Hay personas que ven la oportunidad de ser maestros o mentores como una oportunidad para presumir su conocimiento. Quieren apantallar, más que ayudar.
El crecimiento con ese tipo de personas se vuelve más complicado, porque ya no sabes si lo que te están diciendo es para su beneficio, o para el tuyo.
Hay que tener cuidado con eso.
Un buen maestro hace que te sientas en confianza, que no te preocupes por cosas que no te deberías de preocupar en ese momento.
Te va introduciendo gradualmente a las complejidades, y te ayuda a crear un modelo mental de aprendizaje que se adapte a tus necesidades y objetivos.
Si estás en una posición de ser mentor o maestro de alguien, debes de tener esto bien consciente. Porque muchas veces el ego se disfraza de querer ayudar a otras personas.
Pero aquellos que genuinamente se preocupan, y tienen un sentido de empatía bien calibrado, y quieren elevar a las personas a su al rededor, saben que lo que tienen que hacer es preocuparse porque ellas estén teniendo una buena experiencia. No por alimentar su ego.
La próxima vez que te toque ser mentor o maestro de alguien, recuerda: se trata de la otra persona, no de ti. Tienes que anteponer su experiencia a la tuya.
Tú ya eres experto, tú ya sabes.
La otra persona está poniendo en tus manos la arcilla que terminará moldeando su mundo, su experiencia, y su aprendizaje. Es una gran responsabilidad. No la deshonres.
— Oscar Swanros.
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