Es tan fácil complicar demasiado las relaciones y el esfuerzo que requieren. El club de lectura lo simplifica todo.
Pero cuanto mayor me hago y más me alejo de aquel club de lectura original, más me pregunto si su principal impacto a largo plazo fue en realidad una lección de vida sobre la hospitalidad y la reducción de expectativas, la comprensión transformadora de que las relaciones superficiales —relaciones que antes consideradas superficiales o sin importancia— son la esencia de la vida. Conformarnos con relaciones aparentemente superficiales podría ser lo que nos salve.
En otras palabras, ¿qué pasaría si simplemente dejaramos que el club de lectura fuera un club de lectura?
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