• La responsabilidad de ser independiente

    Si tanto buscas la independencia, tienes que asumir también las responsabilidades que con ella vienen.

    Una de ellas, y la principal, diría yo, es la de saber cuándo tienes “suficiente”.

    El juego de los números y de las comparaciones es uno que no puedes ganar; siempre habrá alguien que te tenga “uno más que tú”.

    ¿Por qué te someterías a una versión moderna del mismo castigo que los dioses dieron a Sísifo?

    Pero tú — tú tienes algo que Sísifo nunca tuvo: el poder de decir “hasta aquí”.

  • Un éxito de la noche a la mañana

    Todos los éxitos que suceden de la noche a la mañana, tardan años en gestarse.

    No va a suceder que un día te vas a levantar, y mágicamente vas a saber las respuestas.

    El conocimiento, la maestría, no va a llegar así como así, hasta donde tú estás.

    No.

    Tienes que salir a buscarla. Tienes que salir a pelearte con el mundo, y descubrir de lo que en verdad estás hecho.

    Porque en tus cicatrices encontrarás la evidencia de que lo que tienes nadie te lo ha dado.

    Tú te lo ganaste.

    Ignace Jan Paderewski lo sabía. Un virtuoso del piano, cuando tocó para la Reina Victoria, y esta le dijo que “era un genio”, Paderewski le respondió, “Puede ser, su Majestad, pero antes de eso era un esclavo de la práctica”.

    Tienes una elección qué hacer. Ser esclavo de los vicios y de las distracciones, o de la práctica.

    Tú sabes a donde lleva cada camino.

  • No va a salir como esperas

    A la primera de cambios, las cosas se ponen difíciles.

    Así es la vida.

    Pero, ¿por qué “difíciles”? ¿Porque no están saliendo exactamente como esperabas?

    Pues te tengo malas noticias. En vez de la normal, las veces que las cosas te han salido exactamente como esperabas son la excepción.

    Riesgo, dice Morgan Housel, es lo que queda después de que crees haber pensado en todo lo que podría salir mal.

    Y si desde un inicio asumes que las cosas no van a salir como esperas, ¿qué te puede sorprender?

  • Cómo ser exitoso

    La principal característica de alguien que está destinado para el éxito, es que se hace responsable.

    Responsable de sus acciones, y sobre todo, de sus consecuencias.

    Responsable, también, de sus inacciones; de lo que dejó pasar.

    De sus compromisos.

    Alguien exitoso es lo suficientemente responsable para actuar cuando se debe, y para dejar que otros lo hagan cuando están más calificados.

    También es suficientemente responsable para aceptar cuando se equivoca, y pedir ayuda cuando la necesita.

    Porque sabe que el que va solo, llega más rápido. Pero el que va acompañado, llega más lejos.

    El éxito no es un estado al que se llega, sino una manera de ver las cosas. Una actitud que se encarna, se vive, y se demuestra.

    ¿Quieres “ser exitoso”? Comienza por comportarte como alguien exitoso. Como alguien responsable.

  • Cómete el gusano

    Durante una cena de la Casa Blanca, a un miembro de la comitiva europea se le sirvió una ensalada que traía un gusano.

    A punto de hacer un barullo al respecto, cachó el ojo de la esposa del presidente, Frances Folsom Cleveland, mirándolo directamente, retándolo.

    El joven europeo no dijo nada, y se comió la ensalada. Con todo y gusano.

    La señora Cleveland le sonrió, y dijo “vas a llegar lejos.”

    Quince años después, el enviado europeo regresó a la Casa Blanca, pero ahora como embajador.


    Cualquiera puede armar un escándalo porque algo no le salió bien.

    Solo tú tienes el carácter para poner las cosas en perspectiva, y ver en el reto que tienes en frente una oportunidad.

    A veces, te vas a tener que comer el gusano.

  • Busca la evidencia

    Al crecer una carrera, eventualmente te vas a encontrar con situaciones nuevas.

    Después de todo, la idea es que cada vez tengas más impacto — en el negocio, y las personas que te rodean.

    Y por más que estés consciente de que existe el síndrome del impostor, no eres inmune a sus efectos. Que sepas cómo se origina, y hasta cómo contrarrestarlo, no es suficiente para que tu cerebro no sienta sus efectos.

    Posiblemente, ni te des cuenta cuando estés siendo víctima.

    Porque así funciona. Es escurridizo; y a todos nos pega.

    Pero hay una forma de aterrizarte cuando te caches sintiéndote así: busca la evidencia.

