Cuando sabes lo que quieres (y lo que no), la cosa se pone más fácil

Tom Granot reflexiona sobre su experiencia convirtiéndose en contratista independiente:

Hice el salto a la independencia con expectativas que no coincidían.

No coincide en el sentido de que me propunse simplemente ganar mi salario como contratista independiente. En la práctica, terminé ganando significativamente más de lo que jamás imaginé que podría con el tipo de trabajo que hago, en aproximadamente la mitad del tiempo.

El contraste de las expectativas vs. la realidad:

Me proporcionó el lujo de poder comprar herramientas y contratar gente para hacer crecer el negocio, pero también la responsabilidad de mantener a estas personas empleadas, estas herramientas usadas y clientes interesados.

Y lo que más resonó conmigo: 

Cuando entiendes lo que te gusta y lo que no te gusta sobre la independencia, te queda, en esencia, con una tarea: cómo maximizar las cosas buenas y minimizar las cosas malas.

Puedes sustituir “independencia” por lo que tú quieras: libertad, agencia, dinero, poder, control, etc. Es lo mismo. Una vez que sabes qué es lo que quieres, tu única responsabilidad es alinear tu ambiente para hacer más de lo que necesitas, y menos de lo que no. 

Tom se dio cuenta que las conseciones que tuvo que hacer para adquiri la independencia que en algún momento quiso tanto no valían la pena, y va a volver a buscar trabajo en algún startup.