• La idea de buscar balance vida/trabajo es una epidemia

    Javier Álvarez, CEO y Cofundador de Avena.io, publicó en LinkedIn lo siguiente:

    Últimamente escucho con más frecuencia hablar de work-life balance entre personas en sus 20s. ¡Gran error!

    En tus 20s, deberías enfocarte en aprender, arriesgarte, trabajar duro y probarte a ti mismo de qué estás hecho. El work-life balance puede ser una prioridad en el último tercio de la vida, pero no al comenzarla.

    Tuve la fortuna de entender esto en mis 20s y no me he arrepentido ni un momento de adónde me ha llevado esa mentalidad.

    Hoy, creo que hay una epidemia de la idea de work-life balance, potenciada por el internet. Ojalá más personas en sus 20s optaran por trabajar en una startup: todo por ganar y nada por perder.

    Describir cualquier cosa como epidemia automáticamente implica que es mala, y que debería de ser eliminada. Que se le considere de esta manera a la creciente consciencia sobre la importancia de tener en cuenta aspectos de bienestar y sostenibilidad en nuestras carreras profesionales es una muestra de todo el trabajo que nos hace falta hacer a nivel institucional por cambiar las cosas.

    Entiendo que Javier valora el trabajo duro, y la dedicación temprana a su craft ha sido clave de su éxito. Sin embargo, es importante reconocer que esta visión no necesariamente aplica para todos, ni todos están en las mismas circunstancias que les permita siquiera considerarla como una opción.

    A grandes rasgos, las etapas de una carrera profesional se ven así:

    1. Alguien que va iniciando en su carrera suele tener más facilidad de sacrificar su tiempo e ingresos por adquirir experiencia. Probablemente, todavía no tiene responsabilidades familiares ni económicas, y puede apalancarse de otros aspectos de su vida para crecer profesionalmente.
    2. En la etapa media de tu carrera, que ya tienes suficiente experiencia sólida, puedes comenzar a priorizar tu crecimiento económico y financiero. En esta etapa es donde personas que ya confían en sus habilidades, comienzan a expandir su alcance, por ejemplo, con un trabajo de tiempo completo y un freelance que paga 2x por hora. Sacrifican tiempo libre por continuar adquiriendo experiencia y construyendo un patrimonio.
    3. Y luego llega el punto donde tienes familia, hijos, compromisos sociales, o simplemente ya tienes otros intereses. Aquí es donde puedes decidir sacrificar el crecimiento profesional para dedicarte a la familia, hobbies, etc…, con muy pocas o nulas repercusiones económicas. Ya eres muy bueno en lo que haces, y tu esfuerzo/ingresos pueden no estar correlacionados 1:1.

    Si bien es cierto que al inicio de tu carrera podrías tener más oportunidades de sacrificar aspectos de tu vida por ganar experiencia profesional, de ninguna manera creo que es un error decidir no hacerlo. Sobre todo si lo haces de manera informada y conoces las implicaciones de ello, o si simplemente, por cualquier razón, no es viable para ti.

    Pero aquí está la cosa: nadie “debería” de hacer nada que no esté en el mejor de sus intereses, ya sean personales, profesionales, socioeconómicos, o de cualquier índole. Es importante para cualquier líder invertir un poco más de tiempo en apreciar los matices y el contexto que pueden llevar a alguien a tomar una decisión de cómo vivir su vida.

    Sobre todo para los líderes de empresas que dicen estar buscando mejorar la calidad de vida y longevidad a través de la tecnología. Como líderes de opinión, sus mensajes tienen un impacto significativo en quienes los admiran, y con ello una oportunidad para fomentar una visión más inclusiva y matizada.

    Personalmente, aplaudo a la gente que desde un inicio encuentra lo que le apasiona, tiene una visión clara de lo que quiere ser, y lo da todo por volverse experta para despegar profesionalmente. Ese fue el camino que yo recorrí, y he hablado ampliamente de por qué, aunque no me arrepiento, me hubiera gustado haber priorizado encontrar un balance más sostenible antes, y no cuando ya estaba quemado.

    Pero igual aplaudo a los que desde un inicio están priorizando su bienestar, y pensando en cómo hacer una carrera sostenible — de mejor calidad y mayor longevidad, pudiera decir. Probablemente, estas personas no lleguen a tener “éxito” bajo la definición común (dinero, status, influencia, poder), pero sí bajo la que decidieron crearse para ellas mismas.

