Llevo nueve años “aprendiendo a programar”. Todavía recuerdo escribir mi primera línea de HTML en un Netcafe.
Traducción: Tengo cientos de repositorios de GitHub llenos de tutoriales sin terminar, plantillas clonadas y carpetas llamadas “final-v3-actually-final”.
Ni un solo proyecto que funcione.
La semana pasada estaba en una cafetería, repasando el mismo tutorial de JavaScript por vigésimo tercera vez. ¿A mi lado? Un chico de 16 años creando casualmente un bot de Discord que transmite datos deportivos en directo.
¿Yo? Emocionado porque por fin entendí closures.
Fue entonces cuando me di cuenta: no estaba aprendiendo a programar. Estaba aprendiendo a sentir que estaba aprendiendo a programar. ¡Qué diferencia!
La importantísima reflexión:
El 90% de la programación es depurar el código.
Los tutoriales se saltan la parte de “2 horas arreglando un punto y coma que falta”.
El código feo que se ejecuta es mejor que el código perfecto que no existe.
Se aprende rompiendo, no observando.
Sabemos que “El 90% de la programación es depurar el código“ es completamente cierto, pero todavía seguimos debatiendo si la IA sirve para escribir código.
Para comentar, regístrate en Pathways