sí te toca hacer es algo que no dominas, y se siente igual que una carrera cuesta arriba.

    Te puedes imaginar cómo termina esto. Pero hey, tienes el sueldo que querías.

    Considera tus objetivos personales

    En algo que sí estoy muy de acuerdo es que se trabaja para vivir, no se vive para trabajar.

    Dependiendo de la situación de cada quien, puede ser que las matemáticas sí funcionen y encontrarse de repente en un nivel de incompetencia no pesa tanto como las responsabilidades o aspiraciones fuera del empleo. Y está perfecto.

    Pero se tiene que hacer de manera consciente.

    Si eres un padre de familia que decide “tomar una por el equipo” y trabajar en algo que no le gusta para poder mantener su familia, y eso funciona para ti, felicidades. Esto es nada más otra muestra de que hay cosas más importantes en la vida que el empleo, aunque no deje de ser una parte integral.

    Mejor busca cómo crecer en la organización correcta, en el camino adecuado, y el sueldo llegará

    Propongo que en vez de poner el sueldo como una única métrica de éxito y valor en nuestras vidas, veamos de manera más holística todo lo que compone nuestra carrera profesional.

    Ganar bien está excelente. Y aún más si también:

    • Te sientes motivado intelectualmente
    • Estás en un ambiente seguro
    • Tu trabajo te da satisfacción personal y profesional
    • Constantemente estás aprendiendo

    Perseguir únicamente el número puede ser una tarea satisfactoria al principio. Lo puedes medir, comparar, y gozar. Pero llega un punto donde más dinero no te va a hacer necesariamente más feliz.

    En la empresa correcta, aumentar tu sueldo no viene a expensas de sacrificar tu carrera profesional y salud mental, o de encontrarte, de repente, siendo el ejemplo perfecto del Principio de Peter.

    Así que, la próxima vez que busques incrementar tu sueldo como único objetivo, te pido que consideres los matices que con ello vienen.

    Que tomes una decisión informada.

  • Cómo venderte por lo que vales

    ¿Alguna vez has intentado hablar sobre tus logros en términos de negocio — el Lenguaje del Valor —, y te sientes inadecuado o incómodo?

    Si tu respuesta es que no, déjame entonces preguntarte: en tu currículum, ¿compartes ejemplos de cómo le ayudaste al negocio con tus habilidades? ¿O nada más tienes una lista habilidades relevantes para tu campo? Si eres desarrollador de software, pones una lista de lenguajes de programación. Si trabajas en diseño, listas herramientas de ilustración y composición de imágenes. ¿Verdad?

    Ahí está.

    Esto es un problema. Y te está impidiendo desarrollar tu potencial completo. Es más, te está impidiendo el acceso a las meras oportunidades que te ayudarían a potenciar tu carrera.

    Porque no te estás vendiendo. En este artículo te quiero ayudar a resolver este problema.

    Auto-Sabotaje: por qué no sabes cómo venderte

    Muchas personas con habilidades especializadas somos alérgicos a la idea de “vendernos”. Preferimos hablar en terminologías con las que nos sentimos cómodos — nuestro nicho—, y no en el lenguaje del valor humano, o en el lenguaje que, aunque no lo queramos, termina impactando más nuestra carrera, lo queramos o no: el lenguaje de los negocios.

    Desde un punto de vista psicológico, esto una forma de autosabotaje: minimizamos nuestro valor al no saber comunicarlo de manera efectiva. Y muchas veces lo hacemos de manera consciente. Evitamos salirnos de nuestra zona de confort.

    Recuerdo una conversación con uno de mis mentores que cambió mi perspectiva. Me preguntó: “¿Por qué le tienes tanto miedo a venderte bien?” Mi respuesta fue rápida: “Porque no quiero echar mentiras.”

    Sin embargo, él me mostró que hablar de mis habilidades y el valor que agrego a los equipos, en términos que los responsables de presupuestos entienden, no es echar mentiras — es traducir. Es entender que, para bien o para mal, las personas que contratan están viendo números y proyecciones de negocio, no herramientas.

    Naturalmente, como yo no estaba acostumbrado a hablar en esos términos, cuando hablaba de “valor agregado” y en vez de “arquitectura de aplicaciones” sentía que estaba echando mentiras. Pero no: estaba hablando de exactamente lo mismo, solamente que desde otra perspectiva.

    Y por más incómodo que fuera dejar de hablar de lo que yo era experto, hacerlo me abrió incontables puertas.

    ¿Qué es el Lenguaje del Valor?

    Es una capa de traducción que te ayuda a comunicar lo que haces en términos que otras personas fuera de tu círculo de expertise puedan apreciar.

