• Y no todo es miel sobre hojuelas

    El liderazgo puede ser un desafío, especialmente cuando intentamos balancear diferentes estilos. Quizás te sientas más cómodo siendo directo y demandante, pero también aspiras a proyectar calma y ecuanimidad.

    Este equilibrio no es fácil, pero es posible. Reconocer cuándo ser firme y cuándo ser comprensivo es crucial. A veces, la situación demanda un enfoque más directo; otras veces, un toque más suave es lo que se necesita.

    Reflexiona sobre tu estilo de liderazgo y cómo puedes integrarlo de manera auténtica en tu vida diaria.

    Ser un líder auténtico y equilibrado no solo beneficia a tu equipo, sino también a ti mismo.

    — Oscar Swanros.

  • Ser líder es más que un puesto

    Asumir un nuevo rol de liderazgo es una oportunidad increíble para reflexionar y crecer. Pasar de ser parte del equipo a liderarlo requiere de una gran empatía y autorreflexión.

    Recuerda cómo te sentiste apoyado o no por tu anterior jefe. ¿Te sentías impulsado y elevado? Ahora, en tu nuevo rol, ¿cómo puedes integrar las lecciones aprendidas para ser el líder que tú necesitaste en el pasado?

    Establece y mantén los valores y comportamientos que deseas ver en tu equipo.

    La empatía y la autorreflexión son claves en esta transición. Lidera con el corazón y la mente, y verás cómo tu equipo crece contigo.

    — Oscar Swanros.

  • El impacto que tienes en los demás

    Es increíble cómo el reconocimiento puede moldear nuestro comportamiento y liderazgo.

    A menudo, no somos conscientes del impacto que tenemos en los demás hasta que recibimos retroalimentación directa.

    Piensa en una despedida emotiva, donde tus compañeros te reconocen por cualidades que ni siquiera sabías que apreciaban en ti. Esta experiencia puede ser reveladora, mostrando el impacto que has tenido sin darte cuenta.

    Presta atención a cómo respondes al reconocimiento y cómo esto moldea tu comportamiento.

    Usa este conocimiento para liderar con mayor empatía y conciencia, recordando siempre el poder que tienes para influir positivamente en los demás.

    — Oscar Swanros.

  • Somos nuestro entorno

    Según la teoría mimética de René Girard, muchas de nuestras decisiones y comportamientos son influenciados por aquellos a nuestro alrededor. Somos seres sociales que tendemos a imitar lo que vemos en nuestro entorno.

    Esto no siempre es negativo, pero es vital ser conscientes de ello.

    ¿Estás imitando comportamientos y valores que realmente te representan? O, por el contrario, ¿estás siguiendo la corriente sin cuestionarlo?

    Hoy te invito a reflexionar sobre las influencias en tu vida. Sobre todo, cuando pensamos en cómo esto influye en nuestro estilo de liderazgo.

    Identifica qué comportamientos y valores has adoptado y decide cuáles quieres mantener y cuáles no. Ser consciente de esto es el primer paso para liderar con autenticidad y construir una vida alineada con tus verdaderos valores.

    — Oscar Swanros.

  • ¿Qué hay detrás de un líder?

    Admirar a un líder no es solo reconocer sus logros, sino también entender qué los hace especiales.

    Piensa en Martin Luther King, cuya valentía y capacidad para inspirar a millones sigue siendo un faro de esperanza y cambio.

    Considera también a los líderes cercanos, aquellos en tu entorno inmediato. Quizás tu jefe anterior, quien, a pesar de su estilo más demandante, dejó una marca imborrable en tu forma de ver el liderazgo.

    Al observar a estos líderes, no solo mires sus acciones, sino también sus motivaciones y principios.

    La próxima vez que encuentres a alguien que te inspire, pregúntate:

    ¿Qué cualidades de su liderazgo puedes adoptar? ¿Cómo puedes implementar esas cualidades en tu vida diaria para ser el líder que tu equipo necesita?

    — Oscar Swanros.

  • El liderazgo es más un arte que una ciencia

    Durante los siguientes días vamos a hablar de liderazgo, comenzando por los estilos de liderazgo.

