• Klarna pausó contrataciones hace un año para reemplazar empleados con IA

    Bloomberg reporta que Klarna dejó de contratar nuevos empleados hace un año con el objetivo de reemplazarlos con IA:

    La firma reporta que el número de empleados se redujo un 22 % a 3,500 durante este tiempo, mayormente debido a renuncias.

    Un año sin contratar personal, y parece que los procesos de negocio no se han visto afectados, sino al contrario. Es interesante ver cómo, poco a poco, la inteligencia artificial se está volviendo más prevalente en las empresas. Sabía que hay algunas compañías que cada vez están perdiéndole el miedo y usándola más, pero no sabía de alguna que literalmente hubiera dejado de contratar personas gracias a ella.

    El 2 de julio de 2021, justo en el boom de las herramientas de AI, escribí en GitHub Copilot: si solamente sabes programar, tu carrera tiene fecha de caducidad sobre los efectos que podría tener en la industria:

    La tendencia es clara. La verdadera ventaja competitiva para un desarrollador de software no será la parte técnica, sino las habilidades interpersonales.

    Con el aspecto técnico resuelto (parcialmente) por inteligencias artificiales, las discusiones técnicas dejarán de ser la parte más importante del desarrollo. Los “programadores” ahora se dedicarán a tener discusiones sobre la ética y seguridad del código generado por la computadora. Las tareas técnicas serán resueltas, en su mayoría, gracias a la ley de Moore. Desarrollar software ya no se tratará de programar.

    Aún habrá trabajos para escribir código, pero requerirán una alta especialización. Las personas que sigan escribiendo código lo harán para crear la infraestructura que soportará al resto del ecosistema: compiladores, IA, generadores de código, redes, etc.

    Si estás en la industria del software y piensas que tu único trabajo es programar, heads up. Le acaban de poner fecha de caducidad a tu carrera. Y tienes de dos: o te pones a refinar tus soft skills, o comienzas a especializarte en tecnologías fundamentales.

    Ese artículo fue escrito mayormente a través del lente del desarrollo de software. Y en ese entonces, no sabíamos la velocidad con la que los modelos de IA avanzarían. Pero hoy en día, esas palabras son más ciertas que nunca. Y no solamente para los desarrolladores de software:

    Klarna dijo recientemente que su asistente de IA, el cual usa OpenAI, está haciendo el trabajo de 700 empleados de servicio al cliente de tiempo completo.

    700 personas sin empleo, reemplazadas por un LLM. ¿Y aquellos que todavía no son “reemplazables”? Klarna tiene una idea:

    El CEO dijo que mientras la nómina se está reduciendo, ha logrado convencer a los empleados restantes de aceptar el cambio prometiéndoles que se les dará una porción de las ganancias de productividad que la empresa obtenga gracias a la IA.

    “Del dicho al hecho, hay mucho trecho” es una frase que le gustaba mucho a mi abuela, y la decía a cada rato. Curiosamente, el artículo de Bloomberg ofrece un vistazo al futuro que el CEO de Klarna realmente está buscando:

    Durante su presentación de resultado más reciente, la compañía utilizó una versión del CEO generada con AI para presentar los resultados, lo que Siemiatowsky dijo hizo para probar que la IA eventualmente podría reemplazar todos los empleos.

    Tic, toc.

  • Si quieres crecer, tienes que ir más allá de tu craft

    El trabajo de un diseñador no es diseñar; es entender la visión de su cliente y plasmarla en el medio adecuado.

    El trabajo de un desarrollador no es escribir código; es interesarse por el negocio, y buscar cómo aportar usando las herramientas correctas, que pueden ser creadas o compradas.

    Para un ingeniero de soporte de IT, su trabajo no es ser un experto en tecnología; es empatizar con el que le pide ayuda, y entender que si le están pidiendo ayuda es porque la otra persona no sabe cómo resolver el problema por sí mismo. Es paciencia.


    Un diseñador que no puede crear algo que resuelva las necesidades de su cliente es más bien un artista.

    Un desarrollador de software al que no le interesa el negocio, y solamente quiere escribir código, es más bien un programador.

