De 2017 a 2019, trabajé para una empresa 100 % remota (aquí puedes ver algunos de los artículos que escribí para ellos), pero que mayormente tenía gente en Europa. Los fundadores, y una parte considerable del equipo, estaban en Austria.
Una vez, durante un retreat en Barcelona (encuéntrame en la foto), el dueño y fundador de la empresa (que también había construido con sus propias manos las primeras 3 o 4 versiones del producto), se sentó conmigo a hacerme un code review. Casi se me salen las lágrimas cuando me dijo, en mi cara, “no sé por qué hiciste esto si esto no fue lo que se te pidió”.
Mi carácter latinoamericano, al que no le gusta el feedback directo, y que tiende a suavizar todo comentario hacia el trabajo de otras personas, no estaba para nada acostumbrado a recibir un comentario tan directo. Al principio me sacó de onda, y me costó un par de charlas con mi manager directo para que me ayudara a entender qué había pasado y por qué la reacción del CEO había sido tan fuerte.
Después de un par de terapeadas, me quedó claro que lo que había pasado era una de las cosas más sutiles, pero más importantes que los desarrolladores de software tendemos a pasar por alto: las diferencias culturales que tenemos con nuestros compañeros de trabajo. Y estas diferencias, aunque sí pequeñas, pueden tener grandes repercusiones en nuestra percepción de si estamos haciendo las cosas bien o mal. De si nos merecemos estar en ese lugar, y si somos suficientemente buenos para continuar ahí.
Yo entendí que, por más crudo que se haya sentido, así es como los austriacos están acostumbrados a dar feedback en su cultura. ¿Fue un shock? Sí. ¿Me costó trabajo adaptarme? También. Pero gracias a esa experiencia crecí, conocí más acerca de mis propias maneras de comunicarme, y me ayudó a que las próximas ocasiones en que trabajé con personas de diferentes culturas no me fueran tan mal.
Comencé a pensar en esto gracias al correo que me mandó María López, que ahora vive en Alemania:
Desde que me mudé a Alemania para trabajar como diseñadora UX, he estado enfrentando dificultades para comunicarme efectivamente con mis colegas y clientes. Aunque hablo inglés y estoy aprendiendo alemán, siento que las diferencias culturales están afectando mi capacidad para expresar mis ideas y entender las de los demás. A menudo, en reuniones, percibo que mis propuestas no son consideradas o que hay malentendidos que retrasan los proyectos.
He notado que las dinámicas de trabajo aquí son más directas y a veces siento que mi estilo de comunicación, más indirecto, no encaja bien.
Además, me cuesta entender ciertos modismos y referencias culturales, lo que me hace sentir fuera de lugar en conversaciones informales con el equipo. Quiero integrarme mejor y ser más efectiva en mi rol, pero no sé por dónde empezar.
Trabajar de manera remota con un grupo de personas de varias culturas, es diferente de vivir y trabajar en una cultura diferente, y aprecio la complejidad de lo que está viviendo María.
Para mí, esa capa extra de cuidado que le aprendí a poner a mis comunicaciones en el trabajo dejaba de existir cuando terminaba mi turno. Tenía mi espacio seguro para volver a ser yo mismo todos los días a las 4 de la tarde.
Pero vivir y trabajar en una cultura a la que no estás acostumbrada es otro boleto. Y me imagino que se puede comenzar a sentir que todo el tiempo debes de traer puesta esta “capa de traducción extra” que no solamente te va a hacer que funciones en el trabajo, sino en tu día a día. ¡Qué pesado sentir que no puedes bajar la guardia!
Es por eso que cada vez que tengo la oportunidad, recalco la importancia de tener una cultura organizacional clara. Con definiciones específicas de cuáles son las reglas del juego dentro de la empresa; cómo se gana, y cómo se pierde, y cómo puedes saber si estás en el camino correcto. Sin esta cultura organizacional bien definida, la carga recae en las personas que la integran — como es tu caso. Porque lo que te está causando ruido no son hechos, sino lo que tú alcanzas a percibir y la interpretación que le das a ello. Y todo esto, naturalmente, es una experiencia sesgada.
Lo de vivir en una cultura diferente a la tuya y comenzar a entender modismos y referencias, para bien o para mal, es una situación que vas a tener que resolver por ti sola, con tiempo y paciencia. Conociendo gente, adaptándote a tu entorno, y buscando estar cómoda en la incomodidad.
Pero dentro de tu empresa, puede que haya una oportunidad de que ayudes a crear, si no es que ya existe, pero no lo conoces, este espacio seguro que tanto necesitas para eliminar la incertidumbre que estás sintiendo: unas reglas del juego claras, objetivas y a prueba de interpretaciones.
Yo comenzaría hablando con mi mánager o líder sobre esta situación, abordando la conversación desde un punto de curiosidad. Durante esta charla, le podrías preguntar sobre cuáles son los comportamientos o expectativas que alguien en tu rol debe cumplir (las reglas del juego). Esto te ayudaría a tener un punto de referencia objetivo, y más importante, externo a ti, que te permita determinar si estás o no haciendo lo que te toca — más allá de la percepción que puedes tener de las situaciones particulares que te causan ruido.
Este tipo de expectativas pueden estar codificadas en algún career ladder, donde la empresa define lo que constituye que un empleado esté cumpliendo las expectativas para su rol.
Si este recurso existe, ya tendrás entonces que usarlo para aterrizarte cada vez que sientas que no estás encajando.
Si no existe, y tu mánager te ve con cara de wtf, tendrás más datos para saber cuál es tu siguiente movimiento. Porque puedes decidir tomar un rol activo en definir esa lista de expectativas para tu área, y así ayudarles a otras personas que vienen detrás de ti. También puedes decidir que ese nivel de trabajo extra no es algo que te interesa particularmente, y entonces ya valoras qué es más importante: tu crecimiento y satisfacción profesional, o vivir en Alemania.
De lo que sí estoy seguro es que lo fundamental es encontrar algún balance que funcione para ti. Porque aunque se puede trabajar a marchas forzadas, emocional e intelectualmente, ya sabemos a dónde lleva — y no es un lugar bonito.
María, te deseo todo el éxito del mundo, y que encuentres un camino sostenible hacia delante.
¡Saludos!
P.D. — También recomiendo que leas The Culture Map, si quieres conocer un poco más sobre todas las dimensiones en que las culturas laborales son diferentes de país a país. Seguro encuentras algo que te resuena y te ayude a navegar esta situación.