La lista empieza fuerte:
Prioriza tu facilidad de ser sobre cualquier otra consideración: las fiestas son como los bebés, si estás estresado mientras los sostienes, ellos también se estresarán. Cada otra decisión es aguas abajo de tu serenidad: por ejemplo, es mejor tener una pizza mediocre de un anfitrión feliz que fabulosos aperitivos de uno agotado.
Los efectos de segundo orden son potencialmente trascendentales:
Las fiestas son un servicio público, estás haciendo un favor a la gente al orgnizarlas. Alguien podría conocer a su nuevo mejor amigo o futura pareja en tu reunión. A corto plazo, las personas pueden sentirse menos solas, y eso es gracias a ti. A largo plazo, niños completamente nuevos pueden existir en última instancia en el mundo porque te molestaste en hacer una fiesta. Hacer fiestas es estresante para la mayoría de la gente, pero es una gran amabilidad para la comunidad, así que realmente date una palmadita en la espalda por hacer esto.
Muchos de estos consejos son aplicables en una multitud de circunstancias sociales, y no nada más en el contexto de querer organizar una buena fiesta. Más de un par aplican, por ejemplo, para darle la bienvenida a un nuevo miembro de tu equipo.
Los humanos somos animales sociales. Aprender a crear ambientes donde personas que no se conocen se sienten cómodas y seguras creo que va a ser una de las “habilidades blandas” más importantes para los siguientes años.