    Si estás creando una carrera, y estás haciendo las cosas bien, tienes que darte cuenta de que no estás donde estás por coincidencia. Lo has hecho bien, y las personas a tu alrededor lo saben.

    Hay evidencias de que eres bueno para lo que haces. De que puedes con lo que está en frente de ti.

    Hazle caso a eso, no a tu cabeza.

    Recuerda: el mejor predictor del futuro es el pasado. Y si tienes un buen track record, confía en eso.

  • Empieza por el principio

    Todos hemos estado ahí. Tantas cosas que hacer, en tan poco tiempo, que se siente abrumador.

    Seguramente te pasó en tu escuela o en tu trabajo. La lista de compromisos era tan grande, que el sillón y una serie de Netflix parecían las mejores alternativas de la vida.

    Pero la realidad es que esto no es sostenible. No podemos dejar compromisos tirados, ni cosas incompletas.

    Ese no es el carácter que queremos reforzar.

    Así que lo que tenemos que hacer es buscar una manera de poder manejar este tipo de situaciones. Porque no ha sido la primera, ni será la última vez que nos suceda.

    Charles Kettering dijo, “un problema bien explicado es un problema resuelto a la mitad”.

    Muchas veces no es que no sepamos cómo resolver lo que tenemos en frente; es que no sabemos por dónde comenzar.

    Así que, empieza por el principio.

    Destila todo a su representación más simple.

    “Abrir la aplicación de correo”, “filtrar los mensajes”, “responder los que sean urgentes”.

    Algo tan simple como eso genera ese momentum que hará que las siguientes tareas, a las que les tenías tanto miedo, sean mucho más fáciles.

    Pasos pequeños, acciones grandes.

  • ¿Con quién te estás comparando?

    Es imposible no caer en comparaciones.

    A final de cuentas, vivimos en una sociedad que nos obliga a constantemente estarnos comparando. Es un instinto de supervivencia, casi.

    Pero, ¿es realmente algo positivo?

    En una de las los últimos Conversatorios en Pathways, justamente hablamos del tema. Uno de los asistentes preguntó, ¿qué tan bueno es compararse con los demás?

    Compartimos diferentes puntos de vista, y caímos en la conclusión de que la comparación no es buena ni mala en sí misma.

    Su valor radica en cómo la abordamos.

    Si la usamos para inspirarnos, aprender y medir nuestro propio progreso, se convierte en una herramienta poderosa.

    Pero si la dejamos convertirse en una vara que mide lo que nos falta, puede robarnos la paz.

    La clave está en recordar que el crecimiento personal es un viaje único y que, al final del día, la única comparación que realmente importa es con la persona que éramos ayer.

    Únete a Pathways y participa en nuestro siguiente Conversatorio.

  • Solo por hoy

    Últimamente en mi vida personal he buscado adoptar una mentalidad inspirada de un mantra muy usado en círculos de recuperación: “un día a la vez.”

    Cuando las cosas se ponen difíciles, podemos caer en pensamientos fatalistas y creer que así va a ser siempre.

    Lo que los programas como los de 12 pasos de AA te enseñan es que no, no es cierto.

    Porque “solo por hoy” tienes que enfrentar el problema.

    “Solo por hoy” tienes que hacer ejercicio.

    “Solo por hoy” tienes que mantenerte ocupado.

    “Solo por hoy” tienes que mantenerte sobrio.

    Mañana es incierto. Lo único que tienes es hoy.

    Así que solo por hoy, mantente en la dirección en la que quieres —en la que necesitas— ir.

  • Velocidad vs. dirección

    Es probable que tengas urgencia de que las cosas sucedan. Es probable que tengas ansias por terminar, por avanzar, por ganar… por llegar.

    La cosa es que la velocidad no es lo más importante cuando se trata de construir una carrera sostenible; de procurar tu salud mental, y estabilidad a largo plazo.

    Porque la velocidad no te dice si vas en la dirección correcta.

    Y la realidad es que si te enfocas únicamente en ir más rápido, podrías estar yendo más rápido hacia un lugar a donde no quieres ir.

    ¿Por qué harías eso?

    Mejor enfócate en la dirección. Procura mantenerte en ella, independientemente de la velocidad a la que vayas.

    Tarde pero seguro, dicen. Pero no, no es tarde. Porque cada quien llega a la hora que tiene que llegar.

  • ¿Y si dejas que las cosas sucedan?

    Si les das la oportunidad, otras personas van a decidir por ti.

    No necesariamente por malicia o “por chingar”. Pero el efecto puede ser el mismo.

