Durante décadas, tu corteza prefrontal —la parte de tu cerebro responsable de la función ejecutiva, el comportamiento social y el control de los impulsos— ha estado trabajando horas extra. Ha estado monitoreando señales sociales, calculando riesgos, suprimiendo respuestas auténticas y gestionando la experiencia emocional de los demás.
Este es un trabajo agotador. Y resulta que no es sostenible.
Las investigaciones en neurociencia muestran que, a medida que envejecemos, el cerebro atraviesa un proceso llamado poda sináptica. Las vías neuronales que no son esenciales se recortan. Tu cerebro, esencialmente, está haciendo un “Marie Kondo”: conservando lo que te sirve y descartando lo que no.
Y todas esas vías neuronales dedicadas a la hipervigilancia y la complacencia excesiva suelen ser las primeras en desaparecer.
La Dra. Louann Brizendine, neuropsiquiatra y autora de “The Female Brain”, explica que el cerebro de las mujeres está especialmente diseñado para la armonía social y el cuidado durante la primera mitad de la vida —impulsado en parte por el estrógeno y la oxitocina—. Pero a medida que los niveles de estrógeno cambian durante la perimenopausia y después, ese impulso intenso por agradar y cuidar a los demás empieza a disminuir.
Lo que lo reemplaza no es amargura. Es claridad.
En Wikipedia:
Una teoría sobre por qué muchos cerebros son podados sinápticamente cuando un humano u otro primate crece es que el mantenimiento de las sinapsis consume nutrientes que pueden ser necesarios en otras partes del cuerpo durante el crecimiento y la maduración sexual. Dado que la mayoría del costo energético del cerebro proviene del mantenimiento de las células cerebrales y sus sinapsis, más que de la actividad eléctrica en sí, esta teoría explica la observación de que algunos cerebros continúan la poda años después de la maduración sexual, debido a que tienen sinapsis más robustas, que pueden resistir años de descuido antes de desintegrarse.
No es necesariamente el mismo proceso de decadencia cognitiva que sufrimos en edades adultas:
La poda sináptica se clasifica de manera separada a los eventos regresivos observados en la vejez. Mientras que la poda del desarrollo depende de la experiencia, el deterioro de las conexiones asociado con la edad no lo es. La poda sináptica se puede comparar con el proceso de cincelar y moldear una piedra hasta convertirla en una estatua. Una vez que la estatua está completa, el clima empieza a erosionarla, lo que representa la eliminación de conexiones independiente de la experiencia.
Es un proceso natural, y todos pasamos por ello queramos o no, pero las mujeres sufren más las consecuencias sociales. Ellen de nuevo:
He aquí la parte que hace que esta transición sea tan incómoda: a los demás no les gusta.
Cuando dejas de realizar trabajo emocional, los sistemas que dependían de ese trabajo empiezan a desmoronarse. Y en lugar de examinar por qué el sistema necesitaba de tu desempeño para funcionar, la gente te culpa por retirarlo.
De repente te conviertes en alguien:
“Que no sabe trabajar en equipo”
“Que está pasando por algo”
“Difícil de tratar”
“Que ha cambiado” (dicho con una preocupación que en realidad significa desaprobación)
La misma franqueza que en un hombre se consideraría “directa” o “sin rodeos” en una mujer mayor de 40 se etiqueta como “abrasiva”.
Esta reacción negativa es una prueba del concepto. Confirma que tu complacencia no era opcional. Era un trabajo requerido que mantenía todo funcionando sin problemas. Y cuando dejas de ofrecerlo gratis, la gente lo nota.
¿El malestar que causas? No es tu problema solucionarlo. Es información sobre un sistema que siempre te estuvo explotando.
De nuevo, los incentivos:
Has sido recompensada toda tu vida por ser complaciente. Fácil. Agradable. Nunca demasiado. El bucle de retroalimentación positiva de ser aceptada es poderoso, y ahora lo estás rompiendo.
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