    Algunos ejemplos:

    • Un desarrollador de software debería poder hablar en términos de cuánto dinero le está ahorrando a la empresa con sus contribuciones técnicas,
    • Un diseñador de marca debería de poder empatizar con las necesidades de su cliente, y comunicarle por qué sus propuestas le resuelven su problema,
    • Un arquitecto debería de poder entender qué es lo que realmente está buscando su cliente: diseño, seguridad, vanguardia, o una mezcla de todos — y saber cómo comunicarlo.

    La clave es esta: tienes que traducir tu valor. Tienes que aprender a hablar el lenguaje de las personas que van a pagar por tu sueldo o por tu proyecto.

    El Lenguaje del Valor no es manipulación

    Como profesionales en cualquier industria, tenemos que comenzar a ver que vender nuestras habilidades no es manipulación, sino adaptación. No es cambiar lo que hacemos, sino cómo lo comunicamos.

    La clave aquí es entender que en una organización, o en cualquier mesa de negociación, se hablan diferentes lenguajes. Aprender a hablarlos mejora nuestra posición, y nos permite colaborar de manera más efectiva.

    Dominar el Lenguaje del Valor es esencial para tu desarrollo profesional. Esta habilidad no solo te beneficia diariamente como profesionista, sino que se convierte en un factor decisivo al buscar un aumento, un nuevo trabajo, una posición más avanzada, o un mejor cliente.

    Hablar en términos de valor puede ser la llave que abre la puerta a oportunidades que transformarán tu carrera.

    Cómo hablar el Lenguaje del Valor

    Para dominar el Lenguaje del Valor, y aprender a venderte, te recomiendo lo siguiente.

    Identifica y lista tus habilidades: Antes de poder traducir tus habilidades a un lenguaje más accesible, primero debes saber exactamente qué estás ofreciendo. Esto va más allá de las habilidades técnicas; piensa también en las habilidades blandas que has desarrollado. Por ejemplo, si eres bueno resolviendo conflictos dentro de tu equipo, eso es algo que también tiene gran valor.

    Consejo: usa el método STAR (Situación, Tarea, Acción, Resultado) para describir situaciones específicas donde demostraste tus habilidades, sea de liderazgo, trabajo en equipo o resolución de problemas.

    Encuentra un Traductor de Valor: Este puede ser un mentor, un colega de otra área o incluso un amigo que tenga habilidades para comunicar y entender tanto el mundo técnico como el empresarial. Ellos pueden ayudarte a encontrar las palabras y conceptos que transmitan tu valor de una manera comprensible para todos.

    Ejemplo: Si eres un experto en optimización de bases de datos, un “Traductor de Valor” podría ayudarte a describir esta habilidad como “mejorar la eficiencia operativa reduciendo los tiempos de espera para los usuarios”.

    Practica con Escenarios Reales: No basta con saber cómo traducir tus habilidades; debes practicar. Ya sea en entrevistas de trabajo, conversaciones con stakeholders o incluso en tus interacciones diarias con tu equipo, toma la oportunidad de hablar sobre tu valor. La próxima vez que tengas una revisión de desempeño o una conversación similar, intenta usar este nuevo lenguaje de “valor”. Prepara antemano cómo vas a describir tus contribuciones de manera que resuenen con tu audiencia, y después evalúa cómo fue recibido.

    La próxima vez que hables con un gerente de proyecto, un cliente o modifiques tu currículum, en lugar de decir que “implementaste un algoritmo de búsqueda eficiente,” podrías explicar que “mejoraste la experiencia del usuario al hacer que la búsqueda de información en la aplicación sea más rápida y precisa.”

    Recibe Retroalimentación y Ajusta: Después de cada intento de vender tu valor, busca retroalimentación. ¿Fue efectiva tu comunicación? ¿Hubo algo que pudiste haber dicho de una manera más clara? Utiliza estos aprendizajes para ajustar tu enfoque en el futuro.

    Aquí hay una oportunidad de ejercer la Mentalidad de Crecimiento: La habilidad de “venderse” es como cualquier otra habilidad: se puede aprender y mejorar. Mantén una mentalidad de crecimiento y estarás vendiéndote como un profesional en poco tiempo.

    Es una práctica

    En definitiva, aprender a comunicar tu valor es mucho más que una técnica de negociación; es una inversión en tu crecimiento profesional y bienestar emocional. Al dominar el lenguaje del valor, no solo incrementas tus oportunidades para conseguir un mejor salario o avanzar a roles más prominentes. También ganas una nueva capa de autoconfianza, un sentido de propiedad sobre tu carrera que se traduce en un mayor cumplimiento personal y profesional.

    Así que no lo postergues; empieza hoy a traducir tus habilidades técnicas en términos de valor.

    No es solo un cambio de vocabulario; es una transformación completa que puede elevar tu carrera a nuevas alturas.

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