Nicholas Carr, en un extracto de su libro publicado en Behavioral Scientist, nos alerta sobre lo que puede pasar cuando, al estar acostumbrados a ver noticias falsas generadas por IA, vamos a comenzar a dudar de toda la información a la que tengamos acceso:
La creación de mitos, más que la búsqueda de la verdad, es lo que probablemente definirá el futuro de los medios de comunicación y del espacio público. La razón por la que teorías conspirativas extraordinariamente extrañas se han extendido tanto en los últimos años podría tener menos que ver con la naturaleza de la credulidad que con la naturaleza de la fe. Las teorías solo tienen sentido cuando se entienden como mitos. Creer que los políticos de Washington son pedófilos vampíricos que operan desde una pizzería de barrio no es muy diferente de creer que un dios sembrador del caos acecha la Tierra en forma de oso.
Cuando toda la evidencia que se presenta a nuestros sentidos parece irreal, la extrañeza misma se convierte en un criterio de verdad. Se impone una lógica paranoica. Cuanto más inquietante sea la historia, más atractiva y convincente puede parecer, siempre y cuando se ajuste a nuestra cosmovisión. «La belleza es verdad», escribió John Keats, un poeta romántico que comprendió que una concepción racional y científica de la existencia jamás podrá satisfacer los deseos más profundos de la humanidad. La belleza, como todos sabemos, está en el ojo del observador.
Oh boy, here we go…