    Recuerda que tienes la capacidad de tomar tus propias decisiones. La responsabilidad de ejercer tu sentido de agencia, que es una de las cosas principales que te hace humano.

    Ir por la vida “dejando que las cosas sucedan” es una receta para que otras personas decidan por ti. Y es en esencia una renuncia a uno de tus mayores dones.

    Como dije en mi último video, “el problema no es hacerte la pregunta, el problema es qué vas a hacer con la respuesta”.

    ¿Sientes que no estás yendo hacia donde quieres ir? ¿Qué decisiones no tomaste que ocasionaron esto?

    Toma el control. No dejes — haz que las cosas sucedan.

  • Decir que sí es decir que no

    Todo en esta vida se trata de una concesión.

    Decir que sí a algo, significa decirle que no a otra cosa. Compromisos, cosas, espacio.

    Tomar una oportunidad significa que estás dejando ir otras. Porque solamente puedes hacer una cosa, y estar en un lugar, a la vez. Se le conoce como “costo de oportunidad”, y es un fenómeno psicológico que está bien documentado.

    Es por eso que cuando decidas hacer algo, te recomiendo estar consciente de que inherentemente estarás decidiendo no hacer otra cosa.

    Es una realidad con la que tienes que estar cómodo. Pero no te digo esto para que pienses de más las cosas, porque puedes terminar por no hacer nada en primer lugar.

    Hazlo. Di que sí, pero de manera consciente.

    Toma el feedback, recalibra, e intenta de nuevo.

  • Busca salir de la rutina

    A veces la rutina es buena. Nos da estructura, predictibilidad.

    A algunos nos funciona eso.

    Para otros, es el infierno en la tierra.

    Pero incluso para los que nos funciona, no lo hace siempre. En lo personal, más de 3 semanas de rutina, y me comienzo a desesperar. 2 semanas es mi punto óptimo.

    Esto solo lo he aprendido haciéndome consciente de los efectos que mi entorno tiene en mí.

    Y es por eso que hoy en día prefiero pensar en términos de rituales, y no de rutinas.

    Esta semana, por ejemplo, salgo de mi rutina estando en CDMX por trabajo. Solamente el cambio de escenario, y ya siento que varios de los temas que traía atorados se están comenzando a mover.

    Aunque también significó que no pude mandar este correo en la mañana. Pero igual lo hice. El ritual funciona.

    Así que… este es un recordatorio.

    De vez en cuando, sal de la rutina. Aunque te funcione.

  • ¿Cuál es tu plan de respaldo?

    “Voy a apostarlo todo, y a quedarme sin una red de emergencia. Porque solo así me obligaré a mí mismo a hacer las cosas bien.”

    De acuerdo con ese pensamiento cuando se trata de aprender a andar en bicicleta. Un raspón, te levantas, y listo.

    Pero, ¿lo quieres aplicar para cosas más trascendentales? ¿Y aparte, sabiendo que tienes personas que dependen de ti?

    ¿Por qué te pondrías tú mismo en una situación tan complicada?

    Deja de intentar ser el héroe; de glorificar el sacrificio. De ignorar voluntariamente los riesgos a los que te estás exponiendo, confiando en que “seguramente va a salir bien.”

    Apuesta por tu emprendimiento, pero no descuides las habilidades que te podrían conseguir un empleo si algo sale mal.

    Ahorra.

    Diversifica tus ingresos.

    Haz las cosas bien.

    Porque te lo prometo: a nadie le va a importar que hayas vencido todas las adversidades.

    Pero sí nos va a importar que estés bien.

  • Poco a poco

    “El bienestar se logra de a pasos pequeños, pero no es poca cosa.” Eso es lo que dijo Zeno, fundador de la escuela estoica, y lo mismo aplica para otros aspectos de nuestra vida.

    Una carrera se construye una decisión a la vez. Una relación se nutre momento a momento. A una meta se llega paso por paso.

    Poco a poco.

    Con paciencia.

    Porque en cada situación, por más extenuante que sea, debemos tener el temple y temperamento para dejar que las cosas sucedan a un ritmo sostenible.

    En 1945, F. D. Roosevelt expresó su deseo de que la conferencia de Yalta no durara más de 4 o 5 días. Churchill respondió: “No veo modo de que nuestros deseos de organizar al mundo se cumplan en 4 o 5 días. Hasta el Altísimo se tomó 7.”

    Claramente, no todos estamos buscando resolver un conflicto mundial.

    Pero a final de cuentas, como dicen, “cada cabeza es un mundo”.