    ¿Recuerdas al mejor líder que alguna vez tuviste? ¿Cuáles eran sus características que te hicieron gravitar hacia él o ella?

    Ahora piensa en alguno de tus compañeros al que no le haya ido tan bien con la misma persona. ¿Por qué crees que fue?

    La respuesta seguramente es que no hubo concordancia entre el estilo de liderazgo que tu líder tenía, y el que tu compañero necesitaba. Afortunadamente, contigo sí hubo match, y por eso consideras esa experiencia como la mejor de tu carrera.

    Ser líder —y saber ser liderado— es más un arte que una ciencia.

    Porque no se trata de ver cómo replicas lo que te funcionó anteriormente nada más.

    Sí, necesitas práctica y tener repeticiones. Pero también necesitas un algo que te hace entender las necesidades de las personas que te están siguiendo. De igual manera, si te toca seguir, en vez de ser seguido, necesitas tener tu ego lo suficientemente controlado para entender que no se trata de ti (como me pasó a mí, que te conté en el correo de hace unos días).

    A lo que voy es: hay diferentes estilos de liderazgo. Hay líderes que inspiran, hay otros que ponen el ejemplo, que exigen, o que obligan. Todo está dentro de un espectro. Dentro de ese mismo espectro, hay personas que reaccionan mejor a cada uno de ellos.

    Es importante que tengas esto en cuenta. Sobre todo cuando estés en alguna situación en la que sientas que no estás haciendo ese match con tu líder (o con tu equipo).

    Algunas preguntas para reflexionar:

    • ¿Qué te hace falta, que no está haciendo tu líder? O, ¿qué no estás haciendo por lo cual no está sucediendo ese match?
    • ¿El estilo de liderazgo que está presente, te funciona? ¿Cómo lo cambiarías?
    • ¿Cómo puedes abrir la conversación con la otra persona para comenzar a llegar a un punto medio donde ambos entiendan lo que necesita el otro?

    A final de cuentas, una relación de liderazgo-seguidor es, en esencia, una relación. Y toda relación es, en esencia, de dos. ¿Cómo la vas a nutrir hoy?

    — Oscar Swanros

  • Así se determina la calidad de tu vida

    ¿Has leído El sutil arte de que te importe un carajo?

    Este libro tiene una idea:

    La calidad de tu vida está determinada por la calidad de tus problemas.

    ¿Los problemas que crees que tienes actualmente son los adecuados?

    En nuestro proceso de crecimiento profesional — y personal — vamos a encontrarnos en situaciones donde vamos a sentir que tenemos problemas. Nos sentiremos incómodos.

    Dependiendo de la etapa de la carrera en la que estés, este puede ser un buen problema para tener. Sobre todo si estás haciendo algo que realmente te gusta.

    Sentirte incómodo en esta situación puede sentirse contradictorio. ¿Por qué estaría bien sentirse incómodo haciendo algo que nos gusta, o que realmente queremos hacer?

    Porque es el proceso de crecer, aprender, y salir de tu zona de confort.

    Ahora, te puedes quedar con la idea de que tienes un problema, o puedes darle la vuelta y pensar: “me siento incómodo, pero está bien, porque me puedo sentir cómodo haciendo algo que no me gusta, o incómodo haciendo algo que realmente me encanta”.

    Compra el libro en Amazon.

    — Oscar Swanros.

  • ¿Sabes cómo te vas a sentir cuando por fin lo logres?

     Muchas veces, cuando estamos buscando crecer, llegar a nuevas metas, no sabemos realmente cómo se va a sentir cuando por fin lo logramos.

    Tenemos una idea.

    Creemos que vamos a ser felices, habiendo llegado esa meta, lo que he aprendido durante el tiempo y que hoy lo tengo muy consciente es que muchas veces lo que creemos que vamos a sentir cuando lleguemos a esa meta no va a ser lo que realmente vamos a sentir.

    Muy probablemente nos vamos a sentir abrumados. Nos vamos a sentir fuera de lugar.