    Alguien de IT que no puede empatizar con los que necesitan su ayuda, y es impaciente, es más un bloqueo que una ayuda para la empresa.


    No tiene nada de malo ser artista, programador, o alguien que sabe mucho, pero no cómo ayudar a las personas.

    Pero tienes que estar consciente de lo que eres, lo que quieres ser, y si estás jugando el juego correcto.

    El artista que se quiere vender como diseñador; el programador que quiere crecer una carrera con más responsabilidades e impacto; el de IT que no entiende por qué él no tiene trabajo mientras sus compañeros sí.

    Todos están jugando el juego incorrecto. O no están entendiendo las reglas.

  • Spotify no debió despedir al que diseñó el algoritmo de Wrapped

    Jacob Voytko escribe en su newsletter un excelente artículo sobre cómo una compañía puede perder “el toque”, después de que el Spotify Wrapped de este año se sintió meh.

    El artículo es bastante interesante, pero me gustaría resaltar algunos puntos. Empezando por las diferentes maneras de clasificar ingenieros al momento de querer llenar posiciones en compañías:

    Una es por su nivel. Otra es por su área de expertis.

    Veamos la experiencia primero. Un veterano de la industria bien motivado, usualmente va a ser más productivo que un recién graduado. Por eso su compensación es diferente y tienen diferentes expectativas. Las compañías usualmente definen sus diferentes niveles en un “career ladder” que va desde un interno hasta un “senior principal engineer”.

    En el pasado ya he escrito sobre la importancia de tener claras las expectativas de tu rol. Esto no solamente te puede dar una guía de qué es lo que tienes que hacer para crecer en tu empresa; también te puede aclarar qué hacer en momentos incómodos, como le pasó a Mariana.

    Si te encuentras en una situación donde la compañía no tiene un career ladder, y eso está interfiriendo en tu crecimiento, puedes decidir tomar un rol activo en definir esa lista de expectativas para tu área, y así ayudarles a otras personas que vienen detrás de ti. También puedes decidir que ese nivel de trabajo extra no es algo que te interesa particularmente, y entonces ya valoras qué es más importante: tu crecimiento profesional y satisfacción profesional, o tu empleo actual.

    Creo que es fundamental tener esto en cuenta al momento de buscar unirte a una organización.

    Algo que me gustó mucho del artículo de Jacob es que ofrece una vista a una realidad que a muchos en ingeniería nos cuesta aceptar: vivimos en un mundo capitalista, y con dinero baila el perro:

    Los ejecutivos de una compañía juegan un juego de optimización con múltiples objetivos. En cada dimension de la compañía (equipo, grupo, división, etc), tienen que determinar cuántas personas de cada nivel necesitan, dónde las necesitan, y cuánto le va a costar a la compañía pagarles.

    Hablando estrictamente desde un punto de vista financiero, hace todo el sentido del mundo rebalancear la inversión que se hace a diferentes partes de la compañía. Pero el argumento que hace Jacob, y con el que estoy muy de acuerdo, es que si no se toma en cuenta aquello que hace que un producto sea diferente y atractivo para el usuario, puede terminar dañando la experiencia, el producto, y la reputación de la compañía.

  • La idea de buscar balance vida/trabajo es una epidemia

    Javier Álvarez, CEO y Cofundador de Avena.io, publicó en LinkedIn lo siguiente:

    Últimamente escucho con más frecuencia hablar de work-life balance entre personas en sus 20s. ¡Gran error!

    En tus 20s, deberías enfocarte en aprender, arriesgarte, trabajar duro y probarte a ti mismo de qué estás hecho. El work-life balance puede ser una prioridad en el último tercio de la vida, pero no al comenzarla.

    Tuve la fortuna de entender esto en mis 20s y no me he arrepentido ni un momento de adónde me ha llevado esa mentalidad.

    Hoy, creo que hay una epidemia de la idea de work-life balance, potenciada por el internet. Ojalá más personas en sus 20s optaran por trabajar en una startup: todo por ganar y nada por perder.

    Describir cualquier cosa como epidemia automáticamente implica que es mala, y que debería de ser eliminada. Que se le considere de esta manera a la creciente consciencia sobre la importancia de tener en cuenta aspectos de bienestar y sostenibilidad en nuestras carreras profesionales es una muestra de todo el trabajo que nos hace falta hacer a nivel institucional por cambiar las cosas.

