El término “comunicación” es tan amplio y dependiente del contexto del trabajo y la industria en la que uno se desempeña, que muchas organizaciones deciden simplemente no ponerle mucha atención. Adoptan una mentalidad de que “lo que importa es que las cosas se hagan, pero no importa cómo.”
Adam Thomas escribió brillantemente al respecto (traducido por mí):
La cultura de comunicación de tu empresa tiene un gran impacto en el resto de tu negocio. Cultivar una atmósfera de confianza es esencial para el éxito. El nivel de confianza que las personas en tu organización depositan en sus líderes y en ellos mismos, afecta la productividad, la salud de tus compañeros y la retención a largo plazo del equipo.
En su artículo, Adam menciona que existen principalmente dos tipos de empresas: las que quieren hacer las cosas en privado, y las que quieren hacer las cosas en secreto. La diferencia es sutil, pero el diablo está en los detalles.
Cualquier información que se comparta llamadas, mensajes directos o canales privados se pierde en el limbo. Esto le resta visibilidad al equipo, se pierde la trazabilidad del proceso de toma de decisiones, y en muy poco tiempo, la confianza del equipo se ve mermada por esta opacidad.
A muchos líderes les cuesta trabajo ver más allá de la meta puntual que tienen en frente, e ignoran las consecuencias de fomentar una cultura de comunicación que hace que los miembros del equipo se sientan asediados, estresados e inseguros.
Personalmente, estoy consciente de estos problemas y lo fácil que es caer en una situación donde el comportamiento por defecto es ocultar información. En mis equipos procuramos que cualquier llamada que tengamos con otros miembros quede resumida en un mensaje donde se listen los acuerdos a los que se llegaron. También, usamos canales de Slack públicos por defecto, y todos tenemos la expectativa de mover cualquier pregunta que nos hagan por DM a un canal público.