    ¿Estuviste trabajando años hacia una promoción, hacia un aumento en tu trabajo, hacia más responsabilidad en tu trabajo?

    Cuando llegues a tu meta, muy probablemente no vas a saber qué hacer porque todo el tiempo que has invertido y todo el esfuerzo que has invertido ha sido en llegar.

    Hay que aprender a reconocer cuando nos estamos sintiendo incómodos y tener la capacidad de extrapolar la experiencia y saber que va a pasar en algún momento, porque no nada más se trata de llegar a la meta y decir “ya lo hice, ¿qué más viene?”

    Más bien se trata de ver cómo hacemos que esto sea sostenible.

  • Por esto estoy trabajando yo…

    En mi último correo te hice una pregunta:

    ¿Por qué estás trabajando?

    ¿Por algo que te expone a que factores externos te roben tu tranquilidad y sentido de satisfacción?

    ¿O por algo más grande e importante, y que de verdad te importa, más que el dinero?

    Son preguntas bastante fuertes. Déjame compartirte cómo las respondí yo. Yo trabajo.…

    • por la oportunidad de aprender cosas nuevas;
    • por la satisfacción de saber que lo que aprendo no me lo voy a quedar, sino que lo voy a compartir;
    • por el privilegio de estar acompañado de personas extremadamente talentosas;
    • para encontrar los límites de mi carácter

    … Y por muchas cosas más.

    De repente, se puede sentir como que estoy hablando del “trabajo” de una manera bastante idealista. Algo que no es necesariamente real.

    Porque muchas personas iniciamos nuestras carreras trabajando por el dinero, status, imagen… ¿En qué momento cambia la perspectiva?

    En el correo que sigue te contaré cómo llegué a ver el trabajo de esta manera

  • ¿Por qué estás trabajando?

    Es fácil quedarte con la idea de que nada más estás trabajando por dinero. Que lo único que importa es que te llegue tu cheque a fin de mes.

    Y sí, tal vez hay algunas personas que estén en esa situación. Que no tienen espacio para aspirar a más en sus vidas.

    Sin embargo, el mero hecho de que estés leyendo este correo, significa que tienes cierto nivel de privilegio que no puedes negar.

    Significa que, por defecto, tienes las posibilidades — y las ganas — de no solamente ganar dinero, sino de crecer. No solo profesionalmente, sino en todos los aspectos.

    Crecer, entre otras cosas, también es darte cuenta de que perseguir únicamente el dinero es una misión vacía. Y te lo está diciendo alguien que recientemente sanó su relación con el dinero, después de mucho estira y afloja.

    No quiero decir que el dinero no es importante, ni una parte esencial de cualquier trabajo — todos tenemos que comer, y claro que no me gustaría trabajar gratis.

    Pero cuando tu satisfacción está ligada a algo medible… es ahí cuando comienzan los problemas.

    Porque a algo que puedes medir siempre le puedes sumar uno. A lo que puedes contar… siempre va a haber alguien que tiene uno más que tú.

    Entonces… ¿Por qué estás trabajando?

    ¿Por algo que te expone a que factores externos te roben tu tranquilidad y sentido de satisfacción?

    ¿O por algo más grande e importante para tu vida?

    Te leo…

    — Oscar Swanros.

  • Cómo lidiar con el micromanagement

    ¿Alguna vez tu manager o líder de equipo te ha dicho exactamente cómo hacer tu trabajo, y experimentas una reacción emocional particular que no puedes identificar?

    A mí me ha pasado, y te quiero compartir que aprendí de ella.

    A esta emoción se le llama reactancia y sale a relucir cuando especialmente sentimos que nuestra libertad está siendo amenazada, por ejemplo cuando nos hacen micromanagement.

    Todos experimentamos esta reacción de manera diferente, por ejemplo:

    • Resistencia a acatar instrucciones
    • Frustración o enojo
    • Procrastinación
    • Rebeldía

    Algunos consejos que me han ayudado a manejar esta emoción:

    👉 Reconoce tus emociones: Sé consciente de que estás experimentando reactancia. Si te sientes frustrado o resistente después de recibir instrucciones, es posible que estés experimentando este fenómeno.