    Entiendo que Javier valora el trabajo duro, y la dedicación temprana a su craft ha sido clave de su éxito. Sin embargo, es importante reconocer que esta visión no necesariamente aplica para todos, ni todos están en las mismas circunstancias que les permita siquiera considerarla como una opción.

    A grandes rasgos, las etapas de una carrera profesional se ven así:

    1. Alguien que va iniciando en su carrera suele tener más facilidad de sacrificar su tiempo e ingresos por adquirir experiencia. Probablemente, todavía no tiene responsabilidades familiares ni económicas, y puede apalancarse de otros aspectos de su vida para crecer profesionalmente.
    2. En la etapa media de tu carrera, que ya tienes suficiente experiencia sólida, puedes comenzar a priorizar tu crecimiento económico y financiero. En esta etapa es donde personas que ya confían en sus habilidades, comienzan a expandir su alcance, por ejemplo, con un trabajo de tiempo completo y un freelance que paga 2x por hora. Sacrifican tiempo libre por continuar adquiriendo experiencia y construyendo un patrimonio.
    3. Y luego llega el punto donde tienes familia, hijos, compromisos sociales, o simplemente ya tienes otros intereses. Aquí es donde puedes decidir sacrificar el crecimiento profesional para dedicarte a la familia, hobbies, etc…, con muy pocas o nulas repercusiones económicas. Ya eres muy bueno en lo que haces, y tu esfuerzo/ingresos pueden no estar correlacionados 1:1.

    Si bien es cierto que al inicio de tu carrera podrías tener más oportunidades de sacrificar aspectos de tu vida por ganar experiencia profesional, de ninguna manera creo que es un error decidir no hacerlo. Sobre todo si lo haces de manera informada y conoces las implicaciones de ello, o si simplemente, por cualquier razón, no es viable para ti.

    Pero aquí está la cosa: nadie “debería” de hacer nada que no esté en el mejor de sus intereses, ya sean personales, profesionales, socioeconómicos, o de cualquier índole. Es importante para cualquier líder invertir un poco más de tiempo en apreciar los matices y el contexto que pueden llevar a alguien a tomar una decisión de cómo vivir su vida.

    Sobre todo para los líderes de empresas que dicen estar buscando mejorar la calidad de vida y longevidad a través de la tecnología. Como líderes de opinión, sus mensajes tienen un impacto significativo en quienes los admiran, y con ello una oportunidad para fomentar una visión más inclusiva y matizada.

    Personalmente, aplaudo a la gente que desde un inicio encuentra lo que le apasiona, tiene una visión clara de lo que quiere ser, y lo da todo por volverse experta para despegar profesionalmente. Ese fue el camino que yo recorrí, y he hablado ampliamente de por qué, aunque no me arrepiento, me hubiera gustado haber priorizado encontrar un balance más sostenible antes, y no cuando ya estaba quemado.

    Pero igual aplaudo a los que desde un inicio están priorizando su bienestar, y pensando en cómo hacer una carrera sostenible — de mejor calidad y mayor longevidad, pudiera decir. Probablemente, estas personas no lleguen a tener “éxito” bajo la definición común (dinero, status, influencia, poder), pero sí bajo la que decidieron crearse para ellas mismas.

    Ojalá más personas en sus 30s y 40s entendieran que las nuevas generaciones, que están apenas entrando a la industria, ya no están jugando bajo las mismas reglas, ni tienen los mismos incentivos.

  • Si el reclutador no te contesta, no (siempre) es por mamón

    Una de las cosas más frustrantes que te puede pasar cuando estás buscando un nuevo empleo, es sentir que, por más que le echas ganas a tu currículum y cover letter, no recibes respuesta del reclutador.

    Después de todo ese tiempo que le invertiste para poder mostrar tu mejor cara, sentir que te ghostean es lo peor. Y te puede llevar a entrar en una espiral de no entender ni siquiera si estás haciendo las cosas bien o no. ¿Te faltó un keyword en tu currículum? ¿Escribiste mal una palabra? ¿Ya no estás en sintonía con lo que la industria está pidiendo? Muy fácil puedes irte por ese camino y comenzar a pensar que el esfuerzo es fútil de todos modos.

