Para un desarrollador de software es sencillo comprender por qué un proyecto se puede complicar. Entendemos las implicaciones y complejidades de desarrollar soluciones.
En una empresa tradicional, para bien o para mal, las personas que terminan tomando decisiones no siempre tienen el mismo nivel de entendimiento.
Tener el hábito de hacer demostraciones, demos, de tu trabajo ayuda a achicar esta brecha de entendimiento.
Un demo tiene el potencial de comprarte o ahorrarte problemas. Si del demo salen con más preguntas que respuestas, te compraste problemas. Si salen inspirados, con más ideas, te ahorraste problemas.
Es por eso que es importante que tomes los demos con seriedad. Porque a final de cuentas, desde un estricto punto de vista de negocio: si algo no funciona no sirve, y si algo no sirve, ¿para qué lo quiero? Un buen demo es tu oportunidad de evitar que alguien con poder de decisión a nivel negocio se haga esta pregunta.