    Ojalá más personas en sus 30s y 40s entendieran que las nuevas generaciones, que están apenas entrando a la industria, ya no están jugando bajo las mismas reglas, ni tienen los mismos incentivos.

  • Si el reclutador no te contesta, no (siempre) es por mamón

    Una de las cosas más frustrantes que te puede pasar cuando estás buscando un nuevo empleo, es sentir que, por más que le echas ganas a tu currículum y cover letter, no recibes respuesta del reclutador.

    Después de todo ese tiempo que le invertiste para poder mostrar tu mejor cara, sentir que te ghostean es lo peor. Y te puede llevar a entrar en una espiral de no entender ni siquiera si estás haciendo las cosas bien o no. ¿Te faltó un keyword en tu currículum? ¿Escribiste mal una palabra? ¿Ya no estás en sintonía con lo que la industria está pidiendo? Muy fácil puedes irte por ese camino y comenzar a pensar que el esfuerzo es fútil de todos modos.

    “¿Por qué son tan mamones los reclutadores? No se toman ni el tiempo de decirme que no, gracias.”

    Como todo en esta vida, se trata de matices: hay otra versión de la historia que no estás viendo. Y como alguien que ha pasado por procesos de reclutamiento en ambos lados de la ecuación, la he vivido de primera mano. Déjame contártela.

    El reclutador nada más recluta, ¿no?

    Puedes creer que es bastante obvio: el rol del reclutador es reclutar — buscar candidatos, guiarlos por el proceso, y colocarlos en una posición. Y sí, pero esas son nada más unas de las muchas cosas que tienen en su plato.

    En empresas medianas o pequeñas, puede ser que el reclutador también tenga la responsabilidad de filtrar candidatos, hacer el primer phone screen, y coordinar disponibilidad y calendarios de los miembros del panel de entrevista. También puede ser su responsabilidad la de redactar la carta oferta, buscar la aprobación de RR. HH, de la hiring manager, y negociar con el candidato en caso de que la oferta no esté alineada con su expectativa. Y esto es nada más el happy path, asumiendo que todo salió bien y la empresa hará una oferta. La mayoría de los procesos terminan mucho antes.

    En empresas más grandes, digamos de más de 1,000 empleados, probablemente el área que un reclutador debe de cubrir es mucho más estrecha, pero no menos compleja. Aunque el reclutador o reclutadora trabaje con talent sourcers, coordinadores de entrevistas, y un Engineering Manager, mucha de la responsabilidad de asegurarse que el proceso avance para un candidato sigue recayendo en él o ella.

    Así te puedes dar una idea de lo complejo del trabajo de alguien que “solamente se dedica a reclutar”.

    Muéstrame los incentivos, y te mostraré los resultados… del reclutador

    No todos los reclutadores son iguales. Algunos trabajan para la empresa, y otros son proveedores de servicios para la misma. Podrías pensar que no es relevante para ti — al final de cuentas, el resultado de un trabajo bien hecho es el mismo, ¿no? Sí, pero recuerda lo que dijo Charlie Munger: “muéstrame los incentivos, y te mostraré los resultados”.

    Lo que quiero decir es que la relación que tiene el reclutador con la empresa, y por ende los incentivos que emanan de ella, nos pueden ayudar a entender un poco más las prioridades de un reclutador.

    Para un reclutador “de planta”, es decir, que es empleado de una empresa, el esquema de compensación usualmente es el de sueldo base + comisión: 60 % de su salario está “seguro”, y el 40 % depende de metas de colocación cumplidas. Dependiendo del mercado, y el tipo de reclutamiento (reclutar a un directivo no es lo mismo que a un IC), el esquema varía. En algunas empresas, por ejemplo, existe la posición de Executive Recruiter, y me imagino que sus esquemas de compensación reflejan el alto riesgo de los candidatos que manejan. Existen otros esquemas de compensación más complejos, pero la mayoría atan el ingreso económico del reclutador a sus resultados de colocación.

    Por otro lado, hay reclutadores que trabajan enteramente por comisión. Efectivamente, son freelancers, proveedores de servicio, que trabajan con roles bien específicos, y únicamente reciben un pago cuando la empresa contrata a un candidato. En esta dinámica, no es raro que un mismo reclutador esté intentando llenar un puñado de roles diferentes al mismo tiempo: para diferentes industrias, en diferentes niveles de experiencia, y con diferentes necesidades técnicas. Esto significa que es tarea del reclutador asegurarse de tener una red de contactos lo suficientemente grande para poder canalizar talento al cliente que más le haga sentido.