    “¿Por qué son tan mamones los reclutadores? No se toman ni el tiempo de decirme que no, gracias.”

    Como todo en esta vida, se trata de matices: hay otra versión de la historia que no estás viendo. Y como alguien que ha pasado por procesos de reclutamiento en ambos lados de la ecuación, la he vivido de primera mano. Déjame contártela.

    El reclutador nada más recluta, ¿no?

    Puedes creer que es bastante obvio: el rol del reclutador es reclutar — buscar candidatos, guiarlos por el proceso, y colocarlos en una posición. Y sí, pero esas son nada más unas de las muchas cosas que tienen en su plato.

    En empresas medianas o pequeñas, puede ser que el reclutador también tenga la responsabilidad de filtrar candidatos, hacer el primer phone screen, y coordinar disponibilidad y calendarios de los miembros del panel de entrevista. También puede ser su responsabilidad la de redactar la carta oferta, buscar la aprobación de RR. HH, de la hiring manager, y negociar con el candidato en caso de que la oferta no esté alineada con su expectativa. Y esto es nada más el happy path, asumiendo que todo salió bien y la empresa hará una oferta. La mayoría de los procesos terminan mucho antes.

    En empresas más grandes, digamos de más de 1,000 empleados, probablemente el área que un reclutador debe de cubrir es mucho más estrecha, pero no menos compleja. Aunque el reclutador o reclutadora trabaje con talent sourcers, coordinadores de entrevistas, y un Engineering Manager, mucha de la responsabilidad de asegurarse que el proceso avance para un candidato sigue recayendo en él o ella.

    Así te puedes dar una idea de lo complejo del trabajo de alguien que “solamente se dedica a reclutar”.

    Muéstrame los incentivos, y te mostraré los resultados… del reclutador

    No todos los reclutadores son iguales. Algunos trabajan para la empresa, y otros son proveedores de servicios para la misma. Podrías pensar que no es relevante para ti — al final de cuentas, el resultado de un trabajo bien hecho es el mismo, ¿no? Sí, pero recuerda lo que dijo Charlie Munger: “muéstrame los incentivos, y te mostraré los resultados”.

    Lo que quiero decir es que la relación que tiene el reclutador con la empresa, y por ende los incentivos que emanan de ella, nos pueden ayudar a entender un poco más las prioridades de un reclutador.

    Para un reclutador “de planta”, es decir, que es empleado de una empresa, el esquema de compensación usualmente es el de sueldo base + comisión: 60 % de su salario está “seguro”, y el 40 % depende de metas de colocación cumplidas. Dependiendo del mercado, y el tipo de reclutamiento (reclutar a un directivo no es lo mismo que a un IC), el esquema varía. En algunas empresas, por ejemplo, existe la posición de Executive Recruiter, y me imagino que sus esquemas de compensación reflejan el alto riesgo de los candidatos que manejan. Existen otros esquemas de compensación más complejos, pero la mayoría atan el ingreso económico del reclutador a sus resultados de colocación.

    Por otro lado, hay reclutadores que trabajan enteramente por comisión. Efectivamente, son freelancers, proveedores de servicio, que trabajan con roles bien específicos, y únicamente reciben un pago cuando la empresa contrata a un candidato. En esta dinámica, no es raro que un mismo reclutador esté intentando llenar un puñado de roles diferentes al mismo tiempo: para diferentes industrias, en diferentes niveles de experiencia, y con diferentes necesidades técnicas. Esto significa que es tarea del reclutador asegurarse de tener una red de contactos lo suficientemente grande para poder canalizar talento al cliente que más le haga sentido.

    Por ahí he escuchado que los reclutadores que trabajan así, tomando en cuenta diferentes factores como la urgencia de llenar el rol, se pueden llevar comisiones de hasta el 200 % del salario por rol colocado.

    Analizando esto, te invito a hacerte la siguiente pregunta: si tú fueras un reclutador o reclutadora, y una gran parte de tu salario (40 % si estás de planta, y 100 % si fueras un proveedor de servicios) depende de llenar vacantes, ¿a qué le dedicarías más tiempo: a responderle a candidatos que desde un inicio ves que no cumplen el perfil que buscas, o a mover a los que sí hacia delante en el proceso?