    👉 Comprende la intención: A veces, las personas que nos dan instrucciones tienen buenas intenciones. Intenta entender por qué te las están dando. ¿Tienen experiencia que tú no tienes? ¿Están tratando de evitar un problema que han visto antes?

    👉 Comunícate abierta y honestamente: Si sientes que tu libertad está siendo amenazada, habla con la persona que te está dando instrucciones.

    Explica cómo te sientes y propón alternativas que te permitan mantener autonomía.

    Recuerda que tú también puedes dar feedback a tus líderes. Si sientes lo contrario, analiza si es momento de cambiar de ambiente de trabajo.

    Manejar la reactancia me ha ayudado a:

    • Prevenir conflictos innecesarios
    • Facilitar la implementación de nuevas ideas
    • Mantener un alto nivel de motivación tanto personalmente como dentro de mi equipo.

    Entender y manejar esta emoción no solo te permite recuperar tu sentido de autonomía, sino que también te equipa con las herramientas necesarias para prosperar y mejorar en tu campo.

    — Oscar Swanros

  • No a las rutinas. Sí a los rituales.

    Días como hoy, me cuesta mucho concentrarme.

    De repente se siente que algo no hace clic, y todo cuesta más trabajo.

    Y no termina ahí. Después viene, como si no fuera suficiente, un sentimiento de culpa por no poder hacer las cosas.

    Y me pregunto ¿qué tan responsable soy y qué tanto estoy honrando mis propias metas y objetivos?

    Lo que he aprendido con el tiempo y experiencia —porque no es la primera vez que me pasa esto— es que si me siento así es porque algo me faltó hacer.

    Algo en mi rutina no se completó como debía.

    Las rutinas no son para todos. Hay personas que necesitan la flexibilidad y novedad para sentirse bien. Yo no. Yo necesito estructura. Si no mi mente me hace las cosas más difíciles de lo necesario.

    Pero la idea de tener una rutina también puede desanimar. Podrías pensar, ¿así van a ser todos mis días, de aquí en adelante?

    Eh… qué flojera.

    Por eso, en vez de rutinas, pienso en rituales.

    Un ritual es algo que puedo hacer con un objetivo en específico. Por más simple que parezca, levantarte y asearte es un ritual. Tomar café en la mañana es un ritual. Vestirte y arreglarte es un ritual, aunque trabajes desde casa. Cada actividad le dice a tu cerebro que estás en cierto “modo”.

    “Cuando me pongo los tenis, estoy en modo ejercicio.”

    ¿Quieres aprender más sobre rituales? Daily Rituals: How Artists Work de Mason Currey tiene ideas que te podrían interesar:

    Además, si lo necesitas, en Pathways encontrarás una comunidad que te puede apoyar a crear y mantener estos rituales.

    — Oscar Swanros.

  • O todo, o nada

    En una ocasión, platicando con mi terapeuta, le compartí mi enorme frustración por no ser “tan bueno” como algunos de mis compañeros de trabajo, y no tener el éxito que veo en ellos, y lo que me dijo en esa sesión me cambió la vida.

    “Si tuvieras la oportunidad, ¿cambiarías tu vida completa por la de esa persona simplemente para ser igual de bueno programando?”

    Allí comprendí que el “éxito” no es absoluto, ni significa lo mismo para todos.

    El éxito para mí en aquel entonces estaba determinado por factores externos, como:

    • Status
    • Dinero
    • Ser el mejor en lo que hacía

    Pero hoy para mí el éxito es:

    • Tener la capacidad de moldear mi entorno en función de que me permita tener tranquilidad
    • La opción de tomar decisiones sin apuros

    Y ahora, de vez en cuando me pregunto, ¿cambiaría mi vida completa por la de esa persona, simplemente para poder estar al mismo nivel en este aspecto particular?

    Contéstame este correo y platiquemos.

    — Oscar Swanros.

  • Cómo venderte por lo que vales

    ¿Alguna vez has intentado hablar sobre tus logros en términos de negocio — el Lenguaje del Valor —, y te sientes inadecuado o incómodo?