    Por ahí he escuchado que los reclutadores que trabajan así, tomando en cuenta diferentes factores como la urgencia de llenar el rol, se pueden llevar comisiones de hasta el 200 % del salario por rol colocado.

    Analizando esto, te invito a hacerte la siguiente pregunta: si tú fueras un reclutador o reclutadora, y una gran parte de tu salario (40 % si estás de planta, y 100 % si fueras un proveedor de servicios) depende de llenar vacantes, ¿a qué le dedicarías más tiempo: a responderle a candidatos que desde un inicio ves que no cumplen el perfil que buscas, o a mover a los que sí hacia delante en el proceso?

    No quiero emitir un juicio de si está bien o mal, pero esta es la realidad: ¿tú refactorizarías un componente de tu aplicación que funciona, pero está feo, cuando el servidor está caído? Ajá, lo mismo pensé.

    Las herramientas, los procesos, los obstáculos

    Hablando como alguien que le ha tocado estar de ambos lados del proceso de reclutamiento, te puedo decir que los ATS (Applicant Tracking Systems) pueden llegar a ser un dolor de cabeza. Con interfaces nada intuitivas, visibilidad pobre, y capas y capas de controles para evitar que información confidencial se filtre al resto de la empresa, muchas veces estas herramientas pueden ser vistas más como impedimentos que como ayuda para los reclutadores.

    He sabido de algunas ocasiones en las que el ATS que usa la empresa es tan malo, que los mismos reclutadores evitan usarlo y llevan los procesos en Google Sheets.

    Gracias a este, y a otros factores, muchas veces ni el mismo reclutador tiene bien claro a quienes tiene en el proceso. No porque no quiera, sino por la complejidad y opacidad de los procesos internos.

    Esto también contribuye a que, muchas veces, un candidato se quede esperando respuesta. Porque, para poder darle una, el reclutador tendría que brincar muchos obstáculos que, desde su perspectiva, no valen la pena. En el mejor de los casos, el candidato ya no responderá; en el peor, el reclutador va a ver una grosería en su bandeja de entrada.

    De nuevo, sin emitir juicio de si está bien o mal, pero pregúntate: ¿invertirías tiempo en mandar un bug fix a un framework que alguna vez fue muy importante, pero que ya no se usa en la industria y por eso nadie te va a revisar el Pull Request?

    Aunque podrías argumentar, y estaría de acuerdo, en que sería “lo correcto”, si tu salario estuviera atado a tu desempeño en cuanto a cantidad de nuevos features entregados, me imagino que te la pensarías dos veces antes de ponerte a brincar todos los obstáculos para hacerlo.

    ¿Entonces qué?

    Aquí te acabo de exponer dos argumentos sobre por qué si el reclutador no te contesta, probablemente no sea por mamón. Y esto es nada más lo que yo he visto y puedo compartir, sin ni siquiera hablar de que la relación entre cantidad de posiciones abiertas/reclutadores también suele estar desbalanceada.

    Como personas que trabajamos en software, creo que deberíamos de estar agradecidos de que, por más competitivo que veamos nuestro mercado, no es tan competitivo como lo es el de los reclutadores. ¿Te imaginas que tu salario estuviera atado a la cantidad de líneas de código que escribes? ¿Que tuvieras que cerrar X cantidad de Pull Requests para poder contar con el 40 % de tu sueldo?

    También creo que es importante conocer este lado de la moneda para ser un poco más empáticos, aunque no sea menos frustrante. Recuerda que del otro lado también hay un humano que está haciendo lo mejor que puede con lo que tiene… como tú.

    El reclutador es nada más la punta del iceberg de la maquinaria de reclutamiento que tiene una empresa, y como es la parte más visible, es fácil pensar que toda la responsabilidad (y la culpa que nos urge repartir) debe de caer en ellos.  Pero como escribí recientemente, lo que estás viendo y criticando desde fuera, por dentro es mucho más complejo, y las personas que tienen la capacidad de cambiar la situación, son líderes de la empresa.

    Me atrevería a apostar que la experiencia de los candidatos sería mucho mejor si a los reclutadores se les diera el espacio y tiempo para tener el trato humano que, estoy seguro, muchos se mueren por darles. Después de todo, no puedo pensar en muchas cosas que sean más satisfactorias, profesionalmente hablando, que alinear exitosamente las habilidades y aspiraciones de un candidato con las necesidades de una empresa.

    O de ayudarle a hacerlo, como dijo Celso Piña, “aunque no sea conmigo”.