    No quiero emitir un juicio de si está bien o mal, pero esta es la realidad: ¿tú refactorizarías un componente de tu aplicación que funciona, pero está feo, cuando el servidor está caído? Ajá, lo mismo pensé.

    Las herramientas, los procesos, los obstáculos

    Hablando como alguien que le ha tocado estar de ambos lados del proceso de reclutamiento, te puedo decir que los ATS (Applicant Tracking Systems) pueden llegar a ser un dolor de cabeza. Con interfaces nada intuitivas, visibilidad pobre, y capas y capas de controles para evitar que información confidencial se filtre al resto de la empresa, muchas veces estas herramientas pueden ser vistas más como impedimentos que como ayuda para los reclutadores.

    He sabido de algunas ocasiones en las que el ATS que usa la empresa es tan malo, que los mismos reclutadores evitan usarlo y llevan los procesos en Google Sheets.

    Gracias a este, y a otros factores, muchas veces ni el mismo reclutador tiene bien claro a quienes tiene en el proceso. No porque no quiera, sino por la complejidad y opacidad de los procesos internos.

    Esto también contribuye a que, muchas veces, un candidato se quede esperando respuesta. Porque, para poder darle una, el reclutador tendría que brincar muchos obstáculos que, desde su perspectiva, no valen la pena. En el mejor de los casos, el candidato ya no responderá; en el peor, el reclutador va a ver una grosería en su bandeja de entrada.

    De nuevo, sin emitir juicio de si está bien o mal, pero pregúntate: ¿invertirías tiempo en mandar un bug fix a un framework que alguna vez fue muy importante, pero que ya no se usa en la industria y por eso nadie te va a revisar el Pull Request?

    Aunque podrías argumentar, y estaría de acuerdo, en que sería “lo correcto”, si tu salario estuviera atado a tu desempeño en cuanto a cantidad de nuevos features entregados, me imagino que te la pensarías dos veces antes de ponerte a brincar todos los obstáculos para hacerlo.

    ¿Entonces qué?

    Aquí te acabo de exponer dos argumentos sobre por qué si el reclutador no te contesta, probablemente no sea por mamón. Y esto es nada más lo que yo he visto y puedo compartir, sin ni siquiera hablar de que la relación entre cantidad de posiciones abiertas/reclutadores también suele estar desbalanceada.

    Como personas que trabajamos en software, creo que deberíamos de estar agradecidos de que, por más competitivo que veamos nuestro mercado, no es tan competitivo como lo es el de los reclutadores. ¿Te imaginas que tu salario estuviera atado a la cantidad de líneas de código que escribes? ¿Que tuvieras que cerrar X cantidad de Pull Requests para poder contar con el 40 % de tu sueldo?

    También creo que es importante conocer este lado de la moneda para ser un poco más empáticos, aunque no sea menos frustrante. Recuerda que del otro lado también hay un humano que está haciendo lo mejor que puede con lo que tiene… como tú.

    El reclutador es nada más la punta del iceberg de la maquinaria de reclutamiento que tiene una empresa, y como es la parte más visible, es fácil pensar que toda la responsabilidad (y la culpa que nos urge repartir) debe de caer en ellos.  Pero como escribí recientemente, lo que estás viendo y criticando desde fuera, por dentro es mucho más complejo, y las personas que tienen la capacidad de cambiar la situación, son líderes de la empresa.

    Me atrevería a apostar que la experiencia de los candidatos sería mucho mejor si a los reclutadores se les diera el espacio y tiempo para tener el trato humano que, estoy seguro, muchos se mueren por darles. Después de todo, no puedo pensar en muchas cosas que sean más satisfactorias, profesionalmente hablando, que alinear exitosamente las habilidades y aspiraciones de un candidato con las necesidades de una empresa.

    O de ayudarle a hacerlo, como dijo Celso Piña, “aunque no sea conmigo”.

    ¿Trabajas en reclutamiento y me quieres compartir tu experiencia? Mándame un correo: oscar@swanros.com.

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