    Si tu respuesta es que no, déjame entonces preguntarte: en tu currículum, ¿compartes ejemplos de cómo le ayudaste al negocio con tus habilidades? ¿O nada más tienes una lista habilidades relevantes para tu campo? Si eres desarrollador de software, pones una lista de lenguajes de programación. Si trabajas en diseño, listas herramientas de ilustración y composición de imágenes. ¿Verdad?

    Ahí está.

    Esto es un problema. Y te está impidiendo desarrollar tu potencial completo. Es más, te está impidiendo el acceso a las meras oportunidades que te ayudarían a potenciar tu carrera.

    Porque no te estás vendiendo. En este artículo te quiero ayudar a resolver este problema.

    Auto-Sabotaje: por qué no sabes cómo venderte

    Muchas personas con habilidades especializadas somos alérgicos a la idea de “vendernos”. Preferimos hablar en terminologías con las que nos sentimos cómodos — nuestro nicho—, y no en el lenguaje del valor humano, o en el lenguaje que, aunque no lo queramos, termina impactando más nuestra carrera, lo queramos o no: el lenguaje de los negocios.

    Desde un punto de vista psicológico, esto una forma de autosabotaje: minimizamos nuestro valor al no saber comunicarlo de manera efectiva. Y muchas veces lo hacemos de manera consciente. Evitamos salirnos de nuestra zona de confort.

    Recuerdo una conversación con uno de mis mentores que cambió mi perspectiva. Me preguntó: “¿Por qué le tienes tanto miedo a venderte bien?” Mi respuesta fue rápida: “Porque no quiero echar mentiras.”

    Sin embargo, él me mostró que hablar de mis habilidades y el valor que agrego a los equipos, en términos que los responsables de presupuestos entienden, no es echar mentiras — es traducir. Es entender que, para bien o para mal, las personas que contratan están viendo números y proyecciones de negocio, no herramientas.

    Naturalmente, como yo no estaba acostumbrado a hablar en esos términos, cuando hablaba de “valor agregado” y en vez de “arquitectura de aplicaciones” sentía que estaba echando mentiras. Pero no: estaba hablando de exactamente lo mismo, solamente que desde otra perspectiva.

    Y por más incómodo que fuera dejar de hablar de lo que yo era experto, hacerlo me abrió incontables puertas.

    ¿Qué es el Lenguaje del Valor?

    Es una capa de traducción que te ayuda a comunicar lo que haces en términos que otras personas fuera de tu círculo de expertise puedan apreciar.

    Algunos ejemplos:

    • Un desarrollador de software debería poder hablar en términos de cuánto dinero le está ahorrando a la empresa con sus contribuciones técnicas,
    • Un diseñador de marca debería de poder empatizar con las necesidades de su cliente, y comunicarle por qué sus propuestas le resuelven su problema,
    • Un arquitecto debería de poder entender qué es lo que realmente está buscando su cliente: diseño, seguridad, vanguardia, o una mezcla de todos — y saber cómo comunicarlo.

    La clave es esta: tienes que traducir tu valor. Tienes que aprender a hablar el lenguaje de las personas que van a pagar por tu sueldo o por tu proyecto.

    El Lenguaje del Valor no es manipulación

    Como profesionales en cualquier industria, tenemos que comenzar a ver que vender nuestras habilidades no es manipulación, sino adaptación. No es cambiar lo que hacemos, sino cómo lo comunicamos.

    La clave aquí es entender que en una organización, o en cualquier mesa de negociación, se hablan diferentes lenguajes. Aprender a hablarlos mejora nuestra posición, y nos permite colaborar de manera más efectiva.

    Dominar el Lenguaje del Valor es esencial para tu desarrollo profesional. Esta habilidad no solo te beneficia diariamente como profesionista, sino que se convierte en un factor decisivo al buscar un aumento, un nuevo trabajo, una posición más avanzada, o un mejor cliente.

    Hablar en términos de valor puede ser la llave que abre la puerta a oportunidades que transformarán tu carrera.

