Crecimos con la idea de que una de las mejores cosas que podríamos hacer es buscar tener el mayor número de opciones disponibles. “Por si algo pasa.”
Nadie nos dijo que, al aumentar nuestras opciones, también aumentan nuestros puntos de comparación.
En nuestra búsqueda de querer siempre lo mejor —para nosotros, nuestra familia, las personas que nos importan— terminamos siendo infelices. Porque mientras más puntos de comparación tenemos, más defectos le encontramos a lo que sí logramos.
En The Paradox of Choice, Barry Schwartz argumenta que el exceso de opciones puede llevar a la parálisis en la toma de decisiones y a una menor satisfacción con lo que elegimos. En otras palabras, quienes tienen más opciones terminan siendo más infelices. Esto refleja lo que alguna vez dijo Theodore Roosevelt: “La comparación es el ladrón de la felicidad.”
Esto no significa que debamos renunciar a nuestras aspiraciones o deseos. Ese extremo tampoco es sostenible.
El equilibrio, según Schwartz, está en aprender a estar contentos con lo “suficientemente bueno” y dejar de perseguir siempre “lo mejor.”
Reflexiona: ¿Qué aspecto de tu vida te está causando frustración, estrés, o infelicidad porque estás buscando “lo mejor,” cuando ya tienes algo suficientemente bueno? ¿Cómo cambiaría tu perspectiva si aprendieras a valorar lo que ya tienes?
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