Llegaste a tu meta: ¿y ahora qué?

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Una de mis películas favoritas es Buscando a Nemo.

No solamente por su animación o su historia.

Sino porque tiene un arco de historia paralelo que una vez que lo analizas como adulto, te das cuenta del mensaje tan importante que tiene.

Gill, el líder de la pecera, lleva años intentando escapar. Tanto ha forzado su cuerpo, que tiene las cicatrices para mostrarlo. Ha intentado de todo. Pero no ha tenido éxito.

Hasta que llega Nemo. Y se conmueve tanto con su situación, que sus ganas de ayudarlo lo llevan a por fin diseñar el plan maestro. El plan que los liberaría de su confinamiento.

Nemo logra escapar por la tubería después de hacerse el muerto. Mientras tanto, Gill y los otros peces, en bolsas de plástico, logran salir del consultorio del dentista por la ventana y caen al mar. Por fin son libres.

La película termina en un momento agridulce, cuando Globo se da cuenta de que sí, están en el mar, pero encerrados en bolsas más pequeñas que el tanque. ¿Y ahora qué? se pregunta.


La historia del Tank Gang es fuerte. Sobre todo cuando te das cuenta de que muchos nos comportamos como Gill: constantemente intentando escapar de nuestra realidad, para perseguir la idea de una mejor situación.

Nunca estando satisfechos con lo que tenemos. Nunca agradeciendo las comodidades a las que tenemos acceso.

Hasta que algo sucede que nos hace diseñar el “plan perfecto” para poder por fin escapar.

Todo para ejecutarlo y darnos cuenta de que no teníamos un plan para cuando lográramos nuestro objetivo.

¿Y ahora qué?


No es raro ir por la vida persiguiendo esa promesa de libertad que Gill tanto anhelaba, creyendo que lo iba a hacer feliz.

Libertad financiera, de tiempo, de compromisos, de responsabilidades.

Y trabajamos duro —a veces en exceso— por conseguirla.

Intentamos e intentamos, lastimando nuestros cuerpos y mente en el proceso. Todo por esa supuesta nueva condición que por fin nos hará “felices”.

“Si ganara más dinero…”

“Si tuviera un mejor cuerpo…”

“Si tuviera un mejor puesto…”

Pero cuando lo consigas, ¿qué sigue?

La conclusión a la que muchas filosofías (antiguas y modernas) caen es que la libertad —la felicidad— no está en factores externos, sino dentro de nosotros.

Derek Sivers te advierte que no deberías hacer eso que quieres hacer si crees que te va a hacer feliz.

Marco Aurelio, hace 2 000 años, dijo que “el impedimento de la acción hace que la acción avance. Lo que se interpone en tu camino, se vuelve tu camino.”

Daniel Gilbert, psicólogo de Harvard, encontró a través de sus estudios que el mayor predictor del nivel de felicidad de las personas no son sus logros o sus pertenencias, sino su gratitud.

Y así podría pasar el resto de la tarde enumerando ejemplos.

Pero no es necesario, porque el mensaje es claro: no vas a encontrar tu libertad, felicidad o lo que sea que estás buscando allá afuera.

No sacrifiques todo lo que tienes por algo que crees que te hará feliz, que te dará libertad, para que cuando lo logres darte cuenta de que no era la respuesta.

Y entonces te preguntarás, ¿y ahora qué?

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Oscar Swanros
Oscar Swanros escribe sobre crecimiento profesional y personal, salud mental, y cómo crear carreras más sostenibles y humanas. También es host de Pathways, la comunidad que más valor le regresa a sus miembros.
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