    Cómo hablar el Lenguaje del Valor

    Para dominar el Lenguaje del Valor, y aprender a venderte, te recomiendo lo siguiente.

    Identifica y lista tus habilidades: Antes de poder traducir tus habilidades a un lenguaje más accesible, primero debes saber exactamente qué estás ofreciendo. Esto va más allá de las habilidades técnicas; piensa también en las habilidades blandas que has desarrollado. Por ejemplo, si eres bueno resolviendo conflictos dentro de tu equipo, eso es algo que también tiene gran valor.

    Consejo: usa el método STAR (Situación, Tarea, Acción, Resultado) para describir situaciones específicas donde demostraste tus habilidades, sea de liderazgo, trabajo en equipo o resolución de problemas.

    Encuentra un Traductor de Valor: Este puede ser un mentor, un colega de otra área o incluso un amigo que tenga habilidades para comunicar y entender tanto el mundo técnico como el empresarial. Ellos pueden ayudarte a encontrar las palabras y conceptos que transmitan tu valor de una manera comprensible para todos.

    Ejemplo: Si eres un experto en optimización de bases de datos, un “Traductor de Valor” podría ayudarte a describir esta habilidad como “mejorar la eficiencia operativa reduciendo los tiempos de espera para los usuarios”.

    Practica con Escenarios Reales: No basta con saber cómo traducir tus habilidades; debes practicar. Ya sea en entrevistas de trabajo, conversaciones con stakeholders o incluso en tus interacciones diarias con tu equipo, toma la oportunidad de hablar sobre tu valor. La próxima vez que tengas una revisión de desempeño o una conversación similar, intenta usar este nuevo lenguaje de “valor”. Prepara antemano cómo vas a describir tus contribuciones de manera que resuenen con tu audiencia, y después evalúa cómo fue recibido.

    La próxima vez que hables con un gerente de proyecto, un cliente o modifiques tu currículum, en lugar de decir que “implementaste un algoritmo de búsqueda eficiente,” podrías explicar que “mejoraste la experiencia del usuario al hacer que la búsqueda de información en la aplicación sea más rápida y precisa.”

    Recibe Retroalimentación y Ajusta: Después de cada intento de vender tu valor, busca retroalimentación. ¿Fue efectiva tu comunicación? ¿Hubo algo que pudiste haber dicho de una manera más clara? Utiliza estos aprendizajes para ajustar tu enfoque en el futuro.

    Aquí hay una oportunidad de ejercer la Mentalidad de Crecimiento: La habilidad de “venderse” es como cualquier otra habilidad: se puede aprender y mejorar. Mantén una mentalidad de crecimiento y estarás vendiéndote como un profesional en poco tiempo.

    Es una práctica

    En definitiva, aprender a comunicar tu valor es mucho más que una técnica de negociación; es una inversión en tu crecimiento profesional y bienestar emocional. Al dominar el lenguaje del valor, no solo incrementas tus oportunidades para conseguir un mejor salario o avanzar a roles más prominentes. También ganas una nueva capa de autoconfianza, un sentido de propiedad sobre tu carrera que se traduce en un mayor cumplimiento personal y profesional.

    Así que no lo postergues; empieza hoy a traducir tus habilidades técnicas en términos de valor.

    No es solo un cambio de vocabulario; es una transformación completa que puede elevar tu carrera a nuevas alturas.

  • Establece límites, antes de que termines quemado

    El burnout llega por donde menos te lo esperas. Probablemente haciendo lo que más te gusta, o algo que te da mucha satisfacción — algo para lo que eres bueno, y que te paga bien.

    Eso mismo es lo que lo hace tan peligroso. ¿Cómo es que algo que aprecias, que sientes que le agrega valor a tu vida, puede ponerte en una situación tan complicada?

    En este artículo quiero ayudarte a entender un poco más qué significa el burnout. La esperanza es que puedas prevenirlo — o detectarlo a tiempo, y cambiar el rumbo.

    Pero primero…

    ¿Qué significa caer en burnout?

    Que tu mente y cuerpo están rechazando alguna actividad porque ha caído en un exceso que no es posible sostener.