    ¿Trabajas en reclutamiento y me quieres compartir tu experiencia? Mándame un correo: oscar@swanros.com.

  • Grabación disponible: Comunicarse mejor con stakeholders no técnicos, y no ser cuello de botella

    La grabación del Conversatorio de ayer ya está disponible para miembros de Pathways.

    En este Conversatorio, exploramos las experiencias y desafíos comunes en la gestión técnica y el liderazgo en equipos de ingeniería. Tocamos temas como cómo equilibrar responsabilidades técnicas y de liderazgo, mejorar la comunicación con stakeholders no técnicos, y cómo establecer límites para evitar el agotamiento. Compartimos casos prácticos, consejos para delegar efectivamente y reflexionamos sobre la importancia de la empatía y la inteligencia emocional en el entorno laboral. Además, discutimos cómo la evolución tecnológica afecta nuestra manera de trabajar y comunicarnos.

    Aquí están las marcas de tiempo:

    • 00:00 Introducción y Presentación de Temas
    • 01:24 Preguntas y Respuestas: Comunicación con Stakeholders No Técnicos
    • 02:44 Desafíos de Comunicación Técnica y Soluciones
    • 09:40 Experiencias Personales y Consejos Prácticos
    • 23:07 Discusión sobre Equilibrio entre Liderazgo y Tareas Técnicas
    • 25:50 Introducción y Experiencias Personales
    • 26:02 Desafíos de un Líder Técnico
    • 27:58 Estrategias para Manejar Reuniones
    • 29:08 Importancia de la Comunicación y Delegación
    • 31:49 Reflexiones sobre la Cultura Laboral
    • 35:28 El Rol del Líder Técnico en Diferentes Contextos
    • 43:49 Responsabilidades y Balance del Manager
    • 55:13 Conclusiones y Comentarios Finales

    Los miembros de Pathways tienen acceso a grabaciones de Conversatorios pasados (más de 13 horas de video), así como a entrevistas, y contenido exclusivo. Regístrate ahora.

  • Hoy por la noche, únete a la llamada mensual de Pathways

    Como de costumbre, el último jueves de cada mes, los miembros de la comunidad nos subimos a una llamada en Zoom para intercambiar ideas y aprender juntos. A estos eventos les llamamos  Conversatorios.

    Este va a ser el último Conversatorio del año, y vamos a aprovechar para platicar e intercambiar puntos de vista sobre las últimas preguntas que respondí este mes:

    Los miembros, además de participar en la llamada, tienen acceso a las grabaciones de Conversatorios pasados.

    La cita es a las 18:30, hora del Centro de México. ¡Nos vemos dentro!

  • Curso en vivo: Piérdele el miedo al iPhone

    Estamos en temporada de fiestas, y seguramente muchas personas estarán recibiendo (o regalando) iPhones y iPads a sus familiares. ¿Por qué no acompañarlo con un curso que te enseñe a sacarle el mayor provecho al aparato y al ecosistema de Apple?

    Soy usuario de Apple desde el 2009, cuando mi abuela me regaló mi primer iPod touch. Desde entonces, no solo me dediqué a disfrutar del dispositivo, sino que me obsesioné con entender cómo funcionaba y cómo podía aprovechar cada una de sus funciones al máximo. Tanto fue así, que acabé convirtiéndome en desarrollador de aplicaciones para iOS.

    Han pasado 15 años desde entonces, y la tecnología ha evolucionado rápidamente. Hoy en día, los dispositivos Apple pueden hacer mucho más de lo que nos imaginamos. Sin embargo, con tantas nuevas funciones, actualizaciones y aplicaciones, es fácil sentirse perdido y abrumado.

    A esto, agrégale que para muchas personas, el iPhone actual es el primer contacto que tienen con tecnología como esta. ¿Qué es Face ID? ¿Por qué es importante ponerle contraseña? ¿Es cierto que me pueden hackear si me mandan mensajes por WhatsApp? ¿Cómo le hago para ahorrar espacio?

    Ufffff….

    Por eso creé este curso, especialmente diseñado para personas que quieren entender mejor sus dispositivos, aprender a usarlos sin complicaciones y, sobre todo, sentirse seguros y confiados al usar la tecnología en su vida diaria. ¡Vamos a descubrir juntos todo lo que puedes hacer con tu iPhone o iPad!

    30 % de descuento a los primeros 20 registros. Nos vemos en enero del 2025. 

Ayudo a personas que trabajan con software a mejorar sus carreras profesionales.

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