Si de verdad te gustaría vivir esa vida que tanto sueñas, necesitas de dejar que las cosas simplemente sucedan.
Porque mientras es sencillo “dejarse ir con la corriente”, y rezar para que el mundo esté de tu lado, no te estás haciendo ningún favor.
Hay un adagio que dice, “como haces una cosa es como haces todas.”
Si te acostumbras a decir mentiras pequeñas, no te va a costar trabajo decir mentiras grandes.
Si haces las cosas que no son importantes “al ahí se va”, también vas a hacerlo así cuando se traten de cosas que realmente importan.
Sucede lo mismo con tu capacidad de tomar decisiones que influencian tu vida. Si no eres capaz de tomar decisiones pequeñas, ¿por qué creerías que vas a poder hacerlo con decisiones grandes?
El músculo de tomar decisiones es uno que se tiene que ejercitar. Y como cualquier otro músculo, el proceso va a doler — al principio. Después será parte de tu naturaleza. De quien eres.
Cancela esa junta a la que no quieres ir. Organiza tu calendario para que haga sentido con tus prioridades. Manda ese correo que estás seguro de que no te contestarán, pero que en el fondo esperas que sí lo hagan.
Necesitas comenzar a ejercer tu sentido de agencia. Comenzando por decisiones pequeñas. Porque cuando se trate de cosas más grandes, lo vas a necesitar.
Apuesta por ti. Cree en ti. Y falla, ahorita que puedes.
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