    Piensa en tu comida favorita. Probablemente, la última vez que la comiste, dijiste “podría comer esto todos los días.” ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que lo que hoy consideras un manjar, te comience a dar asco?

    La palabra “asco” es interesante. ¿Sabías que es una emoción? De hecho, está considerada como el límite superior de la aversión.

    El asco es una reacción emocional — y física — de tu cuerpo rechazando algo.

    Y así como lo puedes sentir con algo tan “básico” como la comida, también lo puedes sentir con algo tan “etéreo” como tu trabajo.

    El burnout es tu cuerpo diciéndote que ya no puede comer más de lo mismo. Que ya no puedes continuar trabajando así. 

    El burnout es diferente para cada quien

    No a todos nos pega de la misma manera, ni tampoco tiene el mismo origen.

    Para unos, el burnout es cuestión de cuánto tiempo pasan haciendo algo. Para otros, es el nivel de intensidad con el que hacen las cosas, independientemente de cuánto tiempo inviertan en ello.

    También he visto personas caer en burnout por la monotonía, o por no poder ejercitar su músculo creativo. Por no poder hacer algo que realmente les dé una satisfacción intrínseca.

    Y así como no hay una sola receta para “llegar” al burnout, tampoco hay una receta para salir de él. Cada quien está en su propio camino.

    De esta forma se llega al burnout

    Ernest Hemingway, en su obra maestra de 1926, escribió este intercambio entre sus personajes:

    Will: ¿Cómo quebraste?

    Mike: De dos maneras. Gradualmente, y luego de repente.

    Es exactamente con el burnout. Una noche más, dando el 110 %, parece inofensiva si se ve desde nivel cancha. Total, mañana duermes un poco más tarde, aunque esto ocasione que probablemente tengas que trabajar un poco más para compensar.

    No hay gran problema.

    Pero cuando lo ves en grande escala, a largo plazo, te das cuenta de que 3 años de ese ritmo han sido mala idea. Porque, primero, tomaste decisiones lentamente, un día a la vez. Y luego, de repente, ya estás quemado. Llegó el burnout, y es hora de enfrentar el problema.

    Es extremadamente difícil recuperarse. ¿Por qué?

    El burnout es un reto a tu identidad. Cuando llevas mucho tiempo haciendo algo, y el sistema en el que trabajas te recompensa de buena manera por hacerlo, ¿por qué habrías de parar?

    Te comienzas a comprar la idea de que tu identidad es tu trabajo. Que eres la única persona que podría razonablemente hacer lo que te están pidiendo. Que no hay nadie mejor para ello. Después de todo, llevas mucho tiempo recibiendo feedback positivo por ello — feedback que, en el peor de los casos, se ve únicamente como más dígitos en tu cuenta de banco.

    Y un día, levantas la cabeza y ya no encuentras satisfacción en lo que haces. Aun con todo el dinero en el banco.

    ¿Valió la pena? Probablemente, la respuesta sea no — por eso estás quemado. Es tu mente y cuerpo diciéndotelo a gritos.

    Lo que toca ahora es reevaluar qué fue lo que te llevó a este punto en primer lugar. Ver de frente tu comportamiento, tus acciones, tus incentivos — tu identidad.

    Para prevenirlo requieres autoconocimiento

    Autoconocimiento de tus capacidades, sí, pero también de tus límites. De lo que te gusta, y de lo que no. De lo que estás dispuesto a tolerar, y por cuánto tiempo. También se trata de tener la agencia para poder cambiar las cosas cuando detectes que ya no están funcionando.

    Es un reto: aceptar que tenemos un límite de cuánto podemos hacer, en una sociedad que premia la productividad cuantificable, y no la productividad sostenible. Porque significa que estás nadando contra corriente, y probablemente no vas a encajar con el resto de tus compañeros.

    En Wall Street hay un adagio que dice, “si no vienes a trabajar el sábado, ni te molestes por venir el domingo”.

    ¿Aguantarías?

    ¿Qué estás haciendo actualmente en tu vida, aunque no trabajes en Wall Street, que siga la